Soberana Orden Militar de Caballería Ligera del Papa de
San Ignacio de Loyola
Priorato General de Argentina
En el año 1978 decía la Prof. Florencia Cornejo: “Por su posición geográfica, Salta fue escenario de cruentas luchas por la emancipación americana. Se puede decir entonces, que en este suelo se jugaron más de una vez los destinos de la patria y del Continente. También podemos afirmar con orgullo bien ganado, que si de ello salimos airosos, fue por el esfuerzo heroico de este pueblo, que en un momento dado de la historia dejó de lado las contiendas locales y las guerras fratricidas, por un ideal más grande y noble como lo es la liberación de América. Cierto es que tuvo un gran gestor: el General Martin Miguel de Güemes, conductor extraordinario de dotes nunca repetidas, y de un mentor San Martín, de proporciones gigantescas.
Y es a este aspecto al que quiero referirme, entendiendo que, bajo esta dimensión no siempre Güemes fue bien interpretado por la historiografía nacional; si por la local, que nos legó obras de incuestionable valor, como la historia de Frías, Cornejo y otros. Pero, a pesar de todo este esfuerzo de tantas páginas contenidas, podemos decir, no sin sincera preocupación, que es más atrayente para muchos el aspecto exterior, y las cuestiones inmediatas de la gesta guemesiana, que la esencia en sí. Es más folklórico el poncho rojo, el gaucho, su vestimenta, el caballo, el caudillo, su popularidad, en una palabra, suena más a tierra adentro y a ese nacionalismo exaltado y un tanto popularesco, al que Güemes, por principios y educación, estaba tan alejado.
Guemes no fue un militar improvisado, producto del medio y las circunstancias, sino un general de carrera, que por sus propios méritos fue conquistando uno a uno sus galones. Tampoco fue el caudillo feroz y montonero, como muchos historiadores quieren verlo, trasponiendo el momento histórico de Güemes al período de anarquía, confundiendo su imagen con la de López, Quiroga y el Chacho. Guemes perteneció a otra época: al de los albores de la independencia y murió lamentablemente muy joven: a los 36 años, precisamente en el año 21. Si fue caudillo lo fue en otro sentido muy distinto. Guemes fue un caudillo por cierto, y es más, es el prototipo del caudillo, pero el de su época, el que tan bien define las palabras de Alfonso el Sabio. Guemes es el caudillo al estilo español, como bien definen Las Partidas: “es el que manda”.
Es la cabeza superior, el guía y el que manda a la gente de guerra. Además es el que actúa dentro de la legalidad y del orden institucional, como era el establecido por la legislación española.
Guemes, por tradición, hijo de españoles, no podía traicionar al ambiente en el que se había educado y crecido. El gaucho que obedece a Güemes, que lo sigue, con una lealtad inquebrantable, es muy distinto al gaucho matrero y marginado de la sociedad que tan bien define el Martín Fierro. Este gaucho también es distinto, corresponde a otro momento histórico argentino, el de Hernández vivió en Buenos Aires y sus zonas aledañas, en épocas posteriores; el gaucho que acompaña a Güemes en su gesta gaucha no es ningún desheredado. Son arrenderos, pequeños propietarios. Son también peones que siguen a sus patrones, en un paternalismo bien entendido. Protegen al señor que está en peligro… defienden su suelo con una lealtad conmovedora, no se revelan, nadie los obliga a alistarse, obedecen al jefe, a la cabeza, al más capaz, y le siguen porque es un gaucho noble, corajudo y leal, que se sujeta a un orden… que pelea con denuedo. Y en eso no exagera la historiografía popular cuando exalta el coraje del gaucho salteño.
Pero retomemos el tema de San Martín y Güemes y el plan de emancipación americana. Ambos no son personajes alejados y tomados al azar. Estuvieron unidos por lazos familiares que se remontan a la Madre Patria y se ciñen por las circunstancias y las amistades en común. Veamos pues, como estos lazos se estrechan aún antes del nacimiento de nuestros protagonistas: Doña Gregoria Matorras, madre de San Martín, era prima hermana de Don Gerónimo Matorras, que fuera años más tarde Gobernador Intendente de Salta del Tucumán. Ambos viajan desde la España natal hasta Buenos Aires. Doña Gregoria Matorras contrajo enlace con don Juan de San Martín, trasladándose a la actual Provincia de Misiones, donde nació el Libertador. Mientras que Don Gerónimo pasó a Salta a ocupar el cargo de Gobernador, que el Rey le había confiado. Fue un Gobernador emprendedor y fundó las primeras Reducciones y Fuertes en el Chaco, que años más tarde visitara no sin orgullo, su sobrino, el General San Martín en compañía de Güemes.
