UNA SEGUNDA ARGENTINA“POSINDUST RIAL” ES POSIBLE
I. La Primera Argentina.
1) Origen y Crisis
de
la Nación y del Estado
2) El Proyecto Agropecuario.
3) El Cuestionamiento de Clase Media.
4) La “ola
de cuestionamiento”, inaugurada en 1890, no ha encontrado hasta
hoy su resolución.
5) La Crisis Política Argentina y la Nueva Pugna Imperial.
6) La “Generación Malvinas”.
II. La Segunda Argentina.
1) Geografía y Cultura.
2) De la Confrontación Heredada a la Cooperación Necesaria.
3) Desde el Mercosur a la Unión Iberoamericana.
4) La metamorfosis
hacia Mercosur Político.
5) Una Segunda Argentina es
posible.
6) Un plan estratégico no escrito.
7) Una idea geopolítica superadora: “La Segunda Argentina Posindustrial”.
I. La Primera Argentina.
La situación mundial emergente de la posguerra fría -2001- se traduce en Iberoamérica en grandes
desafíos políticos, graves crisis socioeconómicas y excelentes
oportunidades. El
encuadramiento que nos condiciona y frecuentemente nos determina, ha quedado esbozado en artículos anteriores al presente (1). Para retomar el hilo procesal de la situación de nuestra ya centenaria decadencia, es imprescindible reiterar cuales han
sido
sus causas, su origen y calar en las profundidades conceptuales y funcionales, inalcanzables en la visión
de superficie a través
de los sentidos.
1) Origen y Crisis
de
la Nación y del Estado.
Cuando el proto-argentino Cap. Grl. D. Pedro de Ceballos propuso a Carlos III la creación
del
Virreinato del Río de la Plata, concibió un país bioceánico y autosuficiente. El nuevo
Estado debía constituir un antemural
ante el avance británico y lusitano desde el Atlántico,
para caer sobre la espalda de Lima, centro del poder español en América del Sur. Luego del
25 de Mayo de 1810, Buenos
Aires
no supo retener las
fronteras de aquel enorme espacio
heredado.
Cuando se cedió voluntariamente el Alto Perú las
arcas fiscales quedaron sin ingresos genuinos, en tiempos de una gran transición política y económica. Desde una
economía fisiocrática fundada en la minería, la región se desplazaba a una economía mercantilista.
Se iniciaba así la recurrencia constante a los empréstitos externos
o internos, estos casi siempre forzosos, para sostener los servicios civiles y militares de un
Estado Nacional
incipiente, en guerra
civil permanente, mientras simultáneamente sostenía una guerra internacional muy difícil, para lograr
la independencia.
En el país, tres sistemas económicos estaban en pugna:
el industrial-andino, desde Cuyo al Gran Tucumán, que abastecía a la concentración demográfica-minera
del
Cuzco y del Alto Perú;
el desierto central y litoral,
que se irá desarrollando como una enorme “vaquería” y
constituirá el Pacto Federal y la ciudad puerto,
Buenos Aires, “cosmopolita, intermediaria
y mercantil”.
A ésta confrontación de intereses se sumaba otra, de mayor entidad. Sobre un antiguo sistema social de cultura hispano-criolla y católica llamado el “país interior” por
Buenos
Aires, la
“ciudad puerto”
intentaba
imponer -por
la fuerza-
un
sistema
político de raigambre anglosajona a tono con
las
exigencias comerciales
del Imperio Naval
Hegemónico -de ese momento- y a tono con las lecturas
de los enciclopedistas franceses.
Era éste el choque inconducente
entre
la Cultura
Fundacional (1560) y la Civilización
Industrial-Mercantil (1776). Ambas
debieron encaminarse en sinergia pero, desgraciadamente, lo hicieron en pugna.
La disfuncionalidad
del
desestructurado sistema socio-político-económico inicial, fue
total.
La
crisis permanente de los subsistemas diluyó al embrionario Estado y retroalimentó la
guerra civil, que tomó
el
nombre equivocado de
“Guerra de la Organización Nacional”.
Los combates más sangrientos se dieron después
de 1852.
En 1853 se logra la transaccional
Constitución escrita, en Santa Fe. Pero Buenos Aires no aprueba lo que su Gobierno firmara a través del
Ministro de Gobierno -Dr. Vicente Fidel López-
y se secesiona de la Confederación Argentina durante siete años. La guerra civil se agrava. El origen del desencuentro no era la “organización constitucional”. Era algo
mucho más profundo: chocaban dos
culturas.
Buenos Aires,
de espaldas al
“interior”, pretendía el relevo de la
cultura fundacional ingresada desde Lima y aposentada en el “Gran Tucumán” durante
dos siglos, por la
civilización en boga. Esa
fatal “confusión” de
los “hombres de la luces” los llevó a ver en
nuestra antigua identidad cultural
a la “barbarie”.
En vez de civilizar
a la cultura o culturizar la civilización, confrontaron estos conceptos.
Hoy es necesario repetir -con Huntington-Harrison- (2), que “la
cultura es lo que da forma
al progreso”, es
decir, a la civilización. Seguimos
hasta hoy golpeando a nuestros
valores culturales y rechazando
la dinámica de la civilización en curso. La debilidad cultural
consecuente impide la audacia
para aceptar los desafíos del futuro.
2) El Proyecto Agropecuario.
Recién
con la Revolución del ’80 tres
tucumanos -Juan
Bautista Alberdi, Nicolás
Avellaneda y Julio Argentino Roca- pacificaron al país, federalizando a la “ciudad Puerto” y
nacionalizando la Aduana de Buenos
Aires. Durante un breve lapso, cultura y civilización se encaminarán en sinergia. Hubo “Paz y Administración”.
Habían pasado setenta años desde el año ’10, cuarenta y tres desde los tiempos de los salones
de Marcos Sastre donde el brillo intelectual
de Juan Bautista Alberdi y de la
generación del ’37 dieron forma al proyecto que pondrían
en
acto los hombres del ’80,
conducidos por el “Zorro” Roca y sus condiscípulos del Colegio
Nacional y Colegio Militar de Concepción del Uruguay.
Luego de la pacificación y veintisiete años
después de su sanción, la Constitución Nacional
entró en vigencia, aunque parcialmente. Roca inició la organización del Estado Nacional - sus Instituciones- y modernizó el sistema económico. Límites, moneda, FF.AA., códigos,
servicios -educación y trabajo- y edificios públicos, etc., transformaron al país del conflicto permanente en la Primera Argentina-“Agrop ecu aria
”-, destino de centenares de miles de
inmigrantes europeos que vinieron a “hacerse la América”. Había paz,
credibilidad y confianza.
En
menos de diez
años la nueva economía de base
agropecuaria nos
ubica entre
las
primeras diez naciones del mundo. Ello da una pauta de la potencialidad
del país -teniendo en cuenta
que el nuevo proyecto abarcaba
solo
a la Pampa Húmeda-. El vaticinio de Alexis
de Tocqueville parecía cumplirse. Sin embargo, en el explosivo éxito económico del
proyecto del ’80
estaba ínsito el germen de su descomposición y caída.
