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Orden de los Caballeros de
Bendición Apostólica SS el Papa Benedicto XVI
Bendición Apostólica de SS el Papa Francisco
Bendición Apostólica Obispado Castrense de Argentina
Bendición Apostólica Obispado Castrense de Argentina
La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click.
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios. Herederos de Misioneros y educadores, viajeros y descubridores, cartógrafos y geógrafos, hombres de teología y espada, de ciencia y espiritualidad, conspiradores políticos o pacificadores, los jesuitas han sido, desde la fundación de la Compañía de Jesús una de las órdenes religiosas más importantes y controvertidas de la cristiandad; efectivamente, un grupo muy influyente a nivel mundial.
Orden Caballeros del Papa en América
Los Jesuitas conquistaron Sud América parala Iglesia de Roma
Los Jesuitas conquistaron Sud América para
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles
En esta columna de hoy, bien podría compartir con ustedes algunos hechos históricos fascinantes de la milenaria cultura árabe. También pensamientos y magníficas experiencias acerca de esa antigua cultura. Pero claro, en estos días, todas las personas parecieran estar en carne viva, hablan, entienden y hasta pareciera que tienen la solución a lo que está sucediendo en Gaza, con el conflicto Palestino-Israelí. Me referiré a ello solamente de paso y, en todo caso, será tema de un próximo análisis.
Hoy
prefiero dedicar la mayor parte de mi artículo a pensar con ustedes sobre la
amplitud del escenario geográfico de aquella región que conocemos como “mundo árabe” y al impacto de los hechos que allí se
producen, algo que abordé en varios de mis artículos y análisis por los últimos
años. Para ello, le solicito como lector localizarse específicamente en la zona
que va deMarruecos a Pakistán, un área predominantemente árabe y
musulmana, pero que también incluye significativas minorías de otras creencias.
Usted puede preguntarse por qué dejo de lado a
Israel y sus asuntos. La respuesta es: porque Israel, y cualquier problema
relacionado con ese país, no importa qué pueda usted leer u oír en medios de comunicación
del mundo, no es el eje central, ni jamás ha sido el trastorno de la zona de la
que hablamos. Contrario a ello, Israel no es parte del problema, más bien es parte de la solución
a la locura generalizada y estimulada por el terror fanático e irracional.
La disfuncionalidad psico-sociológica de una región
Es cierto que sí
existe un conflicto Palestino-Israelí desde más de 60 años. Pero no es allí
donde se centra o radica el núcleo del asunto principal de la disfuncionalidad
arabe-islámica.
Los
millones de seres humanos que murieron en la guerra entre Irán e Irak desde
1980 y hasta 1988, no tenían nada que ver con Israel. Los asesinatos masivos en
Sudán, donde los islamistas están masacrando a sus ciudadanos negros no
musulmanes, no tienen nada que ver con Israel. Tampoco con Europa o con
EEUU. Los recurrentes informes sobre Libia y el
asesinato de miles de civiles en una aldea u otra a manos de los
fundamentalistas islámicos de Al-Qaeda -los
mismos a los que Europa y el presidente Obama ayudaron
a derrocar a Khaddafi- no tiene nada que ver con
las acusaciones árabes al imperialismo estadounidense, al colonialismo europeo
o al sionismo israelí.
Tampoco Saddam Hussein invadió Kuwait en su tiempo, ni puso en peligro a Arabia Saudita, ni
asesinó gaseando masivamente a sus propios ciudadanos a causa de Israel. Egipto no usó gas venenoso contra Yemen en los años 60 a causa de Israel. El
fallecido presidente sirio Haffez Al-Assad no mató en una semana a treinta mil de
sus propios ciudadanos en 1982 en el pueblo de Hamma, en Siria, a causa de
Israel, y lo mismo para con los más ciento ochenta mil muertos que ha sabido
generar su vástago Bachar en
los últimos tres años de la mal llamada primavera siria. Por cierto, en el campo sirio, “es penoso escuchar el silencio” de
colegas de analistas occidentales que desgranaron aplauso los primeros
días de la revolución siria ahora que la guerra civil es abierta ya no hablan
de eso.
El
control criminal del talibán en Afganistán y la guerra civil en ese país, no tuvo
nada que ver con Israel, con Occidente ni con cualquier forma de imperialismo
que haya pretendido avasallar la cultura árabe islámica. El terror de
organizaciones como Hezbollah, quien secuestro al Estado legal libanes, no
tiene que ver con Occidente ni con los judíos. Lo mismo aplica para la
organización terrorista Hamas, que asesinó y
depuso la autoridad de sus hermanos palestinos representados por el
presidente Mahmoud Abbas en la Franja de Gaza.
Usted puede tomarlo o dejarlo, pero si desea continuar leyendo,
deberíamos pensarlo con amplitud, mal que les pese a los simpatizantes del
terror yihadista, a los arabistas fanáticos y a la izquierda lunática
internacional. Nada de
esto, ni las masacres diarias entre chiitas y sunitas en el Irak actual tienen que ver con Israel.
Pretender ocultar estos hechos o negarlos, no solo no le hace bien al mundo
árabe, sino que resulta una afrenta a la verdad histórica sobre la crueldad de
gobiernos y regímenes árabes para con sus propios ciudadanos.
