Nuestra
doctrina cristiana
nos
reseña con unción,
la
muerte y resurrección
de
quien a Dios nos hermana,
fue
una lejana mañana
en
que el hijo de María,
con
su palabra cumplía
y
así quedó demostrado,
ante
Tomás que azorado
al
verlo, creyó aquel día.-
Cuando
de la cruz bajaron
al
crucificado, muerto,
el
cielo que estaba abierto
negras
nubes lo enlutaron,
muchas
lagrimas brotaron
de
los ojos de María,
que
en su regazo cubría
aquel
cuerpo maltratado,
que
luego resucitado
a
los cielos subiría.-
Fue
José de Arimatea
tío
abuelo de Jesús,
quien
lo bajó de la cruz
junto
al buen de Nicodemo,
vieron
el rostro sereno
de
quien su vida brindara,
y
a nuestras vidas salvara
al
librarnos de pecados.
y
en nuestra muerte llevados
junto
al que al mundo creara.-
A
su cuerpo recubrieron
con
un sudario de hilo
y
con silencio y sigilo
entre
lagrimas partieron,
al
Dios Padre le pidieron
que
si Él resucitara,
a
su lado lo llevara
para
que su resurrección,
fuera
doctrina de salvación
en
todo aquél que lo amara.-
Ninguno
lo vio salir
de
aquel sepulcro sellado,
ni
siquiera los soldados
que
de custodias tenía,
fue
muy grande la alegría
de
Magda y sus seguidores,
al
ver aquellos fulgores
de
dos ángeles alados,
que
dejaron confirmado
que
no tuvieran temores.-
Fueron
muchos que lo vieron
y
lo escucharon hablar,
por
eso que sin dudar
en
la resurrección creyeron,
juntos
a su lado estuvieron
hasta
que llegó la hora,
de
subir con toda gloria
donde
su padre esperara,
y
a su diestra lo sentara
como
premio a su victoria.-
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