La modernización del sistema económico no
fue acompañada por una acción similar en el
sistema político. El
sistema político está constituido por los mecanismos permanentes de
conciliación de los diferentes intereses e ideales
existentes en una comunidad, unida por fines
que la categorizan como Nación. Su modernización exigía, además
de la
eficiencia burocrática lograda, la
ampliación de
la representación y de la
participación social, gradualmente,
en un particular momento de un exponencial desarrollo socio-económico, que demandaba una redistribución equitativa.
Una ínfima proporción de
la población tenía derechos electorales, mientras eran actores y espectadores del proceso de crecimiento que los
rodeaba. El criollo de la estancia “vieja”
había sido desplazado a las orillas de la ciudad por el alambrado de la estancia “nueva”. En “la orilla” ciudadana se produjo su encuentro con el “recién llegado” y de
su mixtura aparecen el conventillo y luego las “casas decentes”, el “chuschudo” o “peloduro” y el
“jailaifa”, el “orillero”, el “cachafaz” y, además, “m’hijo el dotor”.
Así emergió la clase media urbana que busca su lugar en una sociedad esperanzada, móvil y ascendente, en
un
ambiente político que
empieza a ser
llamado
el “régimen” o el
“unicato”. En Europa, nuestro espejo
cultural, se consolidaba la industrialización.
3) El Cuestionamiento de Clase Media.
La Unión Cívica será el núcleo que movilizó al nuevo estamento social y Leandro Nicéforo
Alem uno de los tribunos que, desde la “orilla
y el centro”, lo representa. En 1890 la “Revolución del Parque” conducida por Alem, interrumpe el interregno de paz y prosperidad iniciada en el ’80. No se repetirán los combates campales de la guerra civil. Se
iniciaba en el `90 el siglo XX de los
argentinos, con los cíclicos “golpes de estado cívico-
militares”. Es
la continuidad de la guerra civil, con otras formas.
Los hombres del “régimen” que
se apercibieron
de la
urgente necesidad de desarrollar la Política,
abrir los padrones y ampliar la representación, fueron alejados del poder. Es el caso del Dr. Roque Sáenz Peña. Cuando años
después se logra el sufragio universal, secreto y obligatorio será tarde para darle continuidad
y dinamismo al éxito económico. El
patriciado de Roca se ausentó. La sentencia de un Senador por Córdoba -el Dr Manuel
Pizarro- : “…La Revolución
(del ’90) está vencida, el Gobierno está muerto…”, bien
podría traducirse como… “el proyecto de la Primera Argentina está muerto”.
El
impulso inercial del éxito económico
del ’80
llegará
hasta
los
años ’20. Para
ese
entonces ya había
ocurrido la Primera Guerra Mundial -1914/11918-
y
un incipiente proceso de industrialización -por sustitución de
importaciones- se había iniciado en la
Argentina.
4) La “ola de cu esti on ami en to”, inaugurada en 1890, no ha encontrado hasta
hoy su resolución.
Desde el Primer Centenario se gobierna sobre los sucesivos remanentes del proyecto del
’80 y se ingresa en un período de parálisis Política y empate social que acentúa la falta de dinamismo y consolidación del sistema político.
La guerra civil del S. XIX, librada en cientos de combates campales, es reemplazada por
otra
modalidad en el uso de la fuerza, con más
de cincuenta planteos, movimientos, pronunciamientos, intervenciones, cuartelazos, chirinadas
o golpes de estado cívico-
militares, en un proceso cíclico y continuo que bien
podría calificarse con la inexistente figura penal de
la “defraudación de
la esperanza pública”. Además, se inicia solapadamente una “guerra social”.
Al apelarse a la fuerza institucional del Estado Nacional y transformar a las FF.AA. en
partidos políticos armados, el sistema de partidos descompone al Estado, desprofesionaliza a sus FF.AA. y desnaturaliza el sistema de representación. Los ciclos son cada vez más cortos
y agravan la desconfianza en las
instituciones de la República.
En los críticos años que siguen a la Segunda Guerra Mundial -1939/1945-, el sector social
que luchó arduamente
para obtener su participación política a través de una intransigente
abstención comenzó a negar esa posibilidad a la naciente clase obrera.
La cuestión social había irrumpido luego de la primera revolución
industrial y movilizaba
al
mundo entero, produciendo reformas y una
evolución política protagonizada por los
partidos socialistas. La disfuncionalidad del sistema político argentino
agravó progresivamente la confrontación social. Llegamos a los años ´40/´50
con
una Constitución liberal, una sociedad corporativa y maniquea (es cuando se acuñan neologismos, como el de “aluvión zoológico” o “cabecita negra”) y una
economía progresivamente
socialista.
Aparecen el nefasto “odio social” y los resentimientos, que aún subsisten.
La confrontación por la inserción externa de la Argentina tampoco se resuelve. La
neutralidad y el autismo, son consecuencia de la lucha entre anglófilos y panamericanistas.
Muchos argentinos se identificarán con los nacionalismos europeos que
rebrotan aquí como
en
un laboratorio. Lo que no emerge es el verdadero arraigo, la antigua cultura, la identidad
del
argentino genuino como una condición insoslayable de superación política.
La incoherencia nos
lleva a una nueva edición de la “Revolución
del Parque”. Es la del 17
de Octubre, medio siglo después. La simboliza, desde la base de la sociedad de masas
en ciernes, una mujer que corporiza
su espíritu y su voz: Eva Perón. Será bendecida o maldecida por cada una de las partes de la sociedad sectaria, donde el odio ha reemplazado a la esperanza y el pasado a la
propuesta del “bien común”. La guerra civil continúa. La
ausencia de desarrollo político en la sociedad, impide la dinamización de un proyecto de
vida en común que constituya una unidad de fines. La unión nacional se declama, pero
no se alcanza.
El reformista que intenta rescatar a la Argentina de su hora “0” es
rechazado por algunos
sectores urbanos “civilizados”, que
medran en el statu-quo de la crisis permanente. Las reformas tendrán que hacerse desde abajo, tardíamente y a medias. A su turno, en el ciclo
de los golpes de estado las “restauraciones” también serán tímidas, incompletas y hasta con formalidades constitucionales. Preocupa la formalidad de lo legal, quedando la
verdadera legalidad y la legitimidad sepultada por los intereses, las ideologías
y los escándalos.
La hipocresía reina.
Lo superficial y formal impide y niega la visión de lo estructural y de fondo. Lo urgente
priva sobre lo importante.
La
improvisación pasa a ser una virtud. La crisis se hace estructural. La cultura fundante, fuerte y generosa es reemplazada por otra, débil, egoísta y contractiva. Nos quedamos sin futuro, sin objetivos y sin unidad.
Se vive en un
punto muerto.
5) La Crisis
Política Argentina y la Nueva Pugna Imperial.
A partir de 1947 la -profunda, prolongada e irresuelta- crisis del sistema político argentino - específicamente
sus
“odios
sociales”- causa su
guerra
civil,
es “cabalgada”
por el
conflicto Este-Oeste. La materia prima que
la estrategia marxista-revolucionaria necesitaba para alcanzar sus designios estaba al alcance de la mano. Había que incentivar o catalizar el antiguo conflicto
preexistente y fijar un enemigo. Así lo hicieron. El terrorismo-
revolucionario cabalgó los odios sociales de las “señoras gordas” -y aun mantiene
a la sociedad paralizada y dividida- y fijó a su enemigo: el núcleo duro del Estado-Nación, las FF.AA.
