domingo, 18 de septiembre de 2011

NUBARRONES NEGROS EN LOS CIELOS DE ARGENTINA. Por S.E. Cab Gran Cruz Tcnl. Jose Javier de la Cuesta Avila (LMGSM 1 CMN 73 VGB) SOMCSIL. Presidente de la Asociación Descendientes de Guerreros y Próceres de la Independencia

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Cuando los cielos se encapotan y los vientos se tornan huracanes, la señal de la tormenta debe alertar para evitar que los torrentes desatados e incontrolables, destruyan los cimientos de una Patria que nos da proteccion y es el escenario del bienestar, fruto del trabajo y el esfuerzo con dignidad.
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Por S.E. Cab Gran Cruz Tcnl. Don Jose Javier de la Cuesta Avila (LMGSM 1 CMN 73 VGB) SOMCSIL Presidente de la Asociación Descendientes de Guerreros y Próceres de la Independencia

Los cielos de nuestra Argentina estan cerrados por nubes oscuras que anuncian mal tiempo. Ese firmamento azul-celeste, que la tradicion dice que posiblemente fue una de las fuentes de inspiracion de Belgrano, esta surcado por una aparente calma que recuerda la posibilidad del peligro a los marinos cuando las aguas aparecen demasiado quietas.. En tanto, nosotros, que hemos tenido la dicha de nacer en esta tierra prodiga, parece que no sentimos los truenos y no miramos el refucilar de los rayos. Las voces que se alzan, no previenen el desastre, repitiendose entre ellas acusaciones, que buscan mas denigrar que acusar, pues no contienen el sabor de las respuestas esperadas.

Que pasaria en nuestras pampas y cerros, si en ellos aun vivieran las estirpes de Mayo o Julio de principios del Siglo XIX o los puertos estuvieran plenos de voces de gentes que buscaban en nuestro medio una vida mejor. Se dejarian arrebatar el futuro los que sembraban los ideales de libertad o entregaban su sangre en los campos de batalla en el afan de lograrla. Cada uno de esos seres, que actuaban o venian a ser en la naciente Argentina, sabian que su sacrificio y esfuerzo era la savia vital para que sus hijos supieran de la paz, el bienestar y el progreso. Con cuidado y prudencia avanzaron sobre el desierto haciendolo un erial, para fundar ciudades y plantar mojones que significaban el avance de la civilizacion y banderas del desarrollo. El trabajo fecundo era la norma y la mejora en la vida resultaba como el fruto de la dignidad del ser y el hacer. Eso fue lo que nuestros mayores nos legaron y que como herencia sagrada tiene que ser mostrada en cada estandarte como objetivo tanto del pasado como del mañana.

El escenario de nuestra Patria, esta nacion en la que soñaron los argentinos del ayer, parece que esta derrumbado y que sus cimientos carcomidos, ante los ojos azorados de algunos pero la ciega mirada desviada de otros. Es posible que los truenos y rayos que surcan los cielos, no despierten la idea de que la tormenta esta por llegar y que con ella llegaran huracanes y torrentes que, con su furia, sembraran desvastacion. En nuestra mente de criollos, siempre aflora el pensamiento que, sin embargo y pese a nuestras torpeza, Dios en su grandeza, aquel que fue providencial para darnos salida ente cada encrucijada, seguramente, no nos abandonara, pero, hasta cuando su bondad prodiga nos dara nuevo aliento y su magnanimidad se agotara ante nuestros desvarios. Nosotros, somos los argentinos del maravilloso y prometedor Siglo XXI, que tenemos, con coraje y racionalidad, reformular una organizacion que nacio fecunda, pero que se desvio por ideas o intereses casi bastardos, antes que se desate la tragedia, obra de nuestra falta de accion y prevencion, para que, el acumulado error de decadas de equivocos actos, no nos explote en las manos y la Argentina soñada deje de brillar como lucero ante el Mundo.

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