Orden de los caballeros de
su santidad el papa
"san ignacio de loyola"
política internacional
Durante
su último viaje a Nueva York, el presidente iraní, Hassan Rouhani, organizó una
cena privada para un reducido número de ex funcionarios estadounidenses,
ejecutivos de negocios petroleros y empresarios de la industria
energética. Según varios de los participantes, Rouhani trató de transmitir
un mensaje simple: si EE.UU. no ayuda a Irán a alcanzar un acuerdo sobre la cuestión
nuclear, las próximas elecciones en Irán podrían ser la antesala a una grave
crisis política interna. Un día antes, el canciller Javad
Zarif había transmitido el mismo mensaje al Council on Foreign Relations en
Nueva York. “Si no nos ayudan, ustedes podrían sufrir las consecuencias”,
advirtió.
¿A
qué se refirieron Rouhani y Zarif con sus dichos intentando presentar “algo o
alguien” como una bête noire? ¿Quién es el hombre que intentan
presentar como tal cosa para Occidente? La respuesta es sencilla, es el ex presidente Mahmoud
Ahmadinejad. Sin embargo, éste no tiene una
circunscripción electoral propia con gran caudal de votos cautivos en la
población iraní, y es poco probable que gane unas futuras elecciones sin tener
el apoyo del aparato militar, el sector religioso más radical y el aval de
grupos de la comunidad empresarial local. No obstante, Rouhani y su mentor
político, el ex presidente Hashemi Rafsanjani, esperan que un acuerdo con los
EE.UU. les daría impulso para tomar el control del Majlis -Parlamento- el año
próximo, y luego, ganar la
Asamblea de Expertos, que a su vez, elige el “Guía Supremo”.
La
facción de Rafsanjani es la menos hostil a los EE.UU. y Europa, y ello hace que
no sea bien visto por parte de los herederos de Khomeini. Es allí donde deben
entenderse las maniobras de Rouhani en Nueva York. Rafsanjani
siempre ha querido ser una versión iraní de Deng Xiao, el líder que cerró el
capítulo de la revolución maoísta y abrió el camino a la inclusión de China en
la comunidad internacional. Su argumento es que EE.UU. no
tiene ningún problema con el carácter “islámico” del régimen de
Teherán. De hecho, no está equivocado, hay cuatro Repúblicas islámicas
actualmente, y tres tienen lazos normales con Washington. Siempre que el
régimen iraní no amenace los intereses de EE.UU., a los norteamericanos podría no
importarle mucho lo que haga dentro de Irán. El hecho de que China es el
número uno del mundo en ejecuciones no ha impedido que se convierta en el socio
comercial más cercano de Washington.
Durante
dos décadas Rafsanjani ha tratado de explicar el error que cometió en 1989, al
apoyar -después de la muerte de Khomeini- a Alí Khamenei en la posición del
“Guía Supremo.” En ese momento, Rafsanjani creyó que al convertirse en
presidente podía tomar el control de la poderosa maquinaria del Estado,
mientras que Khamenei sería una persona de bajo perfil en asuntos religiosos,
pero controlándolo desde la presidencia. Eso no sucedió así, y las cosas
cambiaron sustancialmente para Rafsanjani y para Irán. El sistema político construido en torno al concepto de Velayat e-faqih
(custodia de los juristas islámicos) no pudo ser detenido por Rafsanjani. Así,
Khamenei se dedico profundamente a lo religioso aplicando una ideología más
dura que el propio Khomeini.
Un cuarto de siglo más
tarde, Rafsanjani está pensando corregir su error. Esta vez planifica
convertirse en el “Guía Supremo”. Su facción ha ganado la presidencia y espera
ganar el Majlis el año próximo. Si tiene éxito, puede que el camino se
abra a su estrategia para ganar también la Asamblea de Expertos en mayo de 2016 y entonces,
¿quién sabe? Esta es la razón por la que Rafsanjani ha estado en campaña a
nivel de la comunidad internacional el último año. Desde el ascenso de su
hombre a la presidencia -el presidente Rouhani- ha estado moviéndose
rapidamente con EE.UU. y la
Unión Europea. Ha publicado también varios volúmenes de sus
memorias con el propósito de recordar a la gente sus estrechos vínculos con el
difunto ayatollah Khomeini como sus supuestos éxitos como presidente en sus dos
mandatos.
También
concedió varias entrevistas a medios de prensa occidentales. Después de
años de no poder salir de Teherán, Rafsanjani ha estado viajando por todo el
país proyectándose como el potencial salvador de la nación. El Ministerio
de Relaciones Exteriores en Teherán lo incluyó recientemente en los programas
de reuniones con dignatarios extranjeros que visitan la República Islámica ,
este punto le estaba prohibido durante la presidencia de Ahmadinejad.
Rafsanjani va creciendo en el plano externo pero también en el interno,
EE.UU. y Europa ven con buenos ojos tenerlo de socio en el futuro. La
reciente hospitalización de Khamenei y la gravedad de su enfermedad abrieron
definitivamente la lucha por su sucesión.
Sin embargo, en su
búsqueda por el poder supremo, Rafsanjani y su potencial contrincante, el
ayatollah Mesbah-Yazdi se enfrentan a otro problema. A diferencia de
Khamenei, “usan turbantes blancos”, ello significa que no son descendientes
directos de Fátima y Alí. Dicho en otras palabras, no forman parte de la Ahl el-Beit (gente de la Casa ). Por lo que no hay
que descartar que algún “turbante negro” aparezca en la disputa por la sucesión
en curso. De todas formas, sería un paso en falso para Occidente
involucrarse en disputas entre facciones en Teherán. La República Islámica
de Irán no es la
República Popular China. Allí, la imagen del cualquier
político occidental podría terminar peor que la caricatura de Nixon en Beijing
años atrás. Como sea, será importante que la política exterior argentina siga
de cerca estos movimientos dada la relevancia de asuntos pendientes con la República Islámica
de Irán.
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