La lucha de las Repúblicas Imperiales asolará al Hemisferio Sur entre los años ´60/80, a través
del
terrorismo agresor y su condigna
respuesta, las dictaduras. Es la continuidad de la antigua guerra civil,
que
se hace revolucionaria. En
nuestro país
-terminados
los
combates- ingresamos a su etapa de explotación -1984- por vía judicial, a través del Decreto 158/84 que trastocará la victoria en los
combates en derrota estratégica-política de los argentinos.
Su consecuencia
directa
fue la progresiva licuación institucional del Estado, proceso que continúa en constante agravamiento y
que está haciendo insoportable la vida para los ciudadanos de a pie.
La Argentina bordea el estatus de “Estado
Fallido” (13).Una prueba contundente de esta afirmación ha sido “el banderazo” del 17 Ago 20, día en que
los argentinos homenajean al Libertador. La ausencia de Instituciones
se manifiesta en los
recientes y sucesivos “Cabildos Abiertos” callejeros, en todo
el
ámbito nacional. Es el
último recurso en manos
del
mandante, que pareciera dispuesto a emplearlo.
El sector social que en nuestro país armó el brazo de sus hijos
para disputarle el monopolio de la fuerza al maltrecho Estado,
en nombre de la “revolución
proletaria”, bajo conducción externa, perteneció mayoritariamente a la clase media. Casi no hubo obreros en las bandas
terroristas armadas. Por el contrario, muchos dirigentes obreros fueron víctimas del terror
revolucionario.
Los odios y prejuicios amasados durante décadas habían encontrado un cauce dramático,
mientras las publicaciones diarias
satirizaban acerca de las “señoras gordas” y de los “gorilas de derecha
e
izquierda”, sin
calar en
la
profundidad
de este fenómeno sociológico-político.
Aun
no
se han
asimilado debidamente las
consecuencias del
ataque revolucionario al
Estado que, con el tiempo devendría en la actual situación de vacío institucional, caos político anárquico fruto de
la incultura política de candidatos improvisados y de una clase dirigente sin convicciones, desarraigada. Llegamos
así
a la licuación de los
partidos tradicionales -provocada por el “entrismo” revolucionario- que sobreviven sin contenidos
doctrinarios y sin liderazgos reconocidos, aun por sus propios componentes. Sus marbetes son empleados
por dirigentes
inmorales para captar votos en tiempos electorales, para luego
olvidarlos.
Desde 1982 ya no habrá recurrencia al “partido militar” como “recurso de alzada”. La
“reserva moral de la Patria”
también fue barrida por una estrategia de aproximación
indirecta del RU (1) desde 1982. Desde entonces
estamos
y estaremos condenados a buscar las soluciones dentro de este sistema político y con este Estado
residual, ambos cuasi
inexistentes. Sin embargo deberemos recuperarlos
-de algún modo- por vías
constitucionales. Es la etapa en la que
vivimos hoy -en el 2020- en medio de una gran confusión, envueltos
en
una incertidumbre que angustia, mucho más
que la pandemia (10).
En 1989 llegamos a creer que ya no habría “Estado prebendario”. Las
inflaciones
lo habían
aniquilado. El “estado de necesidad” resultante obligó a intentar -sin convicciones- una economía de producción y de mercado. Sin embargo en los 2000 ya estamos de regreso en
el populismo económico subvencionado. Las falacias -en su ápice histórico- alcanzaron a manipular a una gran masa social. Entendamos que:
“las
falacias
son
estructuras de pensamiento-acción que ratifican creencias, a partir
de interpretar
a la
realidad a través de la apariencia de los hechos, enmarcados
dentro de un contexto de ideas hipotéticas, que a su vez
sostienen a estas creencias” (7).
Hemos insistido que las posguerras han producido entre nosotros un efecto de significativa transculturación. Ello acarreó un debilitamiento ético en el campo de la Política -desplazada en su rol
por la embestida de una ideología fracasada- y se trasladó al pueblo como corrupción, como podredumbre moral. El “entrismo” de izquierda no ha
dejado a un solo partido
tradicional en pie. Escalamos así, rápida y negativamente,
a
una
cultura contractiva cuya característica central “es evitar
la
responsabilidad de las
situaciones que promueve, desarrollando soluciones aparentes, que siempre resultan disfuncionales”.
La especulación de los grupos
corporativos,
rotativamente asociados
con
el Estado, también
ha regresado. La salida de esta crisis sociopolítica será larga y difícil, pues
su
solución requiere grandes transformaciones sociales y culturales. El
desarrollo político no se alcanzará rápidamente.
El impulso de las reformas
económicas en los ’90 surgió del drama hiperinflacionario. No
desde la razón política-dirigencial. La
libertad económica se emprendió sin recuperar las
instituciones y, naturalmente fracasó. Nos llevó al drama actual por la vía de las ingenierías
electorales
fraudulentas. Los negocios
cortos
de la corrupción dirigencial anulan al bien común,
que exige la gran empresa del desarrollo político e institucional.
La relativizada cultura de la clase media urbana fue la más afectada por la economía
abierta y competitiva y, con la excusa de la existencia de una mayor corrupción
funcional votó al “progresismo”, un neo-marxismo volcado a la moralina de un discurso hueco, con la
secreta esperanza de volver a
la prebenda estructural en sus diversas formas, mientras califica a la economía de mercado como “conservadurismo”.
La tenaz resistencia a los cambios estructurales
e instrumentales
que son exigidos por la
presente civilización es tan firme en estos estamentos, como lo es
su
facilidad para el desliz hacia el “hombre light”, es
decir, hacia la quiebra de las
virtudes heredadas e incambiables.
El progresismo, para persistir en su actitud cómoda y egoísta, necesita la continuidad
del deterioro de las Instituciones del Estado. Si lográramos lo contrario, restableciendo
el
Estado-Institucional, dándole una conducción política inteligente y luego de un gran
esfuerzo, nuestra Argentina reencauzaría su destino.
Ya en el pasado tuvo la oportunidad de mostrar su gran capacidad de superación. Esa capacidad aun existe, pero hay que movilizarla. El bloqueo a la rehabilitación del Estado Nacional Necesario, como reiteradamente lo
hemos expresado, está directamente relacionado con la explotación de la batalla perdida frente al totalitarismo terrorista-revolucionario
de
los ´70
y
al
resentimiento
social
de los grupos desarraigados
que
lo apoyan.
La “Primera Argentina Agropecuaria”, luego
de una prolongada agonía de un siglo, agotó
por estratificación al “proyecto del ’80” relacionado con el imperio hegemónico inglés
hasta la Segunda Guerra Mundial. Desde 1945 -cuando el Reino Unido gana
la guerra y pierde el Imperio-
la Argentina navega a la deriva. Durante años
será un “país paria”, “amigo de todos
y aliado de nadie”.
