.
Fue Baltasar Gracián sj capellán de soldados. No era cosa extraña entre los jesuitas de aquellos tiempos a los que, por honra a su fundador, siempre les tiraba lo militar. Evaristo Correa Calderón estudió esta vivencia del escritor. Estuvo Gracián en el socorro de Lérida en 1646, en la guerra contra Francia, cuando lo de Cataluña. En noviembre de ese año contaba en una carta lo que había vivido en esos días. Decía: "estuve exhortando los tercios así como entraban a pelear". Los soldados, vistos en peligro de muerte, querían ponerse a bien con Dios: "toda la noche confesé marchando y cuando hacíamos alto; en mi vida trabajé más". Añade: "venian a porfía por mí los maeses de campo y hubo cabo que dijo que importó tanto esto como si les hubieran añadido 4.000 hombres más".
No estuvo Gracían bien recogido en la retaguardia sino en lugares de peligro, con gran riesgo de su persona: "por señas que dieron dos balas de artillería en el mismo escuadrón donde yo actualmente estaba entonces y muchas balas de mosquete que pasaban entonces". Los que tiraban eran los del conde de Harcourt. Acabó la jornada y Gracián recorrió el campo confesando y ayudando a bien morir a unos y otros, españoles y franceses. Debió de ser esto más duro que las refriegas y los asaltos. Allí entre lamentos, tristezas, muertos y moribundos. Da cuenta de los cuatrocientos franceses que allí quedaron: "blancos como la nieve, de rubias melenas, entre los cadáveres de los caballos". Dijo, además, el jesuita: "confesé algunos que aún estaban vivos. Otros no querían confesarse que decían ser de la religión, esto es herejes".
http://www.sjweb.info/
ordendeloyola@gmail.com
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario