Pero fue el éxito suizo en la batalla de Arbedo de 1422 contra los milaneses, la génesis del cambio en sus tácticas militares. Los forzó a reconsiderar la efectividad de la alabarda y propició un aumento en el uso de piqueros en los contingentes cantonales. Esta decisión fue el anuncio de un gran período de supremacía de los suizos en el campo de batalla, pues la introducción de la pica como la principal arma de Infantería revolucionará la práctica y el pensamiento militar de los siguientes años.
A partir de ese momento la Caballería perdía gradualmente protagonismo frente a la Infantería. Y es que, con el empleo de la pica como arma en el cuadro de Infantería, la Caballería comienza a perder protagonismo en el campo de batalla. Ahora los infantes no son los simples peones en el campo de batalla. Un cuadro de infantes armado con picas podía resistir los embates de la caballería enemiga.
No se debería visualizar los cuadros de piqueros como una fuerza estática, defensiva. No eran simplemente “fortalezas de infantes”. La lucha “al estilo suizo” que se hizo tan propia del Renacimiento consistía en una forma de guerra muy agresiva y móvil. Los piqueros cargaban sobre el enemigo como si fuera una “aplanadora imparable”, que ni la caballería pesada podía vencer. Para contrarrestar esta fuerza arrolladora se incorporaron tropas como los ballesteros, en diferentes proporciones, y luego comenzaron a proliferar las armas de fuego.
Las guerras italianas del siglo XVI fueron las que introdujeron esa nueva concepción de la guerra en Europa. Una nueva era estaba comenzando. El uso de los caballeros de origen noble, pesadamente armados, languidecía en el campo de batalla. La Infantería volvía a ser la reina de las batallas. Los Lansquenetes alemanes, primero y los Tercios españoles después, fueron los que perfeccionaron este tipo de combate, venciendo a los suizos en la península itálica y comenzando así un período de esplendor militar para España.
Ya en 1497, dice la crónica acerca de una revista militar castellana:
“repartiéronse los peones en tres partes: el un tercio con lanzas, como las que los Alemanes los trayan, que se llamaron picas, el otro el nombre antiguo de escudados y el tercero de ballesteros y espingarderos…”.
Este nuevo tipo de guerra, de formaciones de infantes armados con picas, tenía una particularidad que la hacía diferente a lo que los campos de batalla habían visto hasta el momento. Todos los códigos caballerescos desaparecieron.
Esto tuvo un efecto importantísimo, especialmente en Italia. En esta zona los combates eran muy móviles, casi unas escaramuzas de soldados engalanados, que rara vez resultaban en una carnicería. Los italianos, como siempre muy poéticos para todo, llamaban a este tipo de guerra “La Bella Guerra”. Pero la irrupción de los suizos y los franceses cambiaría todo. Las formaciones de Infantería de los primeros y la Artillería de campaña de los segundos, pondría todo patas para arriba. La era pintoresca de los Condotieros estaba amenazada.
Ahora la guerra era una “Mala Guerra”. Un infante de extracción humilde no tendría miramientos al momento de bajar del caballo a un noble, y tampoco tendría miramientos al momento de degollarlo en el campo, luego de despojarle de sus pertenencias. La Artillería destrozaba a las tropas y a la Caballería en el campo de batalla. A esto se le sumaría después las armas de fuego, y la Infantería combatía hasta el final, envueltos en barro y sangre.
Dentro de este tipo de “Mala Guerra”, una de estas particularidades era el choque de picas. Por lo general las picas eran muy efectivas contra la Caballería, pues se apoyaban contra el suelo en posición oblicua, como un erizo, y así formaban una muralla de picas impenetrable. Contra la Infantería, la doctrina de empleo de los cuadros de piqueros era la de tratar de romper las líneas enemigas a través de un choque potente y fuerte, que haga que el enemigo rompa sus formaciones y se retire del campo. Pero también acontecía que dos cuadros de infantes armados con picas también podían chocar, esta vez con las picas caladas en horizontal. Este choque casi siempre se saldaba con severas consecuencias para uno o ambos bandos.
Durante el combate, los cuadros opuestos de picas avanzaban uno contra otro, con sus picas alzadas horizontalmente a la altura del hombro, dispuestos atravesarse unos a otros.
El choque de picas ocurría cuando dos columnas opuestas de piqueros chocaban y quedaban trancadas en su posición, a lo largo de las picas intercaladas de uno y otro bando. Ambas formaciones harían presión una contra la otra, empujando con fuerza. Cada hombre presionaba contra el enemigo que tenía en frente, y la acción se transformaba en una combinación de choque, prueba de fuerza y combate cuerpo a cuerpo.
Algunos tipos especiales de soldados como los alabarderos (suboficiales), rodeleros o los doppelsöldner se utilizaban para romper el empuje del bando contrario en el choque.