Raymond Aron llegará a decir que “fue la decepción de Occidente en el Siglo XX”. Solo su fortaleza
natural puede permitirnos
tan larga y agónica
decadencia. Entre 1982 y 1989 el Proyecto del siglo XIX se agotó,
sin
relevo.
Paul Samuelson -Premio Nobel de Economía- señaló a mediados del siglo XX …“Ha sido un milagro que la Argentina, a
pesar de contar con todos los atributos para constituirse en una de las mayores economías
del mundo, se convirtió en uno de los países más
atrasados”...
Carlos García Martínez publicó en 1983 su oportuno y profundo libro “La Grandeza
Argentina”. Una de sus
conclusiones fundamentales
es esta:
“…la verdadera raíz de nuestros males es la inexistencia de una concepción política capaz
de renovar
profundamente las Instituciones”…
El núcleo de su tesis se encuentra en la Tercera Parte de su libro:
“La Inestabilidad Política es la madre y el padre de nuestra decadencia” y
“La Inestabilidad Política y la Crisis del Estado son consecuencia y derivación de la
fractura espiritual de la clase dirigente”.
La “fractura espiritual” es el extravío cultural de la clase media que gobernó durante
todo el S.
XX.
Es
la
pérdida de su identidad,
de
su cultura.
6) La “Generación Malvinas”.
En 1982, agredidas por el “atlantismo” en Gritviken
con un incidente provocado, la Argentina y parte de la América del Sur despiertan de su letargo. Pierden una batalla
convencional en una extemporánea gesta anticolonial,
que es a su vez el hito de un posible
despegue hacia una Segunda Argentina y
hacia una eventual
y necesaria Unión Sudamericana.
El ideologismo que abarca a un sector de la dirigencia -autista- de la Argentina decadente, impidió abarcar y comprender el espíritu y la actitud de la naciente
Generación Malvinas.
No vio la oportunidad enorme que
esta posguerra traía en sus pliegues. En 1983 llegó al
timón un hombre con graves carencias intelectuales y una alta ideologización. Un típico argentino “desarraigado”. Iniciamos una inexplicable transición negativa.
Ortega y Gasset señalaba hace décadas que…“en el pivote de la Historia,
están las generaciones”.
Luego
de
varias generaciones argentinas
ausentes,
envueltas
por
el torbellino de nuestros desencuentros, la Generación Malvinas
tiene hoy una oportunidad trascendente, tal como nuestro vecino Chile percibió con éxito en 1973.
En 1983 se iniciaba el siglo XXI para los
argentinos. La transición al estado de derecho,
cuando la guerra fría
tocaba a su fin, debía interpretar a su circunstancia y seleccionar los
pasos
a seguir. No lo hicimos. Nuestros
vecinos, observadores
directos
de nuestros dramas sangrientos, reforzaron su identidad, entendieron a
su circunstancia internacional
y plantearon su unidad de fines. Tuvieron la audacia de poner el reloj
en
hora.
Nuestro primer objetivo
deberá ser la rehabilitación del “Sistema Político” y del “Estado Necesario”, vitales instrumentos para recuperar
la confiabilidad, interna y externa, que
permitirá alcanzar el escenario que configura a
una
“Segunda Argentina”, la “Argentina
Posindustrial”.
II. La Segunda Argentina.
1) Geografía y Cultura.
Si nos detenemos a observar el mapa físico de América del Sur,
tres
Regiones
diferenciadas
surgen de su relieve y de su hidrografía: la Orinoquia, actualmente con graves problemas políticos, económicos
y
estratégicos; la Amazonia, como vastísima y rica área
anaecuménica y la Región del Río de la Plata, que
se proyecta desde San Pablo en el
Norte, hasta Valparaíso hacia el Oeste, abarcando
el
espacio más poblado y desarrollado de nuestro sub-continente.
Dentro de ésta última región se encuentran la mayoría de las capitales de los
países con los
que compartimos
un origen y una cultura común: “la unidad realizable de América Latina”
o “ la nacional idad territ orial
de
la
Confederación
del Plat a ”.
La política exterior
del Imperio Británico logró desintegrar
a los Estados creados por
España en América del Sur. La balcanización buscaba el debilitamiento de los nuevos países independientes. Los
Libertadores -en su momento- intentaron en vano la recuperación de la unidad.
Alcanzado el siglo XX, luego de la Primera Conferencia Panamericana en Washington
1889-1890, el uruguayo José
Enrique
Rodó
-en “Ariel”- planteaba un
afrancesado “latino
americanismo”, como respuesta a la enérgica embestida de EE. UU. sobre el Sur.
El argentino Manuel Ugarte le sigue -1910- en la misma huella, con la
publicación de “El Porvenir de América Latina”. Prevé a Méjico en el Norte y a Argentina, Brasil y Chile en
el
Sur, como centros
impulsores de la unidad.
En 1913 el peruano Francisco García Calderón publica “La Creación de un Continente”.
Es la primera gran síntesis dinámica de la historia conjunta de Iberoamérica. En su último
capítulo, lanza el siguiente vaticinio:
“A orillas del Plata heráldico, Buenos Aires tentacular, Montevideo reformadora; en la majestad del trópico, Río de Janeiro dominadora, anuncian por su imponente avance la
futura grandeza
de las naciones fraternales: sobre lentas crisálidas adivinamos ya el
dorado vuelo de las alas audaces”.
La unidad iberoamericana comenzó a reconstruirse -tímidamente-
cuando la alianza Buenos
Aires- Brasilia -en 1977-
encontró un camino
estratégico.
Pero no prosperó.
2) De la Confrontación Heredada a la Cooperación Necesaria.
Las expresiones mayores del rostro bifronte luso-castellano de América
del
Sur, habían heredado de sus Metrópolis fundadoras, un conflicto profundo. La Casa de Braganza giraba en la órbita del Imperio Británico y
éste había resuelto que ambas márgenes del Río de la Plata “no podían quedar en manos de
un solo Estado”.
La ocupación brasileña de la Provincia Oriental nos llevó a la guerra y
la intervención de Lord Ponsomby produjo la independencia de la Provincia Oriental del Uruguay. Ésta era una
provincia
central del Virreinato pues
disponía de los puertos y era el “glacis
estratégico” de Buenos Aires frente a los luso-británicos. Desde aquellos años -y por largo
tiempo- la situación estratégica sobre el foso del Paraná fue
la principal preocupación
estratégica de Argentina y Brasil.
En la década del ’20 el Capitán Travassos publicó “Proyección Continental del Brasil”. Este joven Oficial del Ejército
brasileño advertía allí que la Argentina reforzaba la natural orientación Sur-Norte de sus Ríos principales, con el trazado de los ramales ferroviarios que penetraban hacia la profundidad de Hispanoamérica. Brasil debía cortar el ingreso
argentino hacia el Norte
con
el dominio del “triángulo de plata”: Santa Cruz de la Sierra -
Cochabamba - Sucre. Las generaciones brasileñas subsiguientes
siguieron el mandato de Travassos: Golbery da Couto e Silva – Meira Mattos – Terezinha de Castro.
