lunes, 30 de septiembre de 2024

CLUB DEL PROGRESO. ENCUENTROS LITERARIOS "FAROS DE ARMONÍA" PRESENTACIÓN DE LIBROS "DONDE NACEN LOS AROMAS" de María Rosa Grandes y "EL TÉ ES UN LUGAR SINGULAR" de Micaela Basterra

 

DIFUNDE EN COLABORACIÓN

DON CARLOS GUSTAVO

FUERTE abrazo Patricio 





San Ignacio Lazcano de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que  el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo  Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.




RAMÍREZ CREA LA REPÚBLICA DE ENTRE RÍOS (1820). El 29 de septiembre (día de San Miguel Arcángel) se conmemora el aniversario de la fecha en que Ramírez crea la República de Entre Ríos (1820)

La República de Entre Ríos fue un estado provincial de hecho independiente dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata, conformada por Entre Ríos, Corrientes y Misiones. 

Fue fundada por Francisco Ramírez —tras su ruptura con Artigas— el 29 de septiembre de 1820, desapareciendo poco después de su muerte ocurrida en 1821. Pese a su nombre de "república", no se proclamó como estado formalmente independiente ni se manifestó un propósito secesionista, sino que el uso de la palabra estaba en contraposición a las ideas monárquicas y centralistas predominantes en Buenos Aires. 

La República sería efímera, pero la tarea que realizó en ella Ramírez fue intensa. Sancionó reglamentos en lo militar, lo político, lo económico y la recaudación de impuestos, eliminando los derechos de importación. 

Efectuó la división del territorio en departamentos, cuyos gobernadores en lo civil y militar serían elegidos por la población de su jurisdicción. 

Estableció un régimen de administración de justicia, un servicio de correos, ordenó la realización de un censo y decretó la obligatoriedad de la enseñanza primaria, incluyendo la alfabetización y la aritmética. 

Prohibió además la matanza de ganado cimarrón, promoviendo la cría en estancias y la agricultura. Bajo su auspicio se realizaron los primeros comicios en la región. 

Fuentes: -Archivo General de Entre Ríos – Ministerio de Cultura y Comunicación..

FUERTE abrazo Patricio 

DON CARLOS GUSTAVO 



San Ignacio Lazcano de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que  el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo  Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.



lunes, 23 de septiembre de 2024

LEGIÓN PATRICIOS DE BUENOS AIRES. 1812 - 24 de septiembre - 2024 . 212º aniversario de la Batalla de Tucumán día de Nuestra Señora de la Merced

 

 LEGIÓN PATRICIOS  DE BUENOS AIRES 

En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día de la batalla, el general Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen, e incluso la tradición cuenta que solicitó la realización de un milagro a través de su intercesión. En esos mismos momentos, Tristán ordenó la marcha hacia la ciudad. Algunas fuentes indican que, en lugar de tomar el camino directo, rodeó la plaza desde el sur, intentando prevenir una posible huida de los patriotas en dirección a Santiago del Estero. Otras afirman que en el paraje de Los Pocitos se encontró repentinamente con los campos incendiados por orden del teniente de Dragones, Lamadrid, natural de la zona, que contaba con la velocidad del fuego avivado por el viento del sur para desordenar la columna española. En todo caso, utilizó el viejo Camino Real del Perú para poner frente a la ciudad, a una legua de ésta, en el paraje del Manantial.

Mientras tanto, y aprovechando la confusión provocada por el fuego, Belgrano –que había dispuesto al alba sus tropas al norte de la ciudad– había cambiado su frente hacia el oeste, contando con una visión clara de las maniobras de Tristán, y plantó cara a este en un terreno escabroso y desparejo, llamado el Campo de las Carreras. La rápida embestida sobre el flanco de Tristán apenas dio tiempo a este de reorganizar su frente y ordenar montar la artillería.

Belgrano había dispuesto la caballería en dos alas: la derecha, al mando de Balcarce, era más numerosa –contaba con la tropa gaucha recién reclutada– que la izquierda, al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez.

