domingo, 26 de febrero de 2023
jueves, 23 de febrero de 2023
La falsificación de blasones nobiliarios en el Perú. Grl Soberana Ca de Loyola
HEREDEROS FAMILIA ROQUÉ GÜMES´
El Perú, junto a México, posee uno de
los patrimonios heráldicos indígenas más ricos de todo el continente americano,
sin embargo muchos de estos ejemplares no son de procedencia licita, sino que
son falsificaciones realizadas en los siglos XVI, XVII y XVIII.
¿Qué es un blasón nobiliario?
Los blasones fueron en el periodo
virreinal uno de los principales símbolos de poder, una clara señal de la
pertenecía del poseedor a un estatus socio-económico alto. Y eran importantes
porque podían ser entendidos por cualquier persona, ya sea letrada o iletrada,
sea indio, negro, mestizo o español, como un símbolo de poder, y por aquel
motivo solían ser colocados y grabados en lugares bien visibles, como los
dinteles de las puertas, lapidas, adornos, sellos y hasta se bordaban en la
ropa.
¿Por qué se otorgaban?
La concesión de un blasón nobiliario
era un atributo exclusivo de un soberano. Se otorgaba por:
1.- Algún servicio meritorio en favor
de la Corona.
2.- Reconocimiento a un súbdito por
haberse desempeñado extraordinariamente en algún ámbito favorable al reino.
3.- Reconocimiento al linaje señorial
(descendiente de señores, reyes o emperadores) de un vasallo o súbdito que sea
afín a la Corona.
¿Hubo falsificaciones en el Perú?
En el Perú del siglo XVI se registra
un aproximado de 15 blasones nobiliarios otorgados a indígenas, siendo la
mayoría otorgados como “reconocimiento al linaje señorial”.
Sin embargo para el siglo XVIII el
número de blasones llegaba a un aproximado de 300-400, siendo la gran mayoría
de ellos de origen ilícito, es decir que eran falsificaciones o copias
modificadas elaboradas en el Cuzco y Lima por pedido de ciertos personajes que
deseaban ascender socialmente.
“las armas expresaban una condición nobiliaria
inequívoca. De muchas maneras, tal ambición probaba que el escudo era
demasiado, porque existía la necesidad social de poseerlo. Reportaba una
utilidad para el poseedor. Elevaba su estatus dentro de la sociedad”.
(Jaramillo, 2021).
“las falsificaciones testimonian el
aprecio por los escudos, tras los cuales subyacía fervientemente la pretensión
de simular nobleza. También se ha concluido como la reelaboración de reales
cedulas, transmisiones orales y documentos pictográficos, se realizó con el propósito
de engrandecer una figura […] al que se le hacía poseedor de un gran imperio
que seguramente nunca tuvo. El objetivo debió ser la obtención de ciertas
prerrogativas reales”. (Jaramillo, 2021).
Referencias:
.- Perú indígena y virreinal, López
Guzmán (2004).
.- Nobleza Precolombina, Jaramillo
(2021).
miércoles, 22 de febrero de 2023
MARISCAL JOSE FÉLIX ESTIGARRIBIA. Transcribe el Sr Grl Soberana Ca de Loyola, miembro de la Academia Latinoamericana de Historia Militar
HEREDEROS FAMILIA ROQUÉ GÜMES´
PRIMER OFICIAL DE COMUNICACIONES DE
GENDARMERÍA NACIONAL
DIPLOMADO EN DEFENSA NACIONAL
Un 21 de febrero como hoy,
pero del año 1888, nace en Tupaorá (actual San Roque), jurisdicción de
Caraguatay, el victorioso conductor de la Guerra del Chaco y ex presidente de
la República, el Mariscal JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA INSAURRALDE.
Estigarribia
era de origen humilde, hijo de un campesino y orfebre de plata, Mateo
Estigarribia, y Casilda Insaurralde. La escuela primaria la hizo en su pueblo
natal y luego pasó a estudiar agronomía. Sin embargo, después de obtener su
diploma, Estigarribia cambió de carrera y en 1910 se alistó en el ejército con
el grado de Teniente de Infantería.
Realizó cursos de
perfeccionamiento en Chile, desde 1911 a 1913, en la Escuela Militar del
Libertador Bernardo O'Higgins.