En 195l hubo un intento de
Perón, Vargas e Ibáñez del Campo para
construir un “Nuevo
ABC”, como “núcleo básico de aglutinación” de América Latina. Los conflictos sociales y dirigenciales y los
grupos de presión, no acompañaron a estos Presidentes. Los tres cayeron
en
poco tiempo. Uno por suicidio y los otros dos por golpes
de Estado. Las dirigencias
regionales estaban preparadas para la “intermediación” de poder. La integración debía esperar.
Las ideas que en aquel momento promovieron esta iniciativa nos han llegado a través de la
comunicación que el Presidente
argentino hiciera llegar a Getulio Vargas, por vía del Embajador Lusardo:
“La unidad comienza
por la unión y ésta
por la unificación de un núcleo básico de aglutinación. Ni
Argentina,
ni
Brasil ni Chile aisladas, pueden soñar
con la unidad
económica
indispensable
para
enfrentar
un
destino de grandeza.
Unidas
forman, sin
embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los dos Océanos
de la
civilización moderna. Así podrán intentar,
desde aquí, la
unidad latinoamericana como una
base operativa polifacética, con inicial impulso indetenible”.
En los años ’70, cuando los hombres de la Revolución
del ’64 -en Brasil- iniciaron las grandes obras hidroeléctricas que exigía el proyecto de industrialización en marcha, el
antiguo conflicto recrudece. Las obras se realizaron sobre sistemas hídricos compartidos. Debieron ser concebidas
con una planificación centralizada y en cooperación, para obtener
la más alta rentabilidad, el más
alto cuidado del medio ambiente y del recurso natural. La
situación conflictiva lo impidió. Brasil impuso su situación de país “aguas arriba”.
Como paradigma, digamos que
la mayor obra hidroeléctrica del mundo -Itaipú- construida en esos años y en ese espacio, no se localizó en el punto de óptimo rendimiento económico
y ecológico, sino en el de mayor rentabilidad estratégica frente a la Argentina, clausurando
el
Río Paraná hacia el Norte, en nuestra frontera.
Pero mientras estos hechos ocurrían, Brasil había comenzado a ampliar los
espacios cultivables
en
sus Estados de la Cuenca Platense a través de la deforestación.
En 1989 ya producía seis millones de toneladas de soja y doce millones de cabezas de ganado vacuno
en
esa zona y su única vía de salida económica era la Hidrovía
Paraguay-Paraná-Plata, que en varias conferencias de
estos últimos
años hemos propuesto llamar “Sistema Hídrico
Sebastián Gaboto”, en homenaje a quien lo descubriera.
También
ocurría otro hecho
de significativa
trascendencia: en
Enero de
1977 las Cancillerías de Argentina y Brasil producen un comunicado conjunto, referido a la “cooperación en política nuclear
e intercambios
científicos y técnicos entre las
Comisiones
de Energía Nuclear de
ambos países”.
En
1980 se firmó el Acuerdo
para
“la cooperación
en el
desarrollo
del ciclo del
combustible nuclear” y en 1985 se
estableció “un sistema conjunto de
verificación de sus respectivos
materiales nucleares”. Ambos
países adhirieron al Tratado de Tlatelolco.
Estábamos en presencia de una nueva relación bilateral,
política y estratégica, lograda en un
brevísimo período. Ambas naciones acordaban la plena
instrumentación de salvaguardias ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), extendiendo la
confiabilidad al ámbito internacional. Los cimientos para ingresar a un proceso integrado
de industrialización con altas tecnologías, estaban establecidos.
Este fue un
punto de total inflexión en las relaciones
regionales. De la confrontación
heredada
de
las respectivas metrópolis,
pasamos a la cooperación necesaria
a
ambos Estados. Poco tiempo antes, esta evolución regional era
impensable. Sin embargo, la ausencia de un sostén político continuo, lleva de
tropiezo en tropiezo la continuidad de la
integración, hoy meramente comercial, de un Mercosur en continua degradación.
3) Desde el Mercosur a la Unión Iberoamericana.
A partir de 1989/91 el fin de la guerra fría cataliza este rumbo y se consagra en el Tratado
de Asunción. Ahora la integración económica -el Mercosur- cuenta con un débil soporte político-estratégico que
no había
existido con anterioridad y el cuadro de
situación internacional impulsa a la regionalización y a la formación de bloques económicos, en el “ámbito difuso” de la globalización planetaria posguerra fría. Ese soporte fue insuficiente (11).
Era imperioso avanzar a un acuerdo de seguridad colectiva y
defensa común que se
hizo
inviable cuando el precio del barril de crudo se elevó significativamente y el petrodólar venezolano permitió reiniciar el
proceso pseudo-revolucionario, conducido
por
el Foro de San Pablo.
La continuidad
del eventual eje político Buenos Aires - Brasilia a partir de los años 2000,
se
verá interrumpido por éste nuevo impulso a la pseudo-revolución
marxista. EE UU
ofrece en Mar del Plata el ingreso a un TLC -el NAFTA- y Buenos Aires responde con una “contracumbre” conducida por ¡Diego Maradona!
Urgía encontrar en el ambiente altamente
riesgoso de la guerra mundial “contraterrorista
global” -desde el año 2001-
el
camino hacia un sistema colectivo de seguridad estratégica que preserve un futuro político en Paz frente a los nuevos riesgos y amenazas internacionalizadas que el área no puede enfrentar con éxito
en
la soledad de cada uno de sus
actores regionales.
Se hace
imprescindible salvaguardar a los Estados Nacionales Necesarios como instrumentos jurídicos de la Seguridad, la Justicia y la Equidad Social, ya
que el mayor riesgo estratégico iberoamericano posguerra fría es, justamente, la pérdida de las instituciones estatales,
desquiciadas
durante
el desarrollo
de
la guerra
contrarrevolucionaria -1959/1989- y, particularmente en la etapa subsiguiente: el actual “estado de guerra civil revolucionario” -1989/…- (1).
Esta
exigencia
conduce
-necesariamente- a un “Mercosur
Político”
y
este
exige una Política de Seguridad Colectiva y Defensa Común. Esta nueva organización -“Federal
Continental”- obligará
a las dirigencias políticas regionales a
superar sus muy bajos rendimientos frente a graves conflictos generalizados, que les
han
anulado la confianza y
credibilidad de los
representados. La despolitización de la juventud
es una demostración de
su
desesperanza. El número de bajas, el escandaloso agravamiento del tipo de delitos y la
metástasis de la corrupción social, son algunos
indicativos de la situación alcanzada (12).
Un nuevo entramado institucional,
competitivo, abierto a las
relaciones regionalizadas
continentales, desbordará a los antiguos egoísmos clasistas y localistas. Surgirán
nuevas visiones y mayores controles cruzados
que anulen el alto estándar de corrupción política.
Alberto Methol Ferré, desde la ROU lo expresaba,
hace unos pocos años:
“las visiones de justificación exclusiva, darán paso a la visión inclusiva de
la dinámica
integradora”.
De los 800 millones de potenciales habitantes del futuro continente integrado -actualmente con serios y antiguos disensos regionales
y sufriendo las extemporáneas aspiraciones
revolucionarias del populismo neo marxista- la mitad corresponde a nuestro hemisferio iberoamericano.
Quienes reflexionen
desde
lúcidas
percepciones históricas
y políticas
deben asumir cuál es el “subsuelo-soporte cultural” de este nuevo actor internacional
hispano-luso americano. Se trata del Occidente Cristiano -de su reserva contemporánea-,
ante la crisis prolongada del “viejo continente”.
