sábado, 16 de agosto de 2025

NIÑOS FELICES (III).“Quien matare la ilusión de un niño, merece morir sin esperanza” J. J. de la FUENTE. NIÑOS FELICES (III). Soberana Orden Militar de Caballería Ligera del Papa de San Ignacio de Loyola.


 . V. M 13 – 08 – 2006.

“Quien matare la ilusión de un niño, merece morir sin esperanza” J. J. de la F.
NIÑOS FELICES (III)
Cuando éramos niños los que hoy somos padres (maduros ya), el “Día del niño” se festejaba, inamoviblemente: el primer domingo de agosto; sin depender del cobro de los sueldos para acomodar la fecha.

Además, en aquel “país suicida” como lo calificaran muchos a posteriori (-el cual nos trajo como consecuencia: bla, bla, bla-), diría un economista de la injusticia social; no existía casi: ni la ultra miseria, y ni se soñaba una desocupación abrumadora, con su inaceptable carga de desnutrición y mortalidad infantil…Y… ¡Qué quiere que le diga! ¡Que pena!

Que a los niños se les inculque masivamente que la dicha depende en forma casi excluyente, de una posición material destacada.

Que pena que los días especiales de nuestra identidad como Nación, deban generar fines de semana largos porque, económicamente, conviene.

Con estos mensajes nuestros hijos crecerán en la convicción de que todo debe subordinarse al dinero. Y que será “Don dinero” quien les abrirá las puertas (o no) de su futuro.

Y así, desde muy chiquitos iremos matándoles la ilusión, la fantasía, la capacidad de sueños, no sea cosa que esas “niñerías” nos desacomoden el presupuesto...

Y de los hijos de desocupados, o los que viven en las calles mejor ni pensar, mejor ignorarlos, pues no caben en el país exitoso por construir.

Y si estudiamos profundamente los argumentos esgrimidos para justificar la necesidad del aborto legal y gratuito; éstos respaldan una suerte de “solución final” para suprimir a los futuros desclasados.

Por eso: para usted señora, para usted señor, para quienes apostamos a criar niños espiritualmente valiosos, tiernos, soñadores, generadores de esperanza, los invito a recrear una reflexión con sabor a “cuento chino” de Luis Landriscina que dice así:

-En las posadas chinas había un contador de fábulas.

Los caminantes se detenían y comían su propia comida, un poco de arroz hervido, mientras escuchaban sus historias, que narraban la lucha del bien contra el mal.

El mal siempre estaba representado por un dragón, y el bien era un príncipe con un caballo alado.

Eran historias fabulosas...

Por eso, cuando los occidentales no queremos creer una historia decimos que son “cuentos chinos”, en alusión a estas historias fantásticas.

Pero las fantasías también alimentan el alma, y creo que quien vive sin ilusiones, sin fantasías, vive vacío.

Por eso insisto tanto a los papás con que no quiebren abruptamente la inocencia de sus chicos, porque los harán seres desgraciados que perdieron el tiempo de la fantasía y la ilusión. –

Y en homenaje a tantos padres anónimos que abrieron de par en par las puertas de su casa, criando con amor y compromiso paternal a chicos ajenos, compartamos (ahora) lo que don Luis recuerda de su madre adoptiva: Mis padres adoptivos - Trataron de enseñarme a ser una persona correcta.

Mi madre adoptiva, que era una aldeana española, me decía que la honestidad, la honradez, la decencia no eran virtudes sino un deber, que se nacía con esa obligación, que no había que destacarlas, sino ejercerlas.

Y que con ellas venían los otros valores, como la solidaridad y el amor al prójimo-.
Por eso los invito que, a partir de este domingo y a lo largo de todos los días de la niñez de nuestros hijos, saquemos del fondo de nuestras almas ese niño tierno, fantasioso, idealista e inocente que supimos ser; mostrándoselo sin pudores a nuestros hijos.

Educándolos en la solidaridad y el amor al prójimo a través del ejemplo, para que nuestros hogares se iluminen con la luz que otorga la verdadera alegría, la profunda paz de sentir, que Dios vive entre nosotros.

Juan José de la Fuente
Fuente: Editoriales “Niños Felices (I y II) " – P. V. M. del
mismo autor.

Baden-Powell fue nombrado caballero en 1909 por el rey Eduardo VII. Más tarde, en 1929, fue nombrado barón por el rey Jorge V, convirtiéndose en Lord Baden-Powell. También fue nombrado jefe scout mundial en el primer Jamboree internacional de Boy Scouts en 1920. 


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