Ya vienen los Reyes
Por el arenal
Al Niño le traen
Mantilla y pañal.
Con estos versos del cantar popular me referiré al significado de la recordación de hoy: la venida de los reyes magos. La Iglesia católica la celebra como la fiesta de la Epifanía, la primera manifestación al mundo pagano del Hijo de Dios hecho hombre, que tuvo lugar con la adoración de los mayos.
El evangelista Mateo relata este acontecimiento en estos términos: “Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo:
- “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella al oriente y hemos venido a adorarlo”.
Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén, y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó donde debía nacer el Mesías. Ellos contestaron:
- “En Belén de Judá, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta.
Entonces Herodes, llamado en secreto a los magos les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella, y los envió a Belén diciéndoles:
- “Vayan e infórmense exactamente acerca del niño y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que también yo vaya a adorarle”.
- Después de haber oído al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en oriente les precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa encontraron al niño con María, su madre y postrándose, le ridieron homenaje. Luego abrieron sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.
- Advertidos en sueño de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Hasta aquí la narración bíblica. Ahora les contaré que abundantemente se ha meditado sobre este pasaje escrito por Mateo, el recaudador de impuestos quien renunció a su trabajo por seguir a Jesús.
Mateo no insinúa el número ni los nombres de quienes buscaban al Redentor, encauzados por un cometa. Nunca comenta que era reyes ni el lugar preciso de donde procedían.
Con respecto al número puede decirse que eran tres en razón de concordar esta suma con un fresco hallado en un sarcófago que se atesora en el Museo de Letrán con los dones que ofrecieron; oro, incienso y mirra.
Mientras tanto en otras pinturas aparecen dos, como una existente en el cementerio de San Pedro y San Marcelino, en Roma; cuatro, en la necrópolis de Santa Domitila y ocho, de acuerdo a un grabado que se puede apreciar en un vaso que se exhibe en el Museo Kircheriano. Las tradiciones orales armenias y sirias hablan de doce.
La diferencia de la cantidad de acuerdo a estos testimonios podrá surgir que los magos integraban las caravanas que realizaban el tráfico de especias y debido al considerable valor del cargamento estaban fuertemente custodiadas.
Además, las mismas estaban encabezadas y dirigidas por personas de alta condición social; príncipes en muchos casos. Por lo tanto, quienes reflejaron el testimonio de la Adoración no precisaron con exactitud la cantidad de magos.
Con respecto a sus nombres, en manuscritos anónimos del siglo VII los menciona como: Baltasar, Melchor y Gaspar. También existen testimonios con respecto a estos nombres en escritos del siglo IX.
Sobre su origen, si bien es cierto que discrepan los testimonios, un “dato arqueológico del tiempo de Constantino muestra la antigüedad de la tradición que parece interpretar la intención del evangelista (Mateo), haciéndolos oriundos de Persia”. Así puede leerse en una carta sinodal del Concilio de Jerusalén del año 836 que en el 614, cuando soldados persas de Corroas II destruyeron todos los santuarios de Palestina, respetando la basílica constantiana de la Navidad en Belén, porque, al ver el mosaico del frontispicio que representaba a la Adoración de los Magos, los creyeron por la indumentaria compatriotas suyos.
Por su origen no se descarta que realmente se trataran de astrólogos, conocidos en aquella época como magos y que pertenecieran a una de las tribus que poblaron primitivamente la Media, una casta de sabios que ejerció gran influencia.
Sobre ¿quién era Herodes? Les cuento: Herodes, El Grande, fue nombrado por el Senado romano rey de Judea, en el año 40 a. de J.C. Sus biógrafos lo definen de “espíritu receloso y cruel”, a quien mando a matar a su mujer Mariana y a tres de sus hijos; como así, a varias personalidades que le excitaban sospechas, por considerarse superior a todo derecho y justicia.
Herodes, de origen idumeo, “se gloriaba de ser, por su mentalidad, más griego que judío” enfurecido por el engaño de los magos, mandó a matar, en Belén a todos los niños menores de dos años, episodio que se conoce como “la matanza de los santos inocentes”.
También les digo que actualmente, los restos de los Magos de Oriente reposan en la catedral de Colonia (Alemania). Sus cuerpos fueron localizados merced a una gestión que hizo la madre del emperador Constantino, la emperatriz Elena, fallecida en el año 327.
De Palestina fueron trasladados a Constantinopla y, más tarde, a Milán. En 1.164, el emperador Federico Barbarroja le regaló al obispo de Colonia una urna con los restos de los Magos y, mas tarde, se dispuso la construcción del altar en su honor. Esta urna es de oro y plata, y pesa 350 kilogramos.
Sobre los dones de oro, incienso y mirra que los reyes de Oriente dejaron a Jesús niño, con el tiempo si instituyo la costumbre de efectuar regalos el día 6 de enero.
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