La juventud de San Martín, también está unida por lazos de amistad a Salta. Educado en el colegio de nobles de Madrid, San Martín se vinculó allí a dos jóvenes salteños: Francisco de Gurruchaga y José de Moldes, figuras claves en la lucha por la independencia. Lástima es que no podamos detenernos en estos dos personajes poco estudiados y mal conocidos que tanto hicieron por la Patria, en especial Don Francisco de Gurruchaga, cuya acción no estaba lejana, ya que fue uno de los precursores que contribuyeron a sembrar la semilla de la Revolución de Mayo de 1810. Y fue también el primero en poner sus bienes y fortunas al servicio de la Patria, cuando armó, de su propio peculio, la primera escuadrilla naval patriota. Por eso es considerado el fundador de la marina argentina. Estos ex condiscípulos, sin duda alguna, en la hora de la emancipación, mantuvieron sus contactos y vinculaciones.
Nos alejemos del año diez y nos situemos en 1813. Las armas de la patria habían sufrido varios reveses en Vilcapugio y Ayohuma y era necesario mandarles un refuerzo efectivo para apuntalar el descalabrado ejército que se batía en retirada. Era necesario enviar tropas en su auxilio. San Martín se presentó como la figura indicada.
Se lo nombra General en Jefe del Ejército que operaba en el Alto Perú y es entonces cuando se vincula a Güemes. Precisamente él es quien acompaña al Libertador a hacerse cargo del Ejército del Norte. Era ya Güemes Teniente Coronel.
Dice el Dr Cornejo al respecto: “…así entra en escena la figura epónima de Güemes, a quien tanto le debe la causa patria y americana, paladín heroico de la lucha emancipadora en el noroeste argentino, hombre de confianza de San Martín con quien articuló su plan”.
Guemes acompañó a San Martín en el trayecto hasta Salta. Y es casi seguro suponer también, afirma el Dr Cornejo “…que San Martín, en conversación con Güemes, cambiara de planes. Por eso, sostiene, “que habría dos planes”, uno anterior a lo conversado con Güemes y otro posterior.
La extrema agudeza de San Martín y su fino tacto, supo ver de inmediato en Güemes, las condiciones innatas y el fuerte celo del hombre de armas. Nadie mejor que este noble salteño conocía el terreno, los hombres. Conocía el terreno palmo a palmo. Sus hombres, como centauros, bajaban por los desfiladeros, atacando por sorpresa al invasor. Todo esto tuvo muy en cuenta San Martín cuando ideó su plan estratégico de ofensiva por el oeste y defensiva por el norte; y luego ofensiva por el norte, hasta que ambas convergieran a Lima.
Buena parte del plan sanmartiniano descansaba en la capacidad de Güemes y su influencia en Salta. Para San Martín el éxito del plan se centraba en que el norte no fuera vulnerado por el enemigo español mientras él organizaba el Ejército de Cuyo.
Guemes aceptó la tremenda responsabilidad del desafío, y él y sus hombres pusieron tanto empeño en las empresas, que San Martín pudo cruzar Los Andes, vencer en Chile, darle la libertad y dirigirse al Perú. Cuando el Jefe del Ejército de Los Andes depositó su confianza en Guemes, implícitamente confió en el triunfo. Y no fue defraudado. Los mismos generales españoles en sus memorias, reconocen este acierto. Torrente afirma: “…el valor estratégico de la Provincia de Salta era innegable, constituyendo geográficamente la transición del Alto Perú hasta la Pampa Argentina y participa por lo tanto de los caracteres de ambas regiones, con predominio de la montaña sobre la llanura, era la vía natural entre la montaña y el macizo boliviano. Esos dos caracteres traducidos al terreno militar significaban la defensa o la invasión por el Alto Perú, según lo poseyeran uno u otro bando…”
El mismo San Martín no tardó en darse cuenta de su acierto al escribir al Gobierno Nacional, cuando en un oficio dice: “…se asegura que los gauchos de Salta, ellos solos, le están haciendo al enemigo una guerra de recursos tan temible que lo habían puesto en la necesidad de despachar una división de más de 300 hombres con el único objetivo de proteger el ganado vacuno…”
Cuenta también el anecdotario, que el mismo general Valdés dijo: “…a este pueblo no lo vence nadie…” al observar que un niño de cuatro años había descubierto al ejército español, y dando un salto al caballo, partió a todo galope para dar aviso de la presencia del enemigo.
También es muy mentado aquel episodio en que lo visitaron tres emisarios de La Serna, haciéndole una serie de ofertas muy tentadoras para que abandonara la causa americana a lo que Guemes respondió, después de leer detenidamente la comunicación, dijo: “…decid a vuestro Virrey que Martín Guemes es noble y rico de nacimiento y ha sacrificado su fortuna entera al servicio de su Patria y que para él no hay títulos más gloriosos que el amor de sus soldados y la estimación de sus conciudadanos…”
Y cuenta la tradición que al salir del recinto, uno de ellos comentó: “… con tales adversarios, nuestros esfuerzos serán vanos y América se perderá pronto para la Corona de España”.
