Orden de los caballeros de
su santidad el papa
"san Ignacio de Loyola"
Priorato general de argentina
La acción evangelizadora de los
jesuitas entre los guaraníes no fue una medida unilateral de la Compañía de Jesús. Fue el
resultado de circunstancias favorables con las autoridades de Asunción,
principal ciudad rioplatense entonces, en especial con el gobernador Hernando
Arias de Saavedra entre 1607 y 1610.
El Provincial de los jesuitas en
esos tiempos era el padre Diego de Torres, quien había decidido abrir en un
principio tres frentes misionales: hacia el Paraná y el Guayrá, donde se
hallaban grupos guaraníes, y el Chaco, habitado por indios guaycurúes, nómades
canoeros. Las dos primeras misiones prosperaron, la última fracasó debido a la
belicosidad de los indios chaqueños. La misión del Paraná se expandió hacia el
río Uruguay, teniendo como protagonista principal de ese proceso evangelizador
al P. Roque González de Santa Cruz, que fundó la reducción de Encarnación de
Itapúa el 25 de marzo de 1615 y poco después erigió otro pueblo entre los
guaraníes en la laguna de Santa Ana, cerca de la isla de Apipé. Cedida a los franciscanos, esta reducción dio origen a
la de la Limpia
Concepción de Nuestra Señora de Itatí, en la margen izquierda
del Paraná.
La perseverancia de Roque
González lo llevó a fundar un nuevo pueblo, cercano al Uruguay, Nuestra Señora
de la Concepción ,
en 1619. Más tarde, San Nicolás, en 1626, y Nuestra Señora de los Reyes de
Yapeyú, en febrero de 1627, la comunidad más austral de las Misiones
Jesuíticas, fundamental para el comercio con Buenos Aires en un futuro.
Hacia 1628, el éxito misional,
debido al empuje y decisión de los escasos sacerdotes que condujeron la empresa
evangelizadora, era evidente. Se habían fundado once misiones en el Guayrá, dos
en el Paraná, tres en el Alto Paraná y siete en ambas márgenes del río Uruguay.
No obstante este empuje cristianizador entre la población guaraní fue
ensombrecido por un hecho lamentable: el asesinato de Roque González y dos
compañeros en el Caaró en noviembre de 1628.
Hacia el Caaró había dirigido sus
esfuerzos misionales el P. Roque González, que contaba entonces con 52 años
junto con otros dos sacerdotes, el P. Alonso Rodríguez y Juan del Castillo. El
15 de noviembre, estando en plena organización de una nueva comunidad
cristiano-guaraní, los padres Roque y Alonso fueron asesinados por unos
guaraníes sublevados al mando de un cacique llamado Nezú. Dos días después,
esos mismos indios asesinaron al Padre Juan del Castillo en un pueblo cercano,
Asunción de ijuhí. El grupo de sublevados pretendió extender su acción hacia el
pueblo de San Nicolás, pero anoticiados de lo ocurrido en Caaró, Nezú y sus
secuaces fueron detenidos por una partida al mando del cacique Ñeenguirú de Concepción.
El 20 de diciembre de 1628 los alzados fueron ajusticiados.
Roque González de Santa Cruz
había nacido en Asunción, Paraguay en el año 1576. Era el décimo hijo de un
escribano español, Bartolomé González de Villaverde y de doña María de Santa
Cruz, una asuncena mestiza. Roque tenía 12 años cuando llegaron a Asunción
desde España los misioneros de la compañía de Jesús. A los 22 años fue ordenado
sacerdote por el Obispo Hernando Trejo y Sanabria, Obispo de Córdoba. Siendo
Párroco de la Catedral
de Asunción ingresó a la
Compañía de Jesús en 1609, cuando se fundó la Provincia Jesuítica
del Paraguay. En 1611 fue superior de la
reducción San Ignacio Guasu, la primera fundada por los Padres Jesuitas.
El corazón de San Roque fue
enviado en la década de 1630 a Roma. En 1960, tras una breve estadía en la Argentina , ese símbolo
religioso, milagroso para muchos, fue trasladado a la Capilla de los Mártires en
el Colegio de Cristo Rey, en Asunción.
Los tres mártires fueron
canonizados en 1988 por Juan Pablo II durante su visita apostólica al Paraguay.
El lamentable hecho de Caaró fue paralelo a otra amenaza mucho más grave: la
invasión de las bandeiras paulistas a los pueblos del Guayrá. El martirio de
los curas del Caaró de algún modo era previsible en el programa misional, pero
el incendio, destrucción y esclavitud de los guaraníes reducidos en el Guayrá y
más tarde en el Tape llevó a los jesuitas a partir de ese momento a revisar sus
métodos evangelizadores, en especial su política defensiva.
Por Alfredo Poenitz
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