Los doppelsöldner eran Los dollelsldnes eran los empleados por los lansquenetes alemanes y portaban una Zweihander, un larga espada de dos manos. Este mandoble de hasta 180 cm de largo, a veces tenía la hoja en curvas. Estos soldados de doble paga (de ahí su nombre) e imponente físico, trataban de meterse entre la maraña de picas, y romper las picas del enemigo, para que las tropas propias pudieran arrollarlos. Las enormes espadas podían romper las puntas de las picas o desviarlas a un lado para poder así golpear directamente al piquero.
En cuanto a los rodeleros, serían los mismos suizos que tendrían una amarga sorpresa al enfrentarse contra los españoles, como en Rávena (1512). Los rodeleros podían arrastrarse bajo las picas de los suizos, pues al tener sólo armaduras ligeras eran muy ágiles. Una vez dentro del cuadro atacaban a los piqueros, cortandoles las piernas, apuñalándolos en sus zonas bajas o degollandolos por detrás. Los piqueros estaban totalmente desprotegidos, trancados en el choque de picas (no podían ceder ni moverse sino todo el cuadro colapsaría), y el hecho de estar en formación cerrada impedía sus movimientos, por lo que eran presas fáciles.
La desaparición de los doppelsoldner y los rodeleros en el siglo XVII deja claro que las unidades de Infantería ya maniobraban por el fuego, y de los relatos de Nordlingen se puede extraer la conclusión de que cuando una formación enemiga era desbaratada por el fuego de los arcabuces, los piqueros abandonaban las picas para atacar con espadas.
A veces, algunos hombres cortaban el largo de sus picas para poder tener más maniobrabilidad, pero si quedaban enganchados con la formación enemiga esto podría tener consecuencias desastrosas, pues la formación de picas más largas tendrían más ventaja. El hecho de cortar las picas estaba terminantemente prohibido en los Tercios.
El choque continuaría hasta que una u otra de las formaciones opuestas cedía y colapsaba, lo que generaba usualmente enorme cantidad de bajas.
Es por esto que, como se mencionó, los primeros combates con estas nuevas tácticas impactaron muchísimo en los cronistas italianos. Hasta ese momento, en la península itálica, la guerra no había sido tan impactantemente brutal como ahora. Si a esto le sumamos la aparición de la artillería en los campos de batalla, a fines del siglo XV, ahí podemos comprobar el porqué del nombre de la “mala guerra”. Muerte por doquier, cuerpos destrozados en el campo de batalla, o ensartados por las picas o destruidos por las armas de fuego. El clímax sería en la Guerra de los Treinta Años, donde zonas enteras de Europa quedarían despobladas.
El choque de picas y su resultado demuestran lo extremadamente sangriento que se volvieron los campos de batalla. Con el paso del tiempo los comandantes y luego teóricos militares trataron de innovar para minimizar las bajas que causaban este sangriento choque. También implicó que las diferentes unidades (Infantería, Caballería y Artillería) se coordinen para maniobrar y contrarrestar los cuadros de picas del enemigo. Esto lleva a perfeccionar el concepto de armas combinadas.
Este tipo de combate subsistirá durante los siglos XVI y XVII, pero irá también evolucionando. Se puede decir que este nuevo tipo de combate fue el inicio de una verdadera revolución militar en Occidente. En los siguientes años la táctica se mantuvo más o menos igual, perfeccionándose. La diferencia sustancial entre una formación del 1500 contra una del 1600 es que el número de armas de fuego fue creciendo en las formaciones de Infantería. Pero hubo también cambios en tácticas, en el estudio de la estrategia militar como una ciencia. El Renacimiento no sólo dejó un amplio legado cultural, si no que también marcó un avance en lo militar para los siglos posteriores.
Pero como todo período tiene su final, los cambios que se fueron dando a fines del siglo XVII cambiarán nuevamente la forma de hacer la guerra en Europa. Las fuerzas nacionales, las mejoras en las armas de fuego portátiles y en las pesadas, la introducción de la bayoneta, y especialmente las nuevas tácticas, irán dando término a las formaciones de piqueros. La era de pica y mosquete morirá con el siglo XVII.
Fuentes:
- Hall, Bert: Weapons and Warfare in Renaissance Europe: Gunpowder, Technology, and Tactics. Johns Hopkins University Press, 1997
- Parker, Geoffrey: La revolución militar : innovación militar y apogeo de occidente, 1500-1800. Alianza Editorial, 2002
- Maquivelo, Nicolás: Del arte de la guerra. Wikisource
- Miller, Douglas, The Swiss at War 1300–1500. Osprey Publishing, 1979
- Miller, Douglas, The Landsknechts. Osprey Publishing, 1976
- Richards, John, Landsknecht Soldier 1486–1560. Osprey Publishing, 2002
Vídeos
La Batalla de Rocroi, 1643. Fragmento de la película Alatriste. Puede verse el combate de un cuadro de Infantería contra Caballería e Infantería, incluso el terrible “choque de picas”.
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