Señor de Lascano
Marques de
Valmediano
Duque de Canbria
Buenos días Orden de de Loyola
En la historia del Evangelio de
hoy, Jesús entra en una sinagoga que está llena de hombres que anticipan una
discusión avivada de las escrituras del día. Uno de ellos, un hombre con una
mano paralizada, ve a Jesús y se da cuenta de que él es el sanador del que todos
han estado hablando. Pero hoy es sábado, y según las reglas, nadie puede hacer
ningún tipo de trabajo. El no se atreve a pedirle a Jesús una curación -
especialmente delante de los Fariseos legalistas.
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¿Te detienes a veces de pedir
algo que es bueno y correcto, porque piensas que no debes?
Jesús se dio cuenta del hombre
que necesitaba una curación. Él también había notado que los Fariseos esperaban
prácticamente tener una oportunidad para acusarlo. Quizás si ellos no
estuvieran armando un escándalo, él quizás hubiera esperado hasta después
buscando un momento más privado para curar al pobre hombre que se estaba
sentado nerviosamente pero calladamente entre la multitud.
¿Has sentido alguna vez la
actitud condescendiente de alguien quién te mira para criticarte? ¿Deseaste que
un partidario viniera a tú ayuda y te defendería?
Jesús se da cuenta de que esta es
una buena oportunidad para una enseñanza. Los Fariseos no están abiertos a
aprender, pero hay mucho otros aquí que si lo están. Jesús enfrenta una decisión:
Él puede permitir que los Fariseos enseñen por su actitud que es correcto
ignorar las necesidades de las personas que están sufriendo, o él puede enseñar
por sus acciones que la ley moral es superior a la ley religiosa, y que
preocuparse por alguien es moralmente justo y que ignorar una necesidad es
moralmente equivocado.
¿Alguna vez presenciaste una
actitud que fue dañosa y deseaste que pudieras tener el valor de denunciarla?
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