lunes, 18 de agosto de 2025

Soberana Orden Militar de Caballería Ligera del Papa de San Ignacio de Loyola.Apuntes sanmartinianos… Repasando la obra del Gral. San Martín, queda en evidencia que, acorde su integridad, no tenía elección: era el amor por su tierra, por su gente, era aportar al gran sueño del momento. Por Jorge Atilio Oliva Barros Comandante Principal (R) Integrante de la Asociación Cultural Sanmartiniana

 

Apuntes sanmartinianos…

Repasando la obra del Grl. San Martín, queda en evidencia que, acorde su integridad, no tenía elección: era el amor por su tierra, por su gente, era aportar al gran sueño del momento.

Se lo recuerda con gratitud y con enorme admiración. Y todos, en mayor o menor medida, disfrutamos de su legado. Cuando nos emocionamos con el Himno o con la bandera, su nombre no está ausente.

Como tantos, lo tengo presente desde la infancia: comencé los estudios primarios en mi pueblo, Perito Moreno (Santa Cruz), en la escuelita “Remedios Escalada de San Martín”, nombre que nos remite al enorme costo de su entrega a la Patria. 

San Martín, el militar, el estratega, el visionario, el ejemplo y el eterno líder de nuestra Argentina nos marcó para siempre.

El trascendental cruce de los Andes pone ante nosotros su corazón, su sacrificio y su determinación fundacional. 

Luego, en el Maipo, con su catalejo observaba los movimientos del enemigo, pero su pensamiento estaba en la libertad de América.

Releyendo sus “Máximas”, dedicadas a su hija Mercedes, texto histórico y señero, accedemos a su perfil humano preñado de amor filial. 

Mariano Balcarce ha dicho que era un padre tierno y virtuoso. Luego, en su vejez no privó a sus nietas de jugar con sus medallas. 

Otra muestra de su conformación humana, que se suma a su desinterés por el poder, producto de una humildad notable.

Así, su vida estuvo signada por su acción determinante y por sus condiciones personales. 

Está lo histórico y está lo esencial: sus valores lo señalan como una persona ejemplar.

Recuerdo que cuando estábamos en Francia, invitado por el Embajador argentino, señor Archibaldo Lanús, junto al Agregado Militar, un 17 de agosto tuve el privilegio de asistir al acto en su homenaje en Boulogne Sur Mer. 

Frente a su vistoso monumento, en un marco de respetuoso silencio, una banda de música compuesta por franceses interpretó la Marsellesa, el Himno Nacional Argentino y la “Marcha de San Lorenzo”. 

Los argentinos éramos una media docena. No sé los demás, pero en mi caso, solo pude cantar parte de esas letras. La emoción pudo más. 

Al otro día, conmovido por esa vivencia, me comuniqué vía telefónica con el entonces Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, Gral. (R) VGM D Diego Soria, quien, entre otros interesantes comentarios me recordó que la natural modestia de San Martín no le permitía posar muchas veces para ser retratado, lo que años más tarde leí en “Pinacoteca Sanmartiniana”, una obra que me obsequió el señor Jorge Cereseto, 

Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Almirante Brown (Adrogué). 

Es decir, dos de los valores sobresalientes del Libertador fueron su modestia y su humildad. 

Su impronta está muy bien sintetizada en la obra “Renunciamientos del Capitán General Don José de San Martín - A la gloria, al poder y a la riqueza” (1978), redactados por la Comisión Nacional de Homenaje al Bicentenario de su nacimiento.

Esas actitudes, características de su vida, se asocian a su recto sentido del deber y nos hablan de su espíritu, basamentos esenciales de su obra integral, que lo convierten en referente eterno que nos sirve, en tiempos turbulentos, para volver a las fuentes, en la búsqueda de una guía para ayudar a reencauzar y modelar el espíritu nacional.

En el pasado, encumbrados historiadores escribieron sobre él de manera brillante, con una objetividad no exenta de admiración.

En su obra “El Santo de la espada. Vida de San Martín”, Ricardo Rojas habla de una vida extraordinaria, dividiendo su libro en 3 etapas: “La iniciación”, “La hazaña” y “Los renunciamientos”.

En paralelo, también habla de esas etapas vistas desde otra perspectiva al mencionar la juventud, la madurez y la ancianidad del prócer (“Debo seguir el destino que me llama” dijo San Martín en su momento).

Otra obra que me atrae es la monumental “Historia de San Martín y de la emancipación americana”, escrita por el Gral. Bartolomé Mitre.

Esas obras, coincidentes en su mensaje, son producto de la gratitud y admiración que siempre despertó. 

Formador de soldados y ganador de batallas decisivas, fue un estratega singular que supo ganarse el respeto de propios y extraños.

Solo la mezquindad y la pequeñez no reconocen su enorme figura y los beneficios que trajo para la América del Sur. 

Su nombre es un incentivo para el espíritu y su legado un beneficio que debemos cuidar con las armas que él utilizó: entrega, pasión, desinterés.

El no participar de luchas internas también fue una enseñanza que el tiempo nos señala como parte de su magnífico mensaje cívico. 

Las polémicas de aldea no lo distrajeron de su misión, y cuando hubo cumplido, prefirió el ostracismo y el silencio del destierro, doloroso para nosotros que, como parte de nuestro amor por la Patria, amamos a sus próceres y a sus héroes.

