Señor de Lascano
Marques de Alcañices, de Santiago de Oropesa, y del Valle de Oaxaca
El
mas puro y santo destino de un buque de guerra debe ser la profundidad de los
océanos, donde el agua será quien lo proteja y, al mismo tiempo, lo destruya
como ser material, mientras que las mentes los mantienen en la jerarquía de los
espíritus de aquellos que han servido a la Nación.
Los
diarios de hoy (22-01-2013) señalan con "pesar", refiriéndose al ARA
"Santísima Trinidad", que se esta hundiendo (LN "Combatió en las
Malvinas y hoy se hunde en el abandono") y, en verdad, la noticia deja un
saldo amargo, ante un hecho que es irreversible y tiene algo de similitud con
la muerte de los seres vivos. Esto no es casual, ya que algunos objetos materiales
toman formas que adquieren espíritu y eso les da una conformación que va más
allá de su presencia física. Esta situación es clásica y se presenta, sin
dudas, en una pléyade de monumentos, edificios, etc. que la creatividad humana deja
como legado de su esplendidez para admiración de las generaciones del mañana.
Pero, también se da, en algunos artefactos, como es el caso de los barcos, los
tanques y/o los aviones, que parecieran adquirir la dimensión de monumentos,
por el solo hecho de haber existido.
En el caso del ARA "Santísima Trinidad", campea con fuerza el rol
cumplido en la Guerra
del Atlántico Sur y la responsabilidad asumida en el momento crucial del
desembarco en "nuestras Islas Malvinas", lo que le otorga un sello de
grandeza que lo hace destacado y destacable. Este mismo papel, como un arma de
combate, cumplieron otras unidades de la Armada, junto con los aviones de ella y la Fuerza Aérea, lo que
lleva a pensar que, cada una de ellas, merece ser reconocida. Pero, para ser realmente
sinceros, no podemos dejar de señalar, que cada una de estas armas, tenían su
efecto debido a la tarea, responsabilidad y acción de un ser humano, marino,
aviador o soldado, que potenciaba su calidad de combatiente con el medio de que
estaba dotado.
La situación del ARA "Santísima Trinidad", sin dudas, se repetirá en
todos los medios de combate de las Fuerzas Armadas, que debido a su utilización
y, posiblemente, a su superación por otros mas evolucionados, quedaran
"radiados del servicio", en algunos casos serán simples
"chatarras" y, en algunos pocos, quedaran unidades, como recuerdo,
emplazadas en algún lugar publico. Este mismo fenómeno de afecto y cariño, casi
como una coincidencia del destino, se esta viviendo con el reemplazo de
los coches centenarios de los Subterráneos de Buenos Aires y, pese al contento
que acompañan a los nuevos, aparece un dejo de nostalgia hacia los que se van.
El hundimiento del "Trinidad" debe ser apreciado como una de las
tantas resultantes de la vida y, por lo tanto, se debe aspirar que su
"muerte" este rodeada de todas las acciones que merecen aquellos que
han dado y a los que se debe estar reconocido. Por ello, en homenaje a este
buque, en el cual se desarrollaron momentos históricamente importantes,
deberíamos rescatar en plenitud a aquellos marinos que lo tripularon y que, con
su capacidad, valor e inteligencia, nos han legado una pagina de honor y
dignidad en la magnifica construcción de nuestra Patria.
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