El origen del problema al que hoy muchos asisten como testigos sorprendidos, es que esta región donde la ideología integrista avanzó y se afianzó exitosamente en distintos países fue convertida absolutamente en disfuncional en toda su extensión y, bajo cualquier estándar conocido por el mundo moderno. Y lo cierto es que: “la región hubiera sido disfuncional aunque Israel se hubiera integrado ala Liga Árabe y una Palestina
independiente hubiera existido desde hace 70 años”.
El origen del problema al que hoy muchos asisten como testigos sorprendidos, es que esta región donde la ideología integrista avanzó y se afianzó exitosamente en distintos países fue convertida absolutamente en disfuncional en toda su extensión y, bajo cualquier estándar conocido por el mundo moderno. Y lo cierto es que: “la región hubiera sido disfuncional aunque Israel se hubiera integrado a
Los
22 países miembros de la Liga
Árabe, desde Mauritania hasta los Estados del Golfo, tienen una
población total de unos 500 millones de personas, casi tan grande como la Unión Europea antes
de su expansión y, ocupan un área mayor que los EE.UU. o que toda Europa.
Estos
22 países, con todos sus recursos naturales y el petróleo, tienen un Producto
Nacional Bruto (PNB) menor que el de los Países Bajos más Bélgica e igual al de
la mitad del PNB de -solamente- el estado de California. Dentro de este
exiguo PNB, las brechas entre ricos y pobres exceden la credibilidad y
comprensión de un ser humano normal y bien intencionado. Allí, demasiados ricos
acumularon su dinero no por triunfar en los negocios sino por ser gobernantes
corruptos. El estatus social de las mujeres es mucho peor de lo que era en el
Mundo Occidental hace 200 años. Los
derechos humanos están por debajo de cualquier estándar razonable a pesar del grotesco ex
presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, quien sostuviera cándidamente en su
discurso de 2011, en la sede propia de la ONU su discurso más ridículo señalando que en
Irán “no había prostitutas, ni existía tal cosa a la que denominar
homosexualidad”.
Según el informe
preparado por un comité de intelectuales árabes y publicado bajo los auspicios
de Naciones Unidas en El Cairo, antes que Mubarak sea destituido por los
islamistas de la
Hermandad Musulmana , el número de libros traducidos por el
mundo árabe entero era mucho menor que el traducido por apenas la pequeña
Grecia.
Todo
esto está sucediendo en una región que hace apenas 40 años la OPEP consideraba como la segunda zona más rica del
planeta y, dentro de un área mayoritariamente musulmana que desarrolló en algún
momento de la historia una de las culturas más avanzadas del mundo. Si lo
desea, usted está en derecho de preguntarse: entonces, ¿por qué esto está sucediendo?
También es un hecho
que casi todos los gobiernos en la región culpan de esta situación a los EEUU,
a la civilización occidental, al judaísmo, al budismo, a todos y a todo,
“excepto a ellos mismos”.
¿Conoció
Usted algún presidente o funcionario importante de algún gobierno árabe que
haya hecho una sincera autocrítica sobre estos temas? ¿Puede usted mencionar
algún presidente árabe que haya reconocido el fracaso de su gestión de
gobierno? Pues por más que busquemos en la historia no encontraremos más que el
acto de valentía y visión estratégica del presidente egipcio Anwar el-Saddat,
claro que ello lo llevo a su propia muerte; fue asesinado por la Hermandad Musulmana
egipcia por firmar la paz con los israelíes.
Justo es decir también
que en esa región viven millones de personas decentes, honestas y buenas, que
son musulmanes devotos o que no son muy religiosos. Hoy, muchos de ellos son
víctimas por partida doble de un mundo exterior que, a partir del avance de
grupos islamistas, está desarrollando rechazo hacia ellos por el solo hecho de
ser árabes. Estas personas, también son, y debe ser dicho, victimas de su
propio hábitat que les divide el corazón por ser total y absolutamente
disfuncional.
La
situación a tener en claro es que la vasta mayoría silenciosa de los musulmanes no forman parte del
terror y de la incitación, pero tampoco se manifiestan en su contra.
Esto hace que muchos ciudadanos en Occidente, equivocadamente, los consideren
cómplices por omisión y esto aplica al liderazgo político, a intelectuales,
hombres de negocios y a muchos otros que ignoran que la inmensa mayoría de los musulmanes son absolutamente
capaces de diferenciar entre el bien y el mal; pero están
condicionados y tienen miedo a expresar sus puntos de vista por diferentes y
conocidas razones. La persecución, el encarcelamiento, el secuestro, la tortura
y el asesinato es muy común entre aquellos que se manifiestan públicamente en
contra del yihadismo en sus países.
Los eventos de los
últimos años han disparado situaciones que siempre han existido en el mundo
árabe, no son situaciones nuevas o desconocidas. Aunque nunca han estado tan
desenfrenadas como en la actual agitación regional.
Usted
como lector podrá escoger y formar su opinión sobre el tema. Sin embargo, debe
saber que pasarán unos cuantos años antes de que el mundo reconozca que estamos
inmersos en una guerra de las ideas que
ya ha manifestado no pocas y brutales acciones militares. Usted podrá tomar su
propia posición al respecto, podrá negarlo o aceptarlo, ese no es mi problema.
Mi obligación es contribuir a que lo piense, pues ya estamos bien metidos en
esa guerra. Y mientras más demore el mundo y la opinión pública en reconocerlo,
más cruenta será esa confrontación en el costo de vidas humanas.
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