Hijo de Juana I de Castilla y Felipe
I el Hermoso, y nieto por vía paterna del emperador Maximiliano I de Habsburgo
y María de Borgoña, de quienes heredó el patrimonio borgoñón y el Archiducado
de Austria con el derecho al trono imperial del Sacro Imperio Romano Germánico,
y por vía materna de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de
Aragón, de quienes heredó la corona de Castilla, con el reino de Navarra y las
Indias Occidentales, y la corona de Aragón que comprendía los reinos de:
Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Valencia, Mallorca y Aragón, y el Principado de
Cataluña.
A pesar de que su segundo embarazo
estaba ya muy avanzado, Juana la Loca no iba a permitir que su marido, Felipe I
de Castilla, acudiese en solitario a la fiesta que esa noche había en el
Palacio de Prinsenhof, en Gante. Su personalidad celosa se lo impedía. Era el
23 de febrero de 1500. Durante la madrugada, la joven infanta, que por entonces
contaba con 21 años, comenzó a sentir unos fuertes dolores en el vientre.
Juana se retiró a una letrina
pensando que el motivo de su malestar era una digestión que se había
complicado. Allí, sobre un pequeño retrete, descubrió que estaba a punto de dar
a luz: Carlos venía en camino. Sola, sin ninguna doncella que le ayudase
durante el parto -en aquella época los nacimientos en las familias reales
debían ser presenciados por varios testigos para corroborar la legitimidad del
heredero-, parió Juana a su segundo hijo en torno a las tres de la mañana del
24 de febrero.
Ella quería ponerle el nombre de Juan
en recuerdo de su fallecido hermano, pero finalmente fue bautizado como Carlos
por deseo de su padre y en recuerdo de su bisabuelo, Carlos el Temerario.
El que estaba llamado a ser el hombre
más poderoso que el mundo había visto hasta entonces, nació en un
retrete...Esas cosas curiosas que tiene la historia a veces...
FVG
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