Es curioso que
las feministas hispanoamericanas defiendan a los precolombinos, porque estos
mantenían prácticas tan aberrantes contra las mujeres como las de obsequiar a
sus propias hijas a los recién llegados. Los españoles en un principio
aceptaron estas mujeres, ya que al encontrarse en pequeño número dentro de un
ambiente hostil, debían acoplarse a las costumbres de los nativos. Pero con el
tiempo no solo que estas mujeres indígenas fueron liberadas, sino que muchos
españoles se casaron con ellas y reconocieron a los vástagos surgidos de estas
uniones como herederos.
Sabemos que
cuando Cortés se dirigía a Tenochtitlán, varias veces los indios le ofrecieron
esclavas. Una de ellas fue en Tlaxcala, donde le ofrecieron trescientas
mujeres, de las que se aceptaron algunas a título de servir a Doña Marina,
porque era costumbre entre los nativos que una mujer principal tuviera
numerosas sirvientas.
En
Guajotzingo, Cortés recibió un regalo de esclavas. En vista de los resultados
del trato de que eran objeto, según Torquemada (el cronista, no el inquisidor),
los indios principales entregaban sus propias hijas a fin de que quedasen entre
ellos "generaciones de hombres tan valientes".
Fuente:
"La esclavitud prehispánica entre los aztecas", Carlos Bosch García.
PRIOR GENERAL SOBERANA COMPAÑÍA DE LOYOLA








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