En 1917 fue ascendido a
Capitán. Desempeñó un papel importante en la revolución de 1922 y luego fue
promovido a Mayor. Por sus aptitudes fue seleccionado para asistir al curso de
Estado Mayor de tres años de duración, en la École Supérieure de Guerre (París,
Francia), donde fue discípulo del General Maurice Gamelin y del Mariscal Foch,
de donde egresó con notas superiores. A su vuelta, en 1928, fue nombrado Jefe
de Estado Mayor del Ejército. A menos de un año de haber sido nombrado fue
despedido del cargo a causa de desacuerdos con el gobierno con relación a la
estrategia a seguir para defender el Chaco
Sin embargo, a medida que la
guerra contra Bolivia parecía inevitable, el gobierno decidió que el Teniente
Coronel Estigarribia era el hombre que se necesitaba en el Chaco. Tenía
entonces 44 años.
La definición de que la
guerra del Chaco sería una guerra de "comunicaciones", donde el
manejo del espacio y el tiempo serían esenciales, determinó que el gobierno
paraguayo aceptara su plan de movilización general y el comienzo sorpresivo de
la primera ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1932) antes de que
Bolivia pudiera movilizar sus recursos.
Teniendo en claro que el
ejército bajo su mando era todo lo que el Paraguay con el máximo esfuerzo podía
disponer condujo una campaña militar victoriosa contra sucesivos ejércitos
bolivianos, superiores en hombres y materiales, haciéndolos retroceder hasta el
Río Parapití. Su concepción estratégica sobre la guerra de movimiento, la
importancia de la logística (especialmente el agua), la concentración
sorpresiva de fuerzas, el pasaje de la defensiva a la ofensiva y el meticuloso
conocimiento del enemigo y el terreno de operaciones lo colocaron en un lugar
privilegiado entre los conductores militares entre las dos guerras mundiales.
Sacó el máximo provecho de los oficiales bajo su mando y de las virtudes
combativas y morales del soldado paraguayo.
Dirigió el ejército
paraguayo durante el primer año de guerra con el grado de Coronel. Fue
ascendido a General después de la victoria de Pampa Grande y Pozo Favorito. En
reconocimiento por los servicios prestados a la defensa del Chaco fue ascendido
al rango de Mariscal después de su muerte, en 1940.
Elegido en los comicios de
abril de 1939, asumió la Presidencia constitucional de la República del
Paraguay desde el 15 de agosto de 1939 hasta el 7 de septiembre de 1940; día en
el que murió en un accidente aéreo en Loma Grande junto con su esposa Julia
Miranda Cueto y el piloto Mayor Carmelo Peralta.
lunes, 20 de febrero de 2023
20 de febrero: Aniversario de la Batalla de Salta. Un día como hoy pero de 1813, el Ejército del Norte, al mando del General Manuel Belgrano obtenía la victoria en la Batalla de Salta, asegurando de esta forma el control sobre el norte argentino. Colaboración del Señor Cte My (R) D Carlos Lafuente.
Estimo que algo de ese imbricado panorama ideológico es lo que
se puso en juego de modo apremiante entre 1812 y 1813 para Hispanoamérica.
Manuel Ugarte decía al cumplirse el centenario de la revolución de Mayo que “si
el movimiento de protesta contra los virreyes cobró tan colosal empuje fue
porque la mayoría de los americanos ansiaba obtener las libertades económicas,
políticas, religiosas y sociales que un gobierno profundamente conservador
negaba a todos, no sólo a las colonias, sino a la misma España”.
Si bien la gesta de 1810 puede inscribirse dentro de la era
global de revoluciones que mencionamos, tiene su propia identidad y
protagonistas, con variados sustentos filosóficos y derroteros impensados.
Belgrano, Númen de Mayo, fue recurrente en sus escritos previos
a la gloriosa batalla de Salta con la idea de la libertad como objeto de valor
incólume. En la conmemoración del segundo aniversario de la revolución, estando
en Jujuy, reunió el general en jefe a sus tropas frente a la primera bandera
del Ejército Auxiliador del Perú que había mandado confeccionar (la segunda
suya, pues aún creía aprobada la que deja en Rosario) y les exclamó: “Dos años
ha que por primera vez resonó en estas regiones el eco de la libertad, y él
continúa propagándose hasta por las cavernas más recónditas de los Andes; pues
que no es obra de los hombres, sino del Dios Omnipotente, que permitió a los
Americanos que se nos presentase la ocasión para entrar al goce de nuestros
derechos; el 25 de Mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra
historia”, pues “por primera vez, véis la Bandera Nacional en mis manos, que ya
os distingue de las demás Naciones del Globo”.
Cuatro días después informaba del acto al gobierno, destacando
su satisfacción “en ver la alegría, contento y entusiasmo con que se ha
celebrado en esta ciudad [Jujuy] el aniversario de la libertad de la Patria”. Y
agregaba que igualmente en Salta “se ha celebrado el aniversario con todo
esplendor y magnificencia correspondiente a un pueblo entusiasmado y amante de
su libertad”.
