Ciudad del Vaticano, 15 Mar. 09 (AICA): Mensaje del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y presidente del Episcopado en la audiencia con el Santo Padre Benedicto XVI en el marco de la visita Ad limina llevada a cabo por el primer grupo de 30 obispos argentinos. En su discurso el cardenal expresa la preocupación por la "profunda crisis de valores de la cultura, cobran fuerza otros graves problemas como el escándalo de la pobreza y la exclusión social, la crisis del matrimonio y de la familia, la necesidad de mayor comunicación" y más adelante expresa que "El desafío radical que hemos de asumir en Argentina es precisamente esta profunda crisis de valores de la cultura en la que toman fuerza otros graves problemas: el escándalo de la pobreza y la exclusión social, la crisis del matrimonio y la familia, la necesidad de mayor comunión. En la raíz misma del estado actual de la sociedad percibimos la fragmentación que cuestiona y debilita los vínculos del hombre con Dios, con la familia, con la sociedad y con la Iglesia.
Mensaje de S.E.R. Card. Jorge Mario Bergoglio, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina,a Su Santidad el Papa Benedicto XVI,
con motivo de la Visita ad límina del primer grupo de obispos argentinos.
con motivo de la Visita ad límina del primer grupo de obispos argentinos.
Santidad:
Este primer grupo de Obispos Argentinos con gozo viene a su “Visita ad Limina”. Gracias por recibirnos, escuchar nuestras inquietudes y problemas, compartir nuestros proyectos pastorales y –sobre todo- gracias por confirmarnos en la fe y en el servicio pastoral.
Nuestra patria es grande en extensión y en corazón. Posee un rico patrimonio cultural y espiritual. Tiene un alma creyente. En nombre de los fieles de nuestras Diócesis le expresamos los sentimientos de respeto y amor filial como asímismo la gratitud por su magisterio que afirma nuestra fe y nuestra pertenencia a la Iglesia. Nos estamos preparando para celebrar el bicentenario de nuestra independencia (2010-2016) y queremos que esta fecha sea ocasión de renovación espiritual y fortalecimiento de nuestro patrimonio cultural y católico.
En nuestra acción pastoral procuramos seguir los lineamientos “Navega mar adentro” elaborados por la Conferencia Episcopal y aprobados en la Asamblea del 31 de mayo de 2003 y también los del Documento de la 5ª Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida. “Con oído atento y sensibilidad pastoral queremos mirar desde la fe la compleja realidad del mundo que nos toca vivir para discernir los signos de los tiempos como reclamos de evangelización” (NMA, 21)
Somos conscientes de que el drama de nuestro tiempo es la ruptura entre Evangelio y cultura. Las familias, las instituciones y la sociedad en general, no encuentran nuevos cauces para sostenerse y creer. En nuestro país la pérdida de los valores que fundan la identidad como pueblo nos sitúa ante el riesgo de la descomposición del tejido social (cfr. NMA 24-25).
El desafío radical que hemos de asumir en Argentina es precisamente esta profunda crisis de valores de la cultura en la que toman fuerza otros graves problemas: el escándalo de la pobreza y la exclusión social, la crisis del matrimonio y la familia, la necesidad de mayor comunión. En la raíz misma del estado actual de la sociedad percibimos la fragmentación que cuestiona y debilita los vínculos del hombre con Dios, con la familia, con la sociedad y con la Iglesia (cfr. NMA 23).
Sin embargo, con la esperanza que nos infunde el Espíritu Santo, vemos en esta crisis una ocasión providencial para escuchar la llamada de Jesús a crecer como Nación. A pesar del desgaste social, en nuestra patria subsisten reservas de valores fundamentales: la lucha por la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la defensa de la dignidad humana, el aprecio por la libertad, la constancia y preocupación por los reclamos ante la justicia, el esfuerzo por educar bien a los hijos, el aprecio por la familia, la amistad y los afectos, el sentido de la fiesta y el ingenio popular que no baja los brazos para resolver solidariamente situaciones difíciles en la vida cotidiana (cfr. NMA, 28). Todos estos son signos de esperanza que nos alientan al anuncio de Jesucristo, a la búsqueda de nuevos modos en la transmisión de la fe transmisión tan vapuleada y hasta resquebrajada por la crisis arriba descriptas. Nuestro pueblo ama a la Virgen María y la venera en sus múltiples advocaciones, peregrina a sus Santuarios, reza el Rosario y habitualmente lleva al cuello una medalla con su imagen. Nuestras Iglesias particulares se sienten llamadas a renovarse en el camino de la santidad comunitaria y misionera que anime la actividad pastoral ordinaria en forma más creativa y orgánica. (cfr. NMA 81). Queremos que nuestras Iglesias particulares sean casa y escuela de comunión y promover una espiritualidad de comunión entre nosotros obispos y con nuestros fieles (cfr. NMA 83-84), que nos haga crecer en el sentido de pertenencia a la Iglesia universal.
Santo Padre, con estas reflexiones y sentimientos nos acercamos hoy, filial y fraternalmente, y una vez más le pedimos a V. S. Que nos confirme en la fe y en el servicio al santo pueblo fiel de Dios.
Ciudad del Vaticano
14 de marzo de 2009
Card. Jorge Mario Bergoglio s.j.
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