La infantería estaba dividida en tres columnas, comandadas por el coronel José Superí la izquierda, el capitán Ignacio Warnes la central y el capitán Carlos Forest la derecha, junto a la cual una sección de Dragones apoyaba la caballería. Una cuarta columna de reserva estaba al mando del teniente coronel Manuel Dorrego; el barón Eduardo Kaunitz de Holmberg comandaba la artillería, ubicada entre las columnas de a pie –demasiado dividida entre las mismas para ser efectiva– siendo su ayudante de campo el teniente José María Paz.

Fue la artillería revolucionaria la que inició el combate, bombardeando los batallones realistas de Cotabambas y Abancay, que respondieron cargando a la bayoneta. Belgranó ordenó responder con la carga de la infantería de Warnes, acompañada de la reserva de caballería del capitán Antonio Rodríguez, mientras que la caballería de Balcarce cargaba sobre el flanco izquierdo de Tristán; la carga tuvo un efecto formidable. Lanza en ristre, avanzaron haciendo sonar sus guardamontes y con tal ímpetu que la caballería de Tarija se desbandó a su paso, retrocediendo sobre su propia infantería y desorganizándola hasta tal punto que sin encontrar casi resistencia la caballería tucumana alcanzó la retaguardia del ejército enemigo.

Es imposible saber qué efecto hubieran podido tener de cargar desde ese sitio, en un movimiento de pinzas; compuesta en general por hombres de campo e ignorantes de la disciplina militar, buena parte de la caballería gaucha rompió la formación para apoderarse de las mulas cargadas con los avíos, incluyendo fuertes sumas en metales preciosos, del ejército realista. Con ello lo privaron también de sus reservas de munición y de provisiones, con las que se retiraron del campo de batalla. Solo la sección de Dragones que le daba apoyo y la caballería regular al mando de Balcarce mantuvieron el frente, pero junto con la pérdida de su equipaje ello bastó para confundir y desorganizar esa ala.

Mientras tanto, al otro lado del frente el resultado era muy distinto: pese a la presencia del mismo Belgrano, el avance de caballería e infantería de los realistas fue imparable, tomando prisionero al coronel José Superí. Sin embargo, la firmeza de la columna central permitió a los patriotas recuperar terreno y recobrar a Superí, pero los avances desiguales fraccionaron el frente, haciendo la batalla confusa, incomprensible para sus comandantes y dejando en buena medida las acciones a cargo de los oficiales que encabezaban cada unidad.

La providencial aparición de una enorme manga de langostas, que se abatieron sobre los pajonales, confundió a los soldados y oscureció la visión, acabando de descomponer el frente. Las versiones tradicionales refieren que fue tal la confusión sembrada por aquel enjambre de langostas que hizo parecer a los ojos de las fuerzas españoles, un número muy superior de tropas patriotas, lo que habría provocado su retirada en la confusión.

Si bien Belgrano había sido arrastrado por el desbande de un sector de su tropa fuera del escenario de las acciones, el campo de batalla quedó en manos de la infantería patriota. Al observar que se había quedado sola y sin las tropas de la caballería, Díaz Vélez logró tomar -junto con un grupo de infantería de Manuel Dorrego- el parque de artillería de Tristán, con treinta y nueve carretas cargadas de armas, municiones, parte de los cañones y centenares de prisioneros. Tomaron, además, las banderas de los regimientos Cotabambas, Abancay y Real de Lima. Luego, con la ayuda de las tropas de la reserva y llevándose también a los heridos, Díaz Vélez hizo replegar ordenadamente la infantería hacia la ciudad de San Miguel de Tucumán, colocándola en los fosos y trincheras que se habían abierto allí. También reorganizó la artillería y apostó tiradores en los techos y esquinas, convirtiendo a la ciudad en una plaza inexpugnable. Encerrado en ella, protegido por las fosas, Díaz Vélez aguardó expectante el resultado de las acciones de Belgrano y Tristán.