El pretendido
camino de retorno a los
’70
intentando una “internacional socialista iberoamericana” con el apoyo y la
coacción del petróleo, del gas o del narcoterrorismo es,
como mínimo, extemporáneo. Una utopía ideológica
que inexorablemente nos
lleva a la
autodestrucción. La demostración cabal de
esta situación quedó plasmada el 17 Ago
20, en
todo el país.
Organizar y consolidar los
instrumentos básicos de la integración política subcontinental, para lograr su eficiencia funcional en el mundo
multipolar del siglo XXI, nos lleva a
proponer sin demora el cambio de rumbo de nuestra Argentina y recuperar -en el más
breve
lapso- las décadas perdidas.
3) La metamorfosis
hacia Mercosur Político.
Actos político-estratégicos que las circunstancias
fueron
imponiendo nos acercaron al fallido Mercosur Económico. Fueron aquellos
que permitieron pasar de la “confrontación
heredada, a la cooperación necesaria”. La situación actual, conflictiva y sin horizontes, “en un nuevo orden internacional complejo y difuso”, exige
nuevos actos
políticos, dentro
de un proceso que no acepta demoras para
llegar a
la integración regional:
el Mercosur
Político.
La Argentina no puede tomar la iniciativa
para tan enorme empresa, sin integrar
previamente su propio territorio y quebrar la “continuidad de su estado de guerra civil-revolucionario” (1). Para ello nuestro Instituto ha elaborado -a nivel esquemático- un Plan Estratégico Nacional
-de base geopolítica- que titulamos “La
Segunda Argentina Posindustrial”.
Para que esta posibilidad encuentre viabilidad deben cumplirse, entre otros y como mínimo, los
siguientes pasos
prioritarios
y simultáneos:
• Entender la “naturaleza y origen” de la crisis-decadencia que nos
aplasta.
• Recuperar la “identidad”, la “pertenencia a la cultura heredada”.
• Rehabilitar al “Estado- Institucional”, en todos
sus niveles.
• Recuperar la “credibilidad”, del mandante en los mandatarios y la de la “aldea mundial”.
• Definir la “inserción de la nación”, en el mundo y en la región.
• Reeducar y recapacitar -cuanto antes- a la masa laboral para ingresar a la economía competitiva, empleando intensamente los medios tecnológicos
que así lo permitan.
• Realizar un inteligente e intenso empleo de los medios de comunicación, en función de
los objetivos establecidos.
Cumplidas estas condiciones básicas y prioritarias y lanzada la recuperación del concepto de República y del Estado Institucional,
habrá que instrumentar:
• la integración política regional iberoamericana, a través de un “Acuerdo de Seguridad
Colectiva y de Defensa Común” y
• el ingreso a los
mercados internacionales, desde la región,
con
capacidad competitiva.
5) Una Segunda Argentina es
posible.
Nuestra Patria
no
puede ingresar a la integración
regional-continental -planteada por nuestros
Libertadores- si previamente no integra y desarrolla su propio territorio.
Cumplidas las condiciones señaladas en el punto 4) -sin hesitaciones ni demoras-
la Argentina deberá lanzarse a la conquista de sus objetivos políticos de largo plazo. La “visión estratégica” deberá dejar de ser discursiva, para ingresar a los
hechos -“a las
cosas”- que nos
lleven a “La Argentina Posindustrial”.
La “Proto-Argentina” nos
había entregado un fuerte soporte cultural que nos permitió
ser expansivos: lo hemos perdido y hay que recuperarlo.
La “Argentina Agropecuaria” -que hemos llamado “Primera Argentina”- aun nos brinda
generosamente el escalón que nos
permitiría ascender a
la “Segunda
Argentina
Posindustrial” y ésta nos ingresaría
a
la
“Civilización del
Conocimiento”
en plena expansión, en el ámbito complejo de la globalización planetaria.
Necesariamente la Argentina, para
emprender la inmensa
empresa que la lleve
a alcanzar su
destino,
debe encontrar el o los Estadista (s) que lidere (n) con firmeza su nuevo
rumbo
y éste o estos
hombre (s), emergente (s) de la “Generación Malvinas” deberá (n)
tener la firme audacia de declarar solemnemente la Pacificación Nacional.
Ambas condiciones -imprescindibles- para emprender
el magno
desafío ya
fueron recorridas con total éxito -a fines del siglo XIX-
por una Argentina postrada, luego de la
Guerra de la
Triple Alianza, envuelta en una
violenta guerra civil y con un ochenta por
ciento de analfabetos.
El lema de aquellos años -que permitió llegar a nuestro zenit histórico- fue: “Paz y
Administración”.
Aquel proyecto agropecuario que encumbró a la Primera Argentina -como lo describimos
en
I. 2)- sumó en una síntesis exponencial a los objetivos
exitosos de los últimos gobiernos
nacionales: la Constitución,
la inmigración, la alfabetización, los ferrocarriles, etc., que
fueron -aisladamente- civilizando a la joven nacionalidad argentina. La lucidez del estadista Julio A. Roca los sintetizó en una combinación proyectada al futuro
que le dio una
nueva impronta -al país casi inexistente- e ingresó así al “top-ten” internacional, en menos de
una década.
¿Era un milagro?, ¿tenía Roca una
varita mágica?: No, el tucumano era un estratega y un estadista nato. Esa fue la clave.
Héroe en la retirada de Curupaytí, factor de la victoria en Ñaembé, Comandante en Jefe en la victoria de Santa Rosa -que nadie
esperaba-, es este último hecho político-militar el que salva la continuidad constitucional de la presidencia
del
Dr. Avellaneda, produce el ascenso a Grl. de Roca, luego su exaltación al Ministerio de Guerra y Marina desde donde resuelve
la centenaria guerra contra el “malón”, triunfa en la Revolución del
´80
y - consecuentemente- llega su natural candidatura
a la
presidencia de
la república, que
obtiene
a través
de la Liga de Gobernadores del Norte -del País
Tucumanés Fundacional-.
La pacificación nacional roquista se alcanzó en
dos frentes: terminó con la centenaria “guerra contra el malón”
en ocho meses y al menor costo de sangre. Ello permitió al país la expansión hacia el Sud, ocupado a lo largo de décadas
por los araucanos chilenos
que llegaban en su rapiña violenta hasta el Río Salado o a la Villa de Luján. El otro frente fue el
de la
guerra civil histórica: la Confederación
contra la Provincia de Buenos Aires. Derrotados “los rifleros de Tejedor”, Roca -generosamente- abrió el diálogo político
interpartidario y así llega a un primer
lapso de Paz.
El primero, desde el 25 de Mayo de 1810. La
Argentina tiene las puertas abiertas para progresar. Se afirma la Constitución y hay un proyecto de país en marcha.
6) Un plan estratégico no escrito.