De todo lo dicho es indudable que sólo con una conducta sin tacha, sin dobleces, con un rigor de vida y con una clara filosofía, pudo Güemes hacer lo que hizo con los pocos recursos a su alcance.
Sólo con su decencia pudo convencer, no tan sólo a los suyos, sino a sus propios enemigos, porque si el norte era infranqueable, era porque Güemes, su custodio, lo era entonces. Y es preciso que los argentinos volvamos al pasado y rescatemos esos valores, que son los que conformaron nuestra nacionalidad.
Si esta Patria argentina fue un día gloriosa y el orgullo de América, fue porque la forjaron hombres del temple de Güemes, inflexibles en moral, ejemplares en dignidad y generosos en todos los esfuerzos que les demandaba la Nación.
El patrón histórico redunda siempre en ejemplo para las generaciones posteriores. Se puede exigir sacrificios cuando éstos comienzan desde arriba… de la cabeza hacia abajo, como una piramidal responsabilidad patriótica y no como un holocausto de los más débiles y humildes.
Porque en esta ardua lucha se sacrificaron sin tregua y sin desmayos, durante largos años, todo un pueblo, sin distingo de castas. Fue una lucha total en la que participaron mujeres, niños y ancianos; todo el pueblo de la provincia, en su sacrificio, vio su erario reducido a nivel de crisis, de economía de guerra. Todo lo entregaron en aras de la lucha por la libertad.
La Guerra Gaucha prosiguió y los éxitos no cesaron, pero tampoco la muerte ni los sinsabores dieron cuartel. Para expresar la magnitud del sacrificio, debemos pensar que la población ya estaba agotada, el comercio en ruinas, pues llevaban mas de diez años haciendo la guerra, afrontando la situación prácticamente sin ayuda de nadie.
Las aspiraciones particulares fueron dejadas de lado. El mismo Guemes comprendía la magnitud del peso que recaía sobre la Provincia en el cumplimiento del plan sanmartiniano, dijo: “…cuando amenaza a la causa pública tan eminente peligro, es un deber de los ciudadanos desprenderse de lo más amable sin excepcionar sus vidas; y es el mío, promover cuantos medios pueda en beneficio del pueblo a cuya cabeza estoy. Me son sensibles, en alto grado, las calamidades que sufre por la injuria de los tiempos, quisiera obviarlos con la sangre de mis venas, pero el bien de la Nación, superior a otro cualquiera, hace ahogar mis sentimientos y exige de mí y mis comprovincianos, toda clase de sacrificios…”
Así hablaba a su pueblo este general gaucho. Sus palabras están retratando por sí solas su estatura moral: están sintetizando así el concepto de patria; están mostrando a lo vivo su calidad humana, que dolida del sacrificio que estaba exigiendo a su pueblo, daba prioridad al cumplimiento del deber sagrado.
Y así, con el ejemplo de su jefe, contuvieron al invasor.
Muchas invasiones fueron detenidas por los centauros del monte que arremetían contra el ejército español, dispersándolo, quitándole armas, pertrechos y caballos. Se aplicaba la táctica de la tierra en armas, donde el enemigo carecía de medios, recursos y ayuda; donde detrás de cada barranca, dentro de cada matorral, envuelto en las sombras de la noche, estaba el gaucho salteño defendiendo fieramente su suelo. Como lo reconociera el enemigo español: “…a este pueblo no lo venceremos jamás…” expresaba Cornejo.
AGENDA JUNIO 2012
S.E. la Prof. María Cristina Fernández SOMCLPSIL desarrolló las siguientes actividades.
1 de Junio: Publicó en la Revista Familia Cristiana el artículo: La Fe del Grl Martin Miguel de Güemes.
15 de Junio: Disertó sobre la Gesta Güemesiana ante alumnos de 5to Año del Colegio “Martín Miguel de Güemes” de Berazategui.
16 de Junio: Rindió homenaje a los fundadores de la Guardia bajo las estrellas en el acto realizado al pie del Monumento a Güemes en Buenos Aires, organizado por la Agrupacion de Residentes Salteños de la Provincia de Buenos Aires.
17 de Junio: Radio Nacional Folklorica difundió el Homenaje histórico-artístico “Campanadas de Patria para una amistad”, realizado por la Prof. Fernández-
20 de Junio: Radio Difusión Argentina al Exterior difundió en dos horarios el Homenaje precedentemente citado.
22 de Junio: Disertó sobre el papel de la Mujer en la lucha por la Independencia en las “Jornadas Nacionales Belgranianas – Bicentenario de la Bandera Nacional”, realizadas en Rosario.
28 de Junio: Asistió a la presentación del libro “El Gaucho en el Bicentenario” del Dr. Jorge Cuadrado, realizada en el Museo Hernández.
Académica Correspondiente
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