viernes, 24 de abril de 2009

Despiden los restos del capitán Bonzo, héroe de Malvinas

Tenía 76 años y había polemizado con Cancillería porque para él el hundimiento del Belgrano no fue un "crimen de guerra".murió de un infarto

Héctor Bonzo, último comandante del Crucero General Belgrano

Nacido en la localidad de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires en 1932, era el comandante del Crucero General Belgrano en el momento que fue atacado por el submarino Conqueror de la marina inglesa durante la Guerra de las Malvinas. Allí murieron 323 marinos y, como corresponde, fue el último en abandonar la nave.

Los restos del capitán de navío (RE) Héctor Elías Bonzo serán sepultados hoy en el cementerio de la Chacarita. El marino, que falleció de un ataque cardiaco mientras conducía su auto particular tenía 76 años.

Luego de acabada la contienda, Bonzo fue nombrado jefe de personal superior de la Armada y más tarde fue designado subsecretario General Naval. Fuentes militares recuerdan que "Con posterioridad a la guerra, contribuyó a organizar la Asociación “Amigos del Crucero General Belgrano”, entidad desde la cual mantuvo el contacto con los miembros de su tripulación y sus familiares, en forma ininterrumpida, a lo largo de estos 27 años. Durante ese largo período mantuvo unidos a los miembros de la última dotación, se ocupó de su bienestar y rindió permanente homenaje a los 323 tripulantes caídos en cumplimiento del deber en 1982".

Distinguido con la Medalla al Mérito Tamandaré, otorgada por el gobierno del Brasil, el marino escribió dos libros: "1093 Tripulantes" y "323 Héroes del Belgrano.

En 2007, el mismo Bonzo dijo que el hundimiento de la nave no fue un "crimen de guerra" como lo denominó la Cancillería argentina, en una entrevista que le realizara Clarín. "Crimen de guerra nunca. Fue un hecho de guerra. Los actos de quienes están en la guerra, como el ataque del submarino, no son un crimen. Fue un hecho desgraciadamente y lamentablemente lícito. El crimen es la guerra. Nosotros estuvimos en el frente de combate y sufrimos las consecuencias. Yo desde el día 30 tenía orden de disparar y si delante mío hubiese estado el submarino que había salido a la superficie por una avería, yo le tiraba con los quince cañones hasta hundirlo. Llamarlo "crimen" fue una acción psicológica de guerra".

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