Los camaradas que en los fogones de la guerra civil o en la del
Paraguay llamaron a Julio Argentino Roca “el Zorro”, ¿qué
querían
significar?, ¿porqué
lo comparaban con ese ágil
habitante de nuestro variado
espacio físico, que aun hoy intenta organizarse
como Nación? La aguda observación de aquellos aguerridos oficiales lo distinguían así porque
el
joven tucumano veía un poco más
allá que sus pares. Tenía “visión estratégica”, no solamente
para descubrir lo que había detrás de la niebla que oculta al futuro, sino porque llegaba a la
“ola profunda”, a
lo sustantivo,
a la naturaleza de las cosas a resolver. Y esa cualidad -
natural en él- lo había llevado a una carrera meteórica que coronó como Grl invicto, cuando recién cumplía
sus treinta años.
Asumida la presidencia de la república
convocó a los mejores talentos para conformar su gabinete.
Podrá decir a la Asamblea Legislativa del mandato
inaugural
que todos
sus Ministros eran “presidenciables”. Dialogó con cada una de las corrientes
de opinión opositoras y
elaboró su plan de gobierno -sin siquiera escribirlo- sumando los hechos
positivos que se habían realizado hasta entonces pero,
el presidente los “combi n a”,
“
los unifica” en el proyecto de la “P rim era Argen ti n a Agropecu aria
”.
Hoy podemos homologar sus pasos para alcanzar la
“S
egu n da Argen ti n a
Posindustrial”.
Sobre el firme cimiento de la cultura fundadora de la Argentina -1560- que el nuevo presidente tenía incorporada desde su patricio hogar tucumano noble y
austero y desde su
escuela primaria franciscana en San Miguel de
Tucumán, hizo deslizar audazmente a la
civilización de su tiempo, recibida
de los profesores franceses del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay y de sus permanentes
lecturas.
Superó a la larga discordia pues
comprendió las verdaderas
causas de los
sangrientos
desencuentros. Éstos lo habían
mantenido en campaña durante décadas, desde su
adolescencia, en la larga guerra civil argentina.
Pacificado el país, la “estancia vieja” -ovejera- se expandió y se alambró. Se transformó en
la “estancia nueva” -vacuna-, que mestizó a la
vaca criolla -devenida de los animales lanzados a la pampa por Don Pedro de Mendoza- con toros
puros, importados. El
mejoramiento de la calidad de las carnes permitió las exportaciones a nuevos y ampliados
mercados, enfriadas por la nueva tecnología del frigorífico. El “tasajo” y el “saladero” quedaban en la historia. Las nuevas tierras -recuperadas al delictivo ocupante bárbaro
y extranjero- empezaron a roturarse y pronto la Argentina se convirtió en el “granero del
mundo”.
El
plan
ferroviario
del Ingeniero
Emilio Mitre que abarcaba
a
la
“ pampa
húmeda ”, conformaba dos
grandes abanicos de rieles con base en los
puertos
de Rosario -“la Chicago
Argentina”- y de Buenos
Aires, ahora Capital Federal, con Aduana Nacional.
Este plan ferroviario fue la “base geopolítica” de un explosivo desarrollo económico.
Sobre estas redes ferroviarias se establecieron las estaciones de carga cada veinticinco
Kms., facilitando así el acceso de los carros hipomóviles, cargados de granos, desde las
“chacras gringas”. Sobre esas estaciones ferroviarias se formaron pequeños poblados al servicio del hinterland “agropecuario”. Así se pobló, ordenadamente, con alto “control
social”, el territorio pampeano naturalmente regado. Frente a una de esas estaciones
ferroviarias
he nacido y he tomado las
vivencias que aquí describo.
Fuera de esa “pampa verde” se extendía aquel fundacional
“interior profundo”, el “amplio secano argentino”, el
“país tucumanés”, casi anaecuménico y la recién recuperada Patagonia
inexplorada, en donde
permanecían algunos antiguos
“oasis” y “economías regionales”, progresivamente empobrecidas
y aisladas
-fuera del
mercado de la nueva economía competitiva-
por los crecientes costos del transporte automotor y por la ausencia de un sistema de transporte multimodal que se adecuara a las grandes distancias del país,
y posibilitara el alcance a los puertos de mar, con una estructura de costos
razonable.
La ceguera ideológica y la “visión de campanario” impidieron actualizar dinámicamente el
proyecto
inicial
e instrumentar
el acondicionamiento del
espacio geográfico con
los
avances científico-tecnológicos, paso a paso, a lo
largo del siglo XX. El exitoso “Proyecto
de la Primera Argentina” se estratificaba y la Argentina no integró su espacio.
El “cuestionamiento social” paralizaba al dinamismo del pensamiento político. Ver I.,
3) 4) y (3) (4) y (5).
Se iniciaba así el largo lapso de “cuestionamientos sin propuestas”. Crecía el conflicto social -guerra social- producto de la cíclica
escasez y de la ausencia del diálogo político.
El gran país del Plata carecía de grandes políticos: de estadistas y estrategas.
Desde
1959
la
histórica
guerra civil se
hizo
“revolucionaria” (1)
y
el cuasi
Estado Nacional reaccionó tarde y mal, recién en 1974. En 1982 un “incidente provocado” es escalado a guerra limitada -frente a la OTAN- y nos llegó una derrota “convencional”.
Al año siguiente -explotando el colapso del Proceso-
los simpatizantes de los “revolucionarios marxistas” alcanzan -con sigilo- el poder y
el
RU, con una admirable
maniobra estratégica de aproximación indirecta, logra que
“los entrismos de izquierda” se
apoderen de
los “derechos humanos” -para
ellos desconocidos-, legislen sobre la
“inseguridad nacional” y así, en pocos años la Argentina empobrecida, desarmada y
confundida, se dirige aceleradamente -desde el 2001- hacia el estatus de “Estado
Fallido”
(13) (14) (15).
La tensa y grave situación que vive
la sociedad argentina del presente tiene una
“válvula de escape” en las próximas elecciones y la esperanza de un cambio de rumbo que exige, como condición central,
la pacificación nacional. Sin instituciones, el “mandante” se
encuentra en el 2020 en “cabildo abierto” permanente y se expresa en las
Fechas Patrias.
Para que la concordia llegue un nuevo gobierno tendrá que homologar la actitud y la decisión del Presidente Roca en 1880 al asumir su primera presidencia: abrir el diálogo
político,
cerrar el pasado confrontativo y plantear un destino de unidad.
Nuestro IEEBA -durante décadas- ha ido perfeccionando y actualizando un nuevo destino para la Argentina en el
siglo XXI. Esquemáticamente lo expresaremos en el próximo y último punto de éste trabajo.
7) Una idea geopolítica superadora: “La Segunda Argentina Posindustrial”.
Hace quince años, como prólogo de uno de los
trabajos iniciales del Plan Estratégico
Nacional -que más abajo enunciaremos esquemáticamente-
citábamos una frase de la sabiduría Tao (16).
Vamos a repetirla:
“Aprende a no
aprender, regresa por el camino que los demás ya han recorrido y así, sin
atreverse a obrar, favorece la evolución natural de todos los
seres. El sabio no es erudito y el erudito no es sabio. El sabio no atesora y ofreciendo a los demás, se hace rico. El camino del cielo beneficia y no perjudica.
La norma del sabio es
obrar sin combatir”.
