La Santa Hermandad fue la primera unidad militar permanente que existió en España y una de las primeras tropas regulares organizadas de Occidente. Fue creada por los Reyes Católicos en 1476 para garantizar la seguridad y mantener el orden público en todos los territorios de la Corona, por tanto, fue el primer cuerpo nacional de policía de Occidente. Fue concebido como cuerpo de ejército permanente en teoría, pero en la práctica se formó para someter a la nobleza, ya que esta recurría al bandolerismo para solucionar sus problemas financieros.
SOLDADOS DE LA SANTA HERMANAD |
Cuando los Reyes Católicos accedieron al trono, España sufría un periodo de disturbios y caos social, marcado por las pretensiones de la nobleza y por una guerra civil. En Castilla, numerosos nobles se dedicaban al bandolerismo y al saqueo, mientras que delincuentes controlaban los caminos y extorsionaban a los labradores. En Aragón, el bandolerismo era una constante en la vida cotidiana. Se trataba de un orden mafioso por el cual los magnates controlaban organizaciones de delincuentes y estos creyeron posible convertirse en magnates. Alguno de estos fueron el duque de Medina, el marqués de Cádiz, el conde de Cabra y Alonso de Aguilar, quienes controlaban Andalucía; el maestre de Alcántara, Alonso de Monroy devastaba la provincia de León; al alcalde de Castronuño, Pedro de Mendoza, quien sometía las ciudades de Valladolid, Toro, Salamanca o Zamora; y el conde de Treviño junto a con otros banderizos vascongados, quienes asolaron aquellas tierras hasta Fuenterrabía.
En el siglo XI los concejos de las villas y ciudades fundaron las primerasHermandades de hombres armados, de carácter regional o local, con la intención de proteger sus campos, sus ferias y sus rutas comerciales de los ataques de los moros en tierras fronterizas o de los bandoleros. Estas milicias municipales, que tenían una organización similar a las Cofradías, eran asociaciones de ciudades o comarcas organizadas para la protección armada del comercio, los privilegios locales o la seguridad pública. La primera fue la de Hermandad de Sisla Mayor o San Martín de la Montiña, en Toledo, fundada por Alfonso VI de Castilla quien concedió los primeros privilegios.
En el principado de Cataluña, tuvo su homólogo en el Somatén, y en Navarra en el Orde.
Más tarde, desde el siglo XIII y con el proceso de Reconquista avanzado, el poder feudal intentaba afirmarse frente al poder real y frente las villas y ciudades. El orden feudal ya no es lo que era, ya que la tradicional regla de la caballería cristiana, por la cual el fuerte debía proteger al débil, había sido quebrantada por una aristocracia en decadencia ante el poder del estamento de la burguesía y de las ciudades y villas.
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Un precedente sucedió en 1300, cuando se unieron en una misma federación los toledanos de los Montes con los talaveranos de la Jara, y más tarde los de Villa Real, abriendo así una etapa donde la nueva institución resultante fue cobrando mayor efectividad al coordinar sus esfuerzos, aumentar el potencial humano y mejorar las estrategias de lucha contra el bandolerismo.
A petición de los procuradores, en 1473 Enrique IV de Castilla autorizó en Cortes la formación de la Hermandad Nueva General de los Reinos de Castilla y León, para asegurar el cumplimiento de la ley y perseguir la delincuencia en poblados y caminos. Este cuerpo se disolvió rápidamente, a la vez que el conflicto sucesorio a la muerte de Enrique agravó la situación de inseguridad en el reino.
Los Reyes Católicos sentaron las bases del primer Estado moderno de Europa, entre otras consideraciones establecieron como una prioridad el logro del orden público y la paz social. Para eso, prohibieron las luchas entre banderizos o clanes feudales, desterraron a los señores feudales más crueles y desmocharon los castillos de aquellos que no acataban las leyes. Pero estas medidas eran insuficientes, necesitaban ante todo renovar la Hermandad, entregar más autoridad, mejorar su organización, su unidad interna y su capacidad para actuar en todo el territorio del reino.