Belgrano, a su vez, desconocedor del resultado se retiró del campo central y acampando en el Rincón de Marlopa, intentaba recomponer su tropa cuando encontró al coronel José Moldes, quien había desempeñado el grueso de las funciones de observación. Díaz Vélez envió al teniente Paz en busca de Belgrano, el que le transmitió al general que regresara de inmediato porque la batalla había sido ganada y que su presencia era necesaria para asegurar el triunfo definitivo de las armas patriotas, tomando las decisiones que correspondían.​ A través de Paz se localizó lo que quedaba de la caballería en el campo. Se les sumó poco después Balcarce, quien también se atrevió en calificar de victoria la situación, juzgando que el campo cubierto de cadáveres y despojos españoles era indicio del resultado, aunque desconocía por completo el estado de la infantería y de la ciudad. Reordenar la hueste le llevó el resto de la tarde a Belgrano. El general inmediatamente ordenó la marcha hacia la ciudad para conectarse con Díaz Vélez, quien había asegurado el triunfo de los patriotas.

Tristán, temeroso de lo que podía esperarle a sus tropas dentro de la ciudad, optó por amagar un par de entradas, pero ordenó la retirada ante los primeros disparos enemigos. Hizo un último intento por la vía diplomática, intimando a Díaz Vélez a rendirse en un plazo de dos horas, bajo amenaza de incendiar la ciudad. Díaz Vélez le respondió con vehemencia, invitándolo a que se atreviera, ya que las tropas de la Patria eran vencedoras y que había adentro 354 prisioneros, 120 mujeres, 18 carretas de bueyes, todas las municiones de fusil y cañón, 8 piezas de artillería, 32 oficiales y 3 capellanes tomados al ejército realista. Agregó que, de ser necesario, degollaría a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro coroneles. En la nota que Díaz Vélez le dirigió al jefe realista, el 24 de septiembre de 1812, le manifestó asimismo:

... "Si V.S. se halla con la energía de que se lisongea para atacar, tema en el resultado los consiguientes de unas armas vencedoras justamente irritadas. Nuestra caballería en número superior a las fuerzas de V.S., al mando de mi digno General en Jefe el señor Brigadier Don Manuel Belgrano, que corta a V.S. toda retirada, concluirá el corto resto de los despojos que quedan a su mando; y solo serán sus ruinas el cuadro en que se eleve el estandarte de nuestra libertad" ... 

Tristán no se atrevió a cumplir con su amenaza y pernoctó fuera, dudando acerca del curso a seguir; por la mañana encontró a la tropa de Belgrano a sus espaldas, que lo intimó a rendirse por medio del arrogante coronel Moldes. El jefe realista contestó, rechazando la oferta, que "las armas del rey no se rinden". A continuación se replegó con todo su ejército hacia Salta, mientras 600 hombres al mando de Díaz Vélez le hostigaba su retaguardia en su huida al norte, logrando tomar muchos prisioneros y rescatar también algunos que habían hecho las tropas realistas. 

Nuestra Señora de la Merced

El General Manuel Belgrano y la Virgen de la Merced.

 La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una advocación mariana venerada por los católicos de la Bienaventurada Virgen María. 

Es equivalente también el nombre de Virgen de la Misericordia. Su fiesta se celebra el día 24 de septiembre.

La historia cuenta que el General Manuel Belgrano durante la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, en plena guerra por la independencia, puso toda su confianza en Dios y en nuestra Señora de la Merced, a quién nombró como Patrona del Ejército.

Esa mañana que se libró el combate, el General estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen. 

Después de la victoria, en el parte de guerra que transmite al Gobierno dice textualmente:  

"La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos"

 El general Belgrano puso en manos de la imagen de la Virgen su bastón de mando. 

La entrega se efectuó durante una solemne procesión con todo el ejército, que terminó en el Campo de las Carreras, donde se había librado la batalla y proclamó a la Virgen de la Merced como Generala del Ejército.

Grande abrazo Patricio


Julio Vicente Uriburu
Presidente 

 Alejandro Estrugamou
Secretario

domingo, 22 de septiembre de 2024

1866 - 22 de septiembre - 2024 - 158º aniversario de la Batalla de CURUPAYTÍ - día del Abanderado Militar – LEGIÓN PATRICIOS DE BUENOS AIRES

 

 LEGIÓN PATRICIOS  DE BUENOS AIRES 

 

La batalla de Curupaytí fue un enfrentamiento militar ocurrido en el marco de la Guerra de la Triple Alianza. 