“¿Aprendimos
a no
aprender?”. Con la situación que vivimos ¿será suficiente para reflexionar y al mirar, poder ver? En el país naturalmente rico reflexionar es difícil y aun
más difícil cuando
se induce,
homeopáticamente,
a
no pensar. A improvisar
según
caprichos o ideologías. Sin embargo, hoy la caída es grande, en todos los frentes. ¿Es necesario enumerarlos? Creemos que no. Claro está: “no hay peor ciego que el que no
quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír”.
La oportunidad ha llegado. Está en manos del soberano y debiera estar en la cabeza de sus dirigentes. Si recuperamos nuestra identidad y la
Paz social y entendemos nuestra dinámica
circunstancia internacional, solo nos faltaría establecer un destino para las próximas
décadas: los objetivos
políticos
para nuestra
generación. Para ello
hemos elaborado el plan que responde al título de éste trabajo.
Ésta propuesta -abierta al debate- establece una maniobra integrada -“regresando por el camino ya recorrido”- que tiene por meta dar solución a los graves problemas sociales, políticos
y económicos actuales. En el campo social, eliminar las “villas de emergencia” en
todo el país, en un plazo de 12 años. En el campo económico triplicar el PBN y el ingreso per cápita, en el
mismo plazo y en el área política, resolver cuanto
antes la inseguridad, la indefensión
nacional y
la corrupción,
recuperar la federación, el
sistema
judicial y el desarrollo político.
Así como la “base geopolítica” del Proyecto del presidente Roca fue
el
plan ferroviario del
Ingeniero Emilio Mitre, nos serviremos en nuestro proyecto del Plan de Hidrovías
Nacionales y Regionales
del Ingeniero Geógrafo Carlos Pellegrini Felizia, que agregamos como Anexo 1. Su lema es: “ ni
una sola
gota
de
agua
dulce
al mar, sin
aprovechamiento previo”.
Allí, en el mapa anexo, podrán observarse los
canales de irrigación y transporte, la localización de los
puertos
de transferencia de cargas
de un sistema multimodal y, sobre estos puertos se
establecerán una
o dos
“ciudades nuevas” a poblar
por quienes
actualmente “cercan” a las grandes ciudades, en un ambiente de pobreza y delitos. El
narcoterrorismo quedará
sin
“santuarios” y el espacio argentino quedará integrado con un
sistema de transporte en el que
la autopista sirve al ferrocarril y éste a un sistema
de canales fluviales
que alcanzan a los
puertos
marítimos,
de aguas profundas.
El enorme secano
argentino -en clima cálido, templado
o frío- tendrá riego según las especies a cultivar y éstas serán tratadas en las fábricas robotizadas próximas a las ciudades
nuevas, donde habitan los
servicios de apoyo para que los productos del hinterland sean
productos terminados y se embarquen, para su exportación o consumo interno. El volumen y la variedad de productos aumentará exponencialmente, como lo hará el PBI y el ingreso
per
cápita. La Argentina recuperará el lugar que le corresponde en la región y en el mundo.
Para llevar adelante éste plan esquemático,
será necesario instrumentar los
siguientes programas:
1. RECUPERACIÓN DE LA PAZ SOCIAL Y LA CULTURA NACIONAL A TRAVÉS DE UNA REFORMA EDUCATIVA Y RECUPERACIÓN DE LAS FUERZAS DEL TRABAJO.
2. REFORMA DE LA CONSTITUCION NACIONAL Y DE LA LEGISLACIÓN NACIONAL.
3. GEOPOLITICA PARA LA INTEGRACION NACIONAL Y REGIONAL.
4. PROGRAMACIÓN E INGENIERÍA DE
LA CANALIZACIÓN NACIONALES Y REGIONALES.
5. ACONDICIONAMIENTO GEOGRÁFICO PARA LA INTEGRACION
ESPACIAL DE
LA SEGUNDA ARGENTINA POSINDUSTRIAL.
6. INGENIERIA DE PUERTOS DE TRANSFERENCIA DE CARGAS Y PUERTOS DE AGUAS
PROFUNDAS.
7. PROCESO DE ERRADICACIÓN DE VILLAS DE EMERGENCIA Y CREACION DE NUEVAS CIUDADES SOBRE LOS NUEVOS PUERTOS.
8. POLÍTICA EXTERIOR PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
9. POLÍTICA ECONÓMICA PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
10. POLÍTICA DE SEGURIDAD NACIONAL PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
11. SISTEMA POLÍTICO Y SISTEMA DE PARTIDOS PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
12. APOYOS EXTERNOS, NACIONALES E INTERNACIONALES DE ORDEN TECNOLÓGICO, ADMINISTRATIVO Y FINANCIERO
PARA LOS HOMBRES DE CORAJE SE HAN HECHO LAS GRANDES EMPRESAS Y PARA AQUELLOS
HOMBRES DE LA GENERACIÓN
MALVINAS QUE TENGAN LOS PIES EN EL
BARRO Y LOS OJOS EN LAS ESTRELLAS, SE HA PENSADO LA “SEGUNDA ARGENTINA
POSINDUSTRIAL”.
CITAS:
(1) H. J. Auel. “La larga guerra civil argentina y el actual estado de guerra civil
revolucionario”. 09 Jul 13.
www.ieeba.org
(2) Huntington y Harrison. “La cultura es lo que importa”. Ed. Planeta. May 01.
(3) L. H. Sommariva. “Historia de las intervenciones
federales en las Provincias”.
Ed El Ateneo.
1929.
(4) P. Sorokin. “Social and Cultural Dynamics”. Ed. American Book Co. 1937. (5) Expresión del Ex presidente Sanguinetti –de la ROU- a la prensa.
(6) J. B. Yofre. “Fue Cuba”. Ed. Sudamericana.
2014. (7) P. Behlohlavek.
Escuela Unicista. Buenos
Aires
(8) H. J. Auel. “¿Cómo salimos
de la actual emergencia política y estratégica?”. Ago
13. www.ieeba.org
(9) H. J. Auel. “Proyección
estratégica del Mercosur: fortalezas y debilidades”. Sep
02. www.ieeba.org
(10) La Nación. Editorial I. “La Argentina,
ante su mayor derrumbe institucional”. Bs
As – 11 Mar 15.
(11) E. Oliveira. “Mangabeira Unger: El Mercosur
es
un ‘cuerpo sin espíritu’ y el foco debe estar puesto en EEUU”. O Globo – Brasil. 09 May 15.
(12) J. M. Otero. “¿De qué se sorprenden?” 16 May 15.
www.ieeba.org
(13) F. G. Auel. “La Argentina y su probabilidad de llegar a la situación de Estado
Fallido, como riesgo estratégico, en el mediano plazo”. Ago 11. www.ieeba.org
(14) H. J. Auel. “Los argentinos ¿cómo salimos de la actual emergencia política y
estratégica? Ago 14. www.ieeba.org
(15) H. J. Auel. “Relaciones Cívico-militares, la necesaria reconstrucción del Estado y
de la imprescindible Seguridad Nacional,
Regional y Continental”. Sep 13. www.ieeba.org
(16) H. J. Auel. “Cultura, Civilización y Crisis Política”. Verano de 01. Anexo 1.
FUERTE abrazo Patricio