Los promotores de la idea fueron el contador mayor de cuentas, el asturiano Alonso de Quintanilla, el primer sacristán, el burgalés Juan de Ortega, y el provisor de Villafranca de Montes de Oca. En marzo de 1476, en la ciudad palentina de Dueñas organizaron la primera reunión general con representantes de las ciudades más importantes de la actual Castilla y León: Burgos, Palencia, Medina, Segovia, Olmedo, Salamanca y Zamora entre otras, componía el Consejo de la Hermandad.
Isabel y Fernando aceptaron la propuesta en la asamblea de las Cortes en Madrigal, y sancionaron sus Ordenanzas de Madrigal en carta fundacional con fecha del 19 de abril de 1476.
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La creación de la Santa Hermandad fue una medida hábil porque limitó la jurisdicción de los alcaldes, actuó no solo contra los malhechores, sino también contra los nobles indisciplinados. La Hermandad se convirtió en un cuerpo policial y en un tribunal de justicia superior con la finalidad de perseguir delincuentes, obligando a las autoridades a entregar a los presos que reclamasen. Para ello, establecieron una reglamentación de delitos: asalto de caminos, robos de muebles o semovientes en despoblado, incendios en casas, saqueos en huertas, derramamientos de sangre, etc. El Ordenamiento se esforzaba en preservar la objetividad de la justicia y las garantías para el acusado.
En sus inicios, las ciudades aportaron un jinete por cada cien vecinos, y un infante por cada ciento cincuenta, agrupados en cuadrillas. Asturias, las merindades del norte del Ebro y de Aguilar de Campóo aportaban sólo soldados de infantería. La financiación se consiguió mediante el establecimiento del impuesto de la sisa sobre todas las mercancías menos la carne. En total se dispuso de un cuerpo de unos 2.000 hombres armados que podían actuar en todo el territorio de la Corona. El primer capitán fue el duque de Villahermosa, Alfonso de Aragón, hermanastro del rey Fernando.
SELLO CONMEMORATIVO A LA SANTA HERMANDAD |
Más tarde, la Junta de Hermandad dictó que todas las villas y lugares del reino quedaban obligadas a entrar en el nuevo sistema de seguridad, bajo sanciones económicas. La seguridad se convirtió en política de Estado. Para evitar tensiones con los concejos, los reyes permitieron que sobrevivieran las hermandades municipales preexistentes pero integradas en la nueva, como son los casos de las hermandades de Guipúzcoa, Álava y Vizcaya, y también con las de Toledo y Talavera. También se introdujo en la Corona de Aragón, con la idea de unificar instituciones entre Castilla y Aragón, aunque este intento fracasó. Estas ideas evolucionaron hacia las Guardas de Castilla.
Fue un cuerpo muy eficaz. La paz interior, la seguridad en los caminos y la tranquilidad social se consiguieron rápidamente. Los castigos fueron muy duros y la nobleza perdió gran parte de su inmenso poder terminando por doblegarse a la autoridad central ostentada por los reyes.
Este cuerpo también participó en la toma de Granada, en las expediciones a Nápoles y las Canarias. Efectuó los primeros censos y padrones modernos de España gracias a la información recogida de los municipios a principios del siglo XVI.
Pero poco a poco fue decayendo debido a las siguientes causas: resultar escaso como Ejército permanente y, sin embargo excesiva como cuerpo de seguridad; suponer una considerable carga para los pueblos que debían pagarla; el error de los monarcas al eliminar la Capitanía General y otros cargos intermedios, confiando en cuadrilleros y alcaides (cargos militar y judicial), de carácter político que eran elegidos anualmente, provocando el desprestigio y su caída; y el emplear cada vez más frecuentemente al Ejército regular en misiones de orden público.
La Santa Hermandad fue decayendo, hasta que en 1834, fue votada una ley en las Cortes por la que se ordenaba su desaparición total. Diez años más tarde, se crearía la Guardia Civil como sustituto.
COMISARÍA DE POLÍCIA DE ENSCHEDE (HOLANDA) SITUADA EN LA CALLE HERMANDAD
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