Fue librada el 22 de septiembre de 1866, en el Fuerte de Curupaytí, distante a unos 8 km de la localidad de Humaitá.

La batalla tuvo inicio con el bombardeo de la Marina de Brasil a las fortificaciones paraguayas, seguido del avance terrestre del ejército aliado. 

Pero las pésimas condiciones del terreno dificultaron el ataque aliado, lo que resultó más fácil a los paraguayos defender sus posiciones. 

El desenlace de este enfrentamiento fue favorable al ejército paraguayo, y en efecto, fue su mayor victoria en esta guerra. 

Los soldados aliados no pudieron acercarse a las trincheras enemigas, y los pocos que lograron hacerlo fueron fusilados. 

Los paraguayos tuvieron 54 muertos y 250 heridos. Los argentinos, 2000 bajas al igual que los brasileños.

Cerca de las 16:00 horas, Mitre dio la orden de retirarse, aunque varias tropas ya habían empezado el proceso por iniciativa propia. 

Media hora después los paraguayos empezaron a celebrar su victoria.

Las bajas aliadas fueron numerosas. Oficialmente se contabilizaron 4033 bajas (411 muertos y 1540 heridos de Brasil y 588 muertos más 1339 heridos y 155 dispersos de Argentina).​ Sin embargo, existen fuentes de la época que duplican o incluso triplican esa cifra, poniendo al número de bajas aliadas (mayormente argentinas) en alrededor de 8000 a 10000 muertos, heridos y prisioneros.​

Por otro lado el ejército paraguayo apenas obtuvo unas 92 bajas en total (23 muertos y 79 heridos).

El desastre de Curupaytí, que constituye un cumplido ejemplo del fracaso de un ataque frontal sin reconocimiento previo contra una posición prácticamente inexpugnable, paralizó las operaciones de los aliados durante diez meses,​ terminó de hundir el ya mermado prestigio del entonces presidente argentino Bartolomé Mitre como generalísimo​ y reavivó especialmente en Argentina el rechazo popular a la guerra, lo cual devino en una serie de levantamientos en las provincias que hicieron forzoso retirar tropas del frente.

La victoria de Curupaytí fue muy importante para el Paraguay y un duro golpe a la Triple Alianza, pues los paraguayos lograron prolongar la guerra y además, dejaron prácticamente "fuera de combate" al ejército argentino del general Bartolomé Mitre; a partir de ese momento, salvo acciones esporádicas, Argentina dejó de tener una participación importante en la contienda y el peso de la misma lo cargó el Imperio del Brasil.


y, Día del Abanderado Militar

en conmemoración de la muerte en combate del Subteniente 1ro de Bandera Cleto Mariano Grandoli, caído en el fragor de la Batalla de Curupaytí

Con el inicio de la Guerra de la Triple Alianza (noviembre de 1864), Grandoli con 16 años se ofreció como voluntario, y en julio de 1865 es dado de alta como subteniente abanderado del Batallón N°1 de Santa Fe.

Gran abrazo Patricio

Julio Vicente Uriburu
Presidente 

 Alejandro Estrugamou
Secretario

jueves, 5 de septiembre de 2024

Pesar por la partida del señor Coronel de Caballería EP D Enrique Gargurevich Godoy, quén fuera Presidente de la "ACADEMIA PERUANA DE HISTORIA MILITAR" y de la "ACADEMIA LATINOAMERICANA DE HISTORIA MILTAR"a la que me honró como miembro

 

Soberana Compañia de Loyola

CUERPO SOCORRO ARGENTINO




INSTITUTO CULTURAL ARGENTINO PERUANO 


Con profundo pesar despido a un excelente oficial, historiador, buen amigo compartimos varias veces en comunicaciones telefónicas para hablar de sus más de 7 libros escritos y conferencias qué engalanaban el acervo cultural e histórico de la história Militar, conferencista y reconocido en varios países solo me queda decir querido Enrique el universo te tiene entre los grandes

Ad Majorem Dei Gloriam

Ad Majorem Dei Gloriam
San Ignacio de Loyola

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