En las vísperas del célebre éxodo jujeño (23 de agosto de 1812),
se le incorpora a su ejército un cuerpo de caballería de jóvenes intrépidos de
Salta y Jujuy que tendrá destacado papel en el estratégico triunfo del río Las
Piedras (3 de septiembre); juventud briosa que Belgrano bautizó como los
“Patriotas Decididos” (a vencer o morir por la sagrada causa de la libertad).
A los fines revolucionarios, el éxito de la causa libertaria
requería de un conductor castrense con dotes de organizador y estadista.
Lamadrid y Paz coinciden en resaltar la actividad desplegada por Belgrano a
partir de la victoria del 24 de septiembre de 1812 en el campo de las Carreras
(Tucumán). El “manco” sostuvo que tal tiempo fue útilmente empleado por
Belgrano en la instrucción y disciplina de las tropas y en la reorganización de
los otros ramos del ejército. Lamadrid dice que tras aquel triunfo, el general
se contrajo “a remontar los cuerpos del ejército con reclutas que pidió a las
Provincias y disciplinarlos con empeño […] Estableció también un cuerpo cívico”
y “una maestranza completa […] Fue tal la constancia del general y de los jefes
y oficiales del ejército, que se encontró éste en estado de abrir su segunda
campaña así que principió el año 13”.
Efectivamente, el 13 de febrero de 1813, tres días después de
acampar a orillas de la margen norte del río Pasaje, en Salta, “se presentó
Belgrano con una bandera blanca y celeste en la mano” y proclamó “Este será el
color de la nueva divisa con que marcharán a la lid los nuevos campeones de la
Patria”. Hizo jurar a sus tropas lealtad y obediencia a la Soberana Asamblea
General Constituyente, instalada el 31 de enero. Concluido ello, Belgrano mandó
grabar en el tronco de un árbol gigantesco la inscripción Río del Juramento.
Una semana después, Belgrano, en un astuto acierto táctico
sorprende al enemigo y lo fuerza a presentar batalla con frente invertido. El
movimiento que hizo “dejando el camino principal y colocándose en Castañares
[planicie a una legua al norte de la ciudad de Salta], fue bien concebido y
mejor ejecutado; mediante él había cortado las comunicaciones de [Pío] Tristán,
había hecho imposible su retirada y había mejorado de teatro”.
Sin menoscabo del desarrollo de las memorables acciones de ese
20 de febrero de 1813, la Batalla de Salta devino en un auténtico éxito
militar, si se atiende a sus resultados. Fue una de las escasas batallas en la
guerra de la independencia en la que los españoles debieron rendir plenamente
sus banderas, armas y pertrechos, siendo cuantiosos los soldados heridos,
muertos y prisioneros. La capitulación comprendía desde el general hasta el
último tambor, quedando obligados por juramento a no volver a tomar las armas
contra las Provincias Unidas del Río de la Plata hasta los límites del
Desaguadero.
Como la heroica Batalla no se forjó para gloriarse de la efusión
de la sangre de hermanos, Belgrano dispensa al general Tristán de la
humillación de entregarle la espada y ordena abrir una fosa común en el campo
de la Tablada para enterrar las bajas de ambos ejércitos.
Reconociendo que las victorias de Tucumán y Salta salvaron no
sólo la revolución sino la causa de la independencia de la América española, la
Asamblea Constituyente, en sesión del 5 de marzo de 1813, otorga
condecoraciones a los oficiales y soldados. Y con respecto al jefe, el día 8
acuerda otorgarle un sable con guarnición de oro y premiarlo con la cantidad de
40.000 pesos señalados en valor de fincas pertenecientes al Estado. Al tomar
conocimiento Belgrano, honrado por aquella consideración, respondería al
gobierno que en el “cumplimiento del deber, ni la virtud ni los talentos llevan
precio ni pueden compensarse con dineros sin degradarlos” y hacía donación de
la suma para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras en las
ciudades de San Bernardo de la Frontera de Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago
del Estero. Porque para Belgrano “fundar escuelas es sembrar en las almas”.
Alegaba, pues, que “un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”.
Conmemoramos con estas breves líneas el 207° aniversario de la
batalla de Salta por ser un hecho cumbre de nuestra historia que compendia las
ansias de libertad de muchas generaciones y porque dio pábulo a la creencia de
su victorioso general, que en las vísperas del combate, escribía cuál era su
aspiración final: “constituirnos en nación libre e independiente”.
Colaboración del
Licenciado Profesor Matías Dib, Investigador del Instituto Nacional Belgraniano
Ad Majorem Dei Gloriam
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