San Martín vive en nosotros. Jamás olvidamos sus días triunfales que comienzan en San Lorenzo. Su obra fue completa. Fue un hombre único.

Volviendo a lo personal, el señor Raúl Contreras, quien en 2010 me invitó a integrar la Asociación Cultural Sanmartiniana “Cruz del Sur” de Río Gallegos, hoy cuenta con mi amistad y gratitud, porque ello me permitió recorrer las escuelitas de frontera de la provincia, dando charlas a los pequeños alumnos y entregando libros sobre la vida y obra del más grande prócer que dio nuestra tierra.   

También siento especial gratitud por Julita Guerriot, que me inspira con su amistad, generosidad y siempre me alienta a seguir por esta senda.

Yendo a las vivencias recientes, deseo agradecer al señor Teniente Coronel Diego Cejas, Doctor en Historia, Maestro de Banda y actual Jefe del Servicio Histórico del Ejército Argentino, por sus reiteradas invitaciones, llenas de afecto, para asistir a las actividades que, en homenaje al Padre de la Patria, a veces le toca organizar, lo que mucho me interesa y valoro.

Mucho agradezco también al señor Coronel D Matías Jorge Mones Ruiz, actual Jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo “Gral. San Martín”, unidad histórica y escolta presidencial, porque, como otros Jefes, me recibe con afecto y una disposición particular, haciéndome sentir muy cómodo. 

Mi sentir es extensivo a los atentos Granaderos que lo acompañan en ese ámbito tan particular. 

Gracias a ellos he asistido a charlas sobre San Martín en sus salones, y he recorrido las caballerizas viendo los caballos que nos llenan la vista en cada desplazamiento público del Regimiento.

Habiendo estado en Francia, Chile y Perú, he compartido momentos ligados a San Martín. 

Siento que es un alto honor para nuestra Patria y para el Ejército Argentino contar con un General de la talla del Libertador, y en menor medida, con tan selecta e histórica Unidad de caballería.

Como muestra de la admiración global, San Martín tiene estatuas en las principales ciudades del mundo, merced a sus hazañas y valores universales, vividos y llevados a su máxima expresión.

Siento que debemos gratitud a Francia, que en Evry y en Boulogne Sur Mer, recibió y brindó hospitalidad al paladín, expatriado voluntariamente a causa de sus convicciones. 

Francia sería la tierra de su primera tumba hasta su traslado a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde hoy reposan sus restos, y a la cual muchos argentinos visitamos periódicamente.  

Cuando parece que todo ya está divulgado, el sentimiento se renueva, y la razón nos impulsa a seguir escribiendo. Sucede porque San Martín es un molde difícil de igualar. 

Su biografía es como el romance de un pasado glorioso que sirve a las presentes y futuras generaciones.

Por mi parte creo que lo suyo no fue una historia acotada a hechos increíbles para la época, sino a una vida notable, entregada a los valores.

También pienso que el alcance patriótico de su proeza y el apego a los valores, han superado las discusiones vernáculas de siempre y su figura se eleva por sobre los nubarrones que suelen empañar la vida nacional.

Sus hazañas y conducta son únicas y adquieren la dimensión de una lección universal, ya que ese conjunto de logros y virtudes no abundan en la historia, plagada de guerras y de disputas de poder.  

En nuestra Argentina, se sigue escribiendo con pasión sobre su vida, ejemplo de ello, son, entre otros, “Amanecer de un 3 de febrero”, “De la sorpresa a la gloria. 

Historia de la batalla de los Cerrillos del Maipo” y “El Aconcagua fue testigo”, del Profesor Carlos Gigliotti, y “Repatriación de los restos del Gral. San Martin”, de Martín Blanco y Roberto Colimodio.

En septiembre de 1846, el ilustrado y célebre maestro sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento publicó su libro “Vida de San Martín”, en cuyas páginas incluyó: 

“No lejos de la margen del rio Sena, vive olvidado don José de San Martín, el primero y el más noble de los emigrados…

Hay en el corazón de este hombre una llaga profunda que él oculta a las miradas extrañas…

He pasado con él momentos sublimes que quedarán grabados en mi espíritu. 

Solos, un día entero, tocándole con mañas ciertas cuerdas… entonces, animándose la conversación, lo he visto transfigurarse”.

En síntesis, su solo nombre es un aire fresco que debe impulsarnos hacia los valores y a través de estos, hacia el crecimiento integral de nuestra Patria. 

Qué mejor homenaje que ése para este grande hombre que el Señor nos dio para toda la vida, y que la historia se ha encargado de bautizar como “El Padre de la Patria”.

Con un gran abrazo para todos.
Jorge Atilio Oliva Barros
Comandante Principal (R)
Integrante de la Asociación Cultural Sanmartiniana
“Cruz del Sur” de Río Gallegos (estoy lejos, pero mi corazón sigue con ellos).

 P/D. Les recomiendo el artículo “San Martín y Boulogne Sur Mer”, cuyo autor es el General (R) Alejandro Alberto Díaz Bessone, académico del Instituto Sanmartiniano, publicado en el diario “La Nación” el pasado 15 de agosto.



Baden-Powell fue nombrado caballero en 1909 por el rey Eduardo VII. Más tarde, en 1929, fue nombrado barón por el rey Jorge V, convirtiéndose en Lord Baden-Powell. También fue nombrado jefe scout mundial en el primer Jamboree internacional de Boy Scouts en 1920. 


San Ignacio Lazcano de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que  el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo  Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.

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