sábado, 22 de diciembre de 2012

Mensaje de Navidad de la Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas (CONFAR).


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“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
 (Jn. 10,10)



Estamos transitando los últimos días del año y nos disponemos a celebrar la Navidad como una invitación a seguir en camino, donde la Vida reclama, porque Jesús, el Emmanuel,  está y camina con nosotras y nosotros. Él vino a traernos vida y vida en abundancia y nos envía como discípulos-misioneros a anunciar la Buena Nueva de la liberación, para que nuestros pueblos en Él tengan Vida. (Plan Trienal 2010-2013).

Ya el papa Juan XXIII, a las puertas del Concilio Vaticano II, nos advertía de los peligros que suponen los profetas de calamidades, aquellos que no anuncian más que desgracias y malas noticias. Nuestros Pastores en Aparecida nos recuerdan que “los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras” (DA. 29). Es por eso que en esta Navidad, queremos celebrar la buena noticia de un Dios que sigue manifestándose a través de los signos de los tiempos en este mundo nuestro, al que miramos con ojos de misericordia y en el que nos encontramos con hombres y mujeres que trabajan al servicio de las grandes causas de nuestro pueblo, en la construcción de una humanidad nueva, con vida digna y abundante para todos, todas y todo.

Con ellos y ellas, y desde diversas plataformas, queremos sostener la misma y única esperanza del Pueblo,acompañando sus legítimas reivindicaciones de humanización, libertad, justicia, igualdad, verdad, identidad, alteridad, desde el horizonte de un mundo nuevo posible (Plan Trienal 2004-2007), inaugurado por Jesús de Nazaret, que al decir del papa León Magno, "fue tan humano, pero tan humano, como sólo puede serlo Dios”. Cuanto más “Hijo de hombre” más “Hijo de Dios”. (Plan Trienal 2010-2013)



El nacimiento de Jesús es luz, vida definitiva y buena noticia para nuestro pueblo. Nacimiento que expresa a un Dios que no tuvo miedo de meterse en el barro de nuestra humanidad y que nos invita a meternos en medio del pueblo y a sumarnos al entramado de sueños y luchas por una vida digna en abundancia, desde los pobres a todos.


Como Vida Religiosa en Argentina confesamos con san Ireneo y con el mártir Romero de América que “la gloria de Dios es que el hombre (pobre) viva”, renovamos nuestra opción por los pobres y nuestro compromiso de seguir  en camino, donde la Vida reclama



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