miércoles, 29 de mayo de 2013

Soberana Orden Militar de Caballería Ligera del Papa de San Ignacio de Loyola. Jefe de la Marina en EEUU, «egoísta radical», se convirtió al catolicismo tras 40 años de ateísmo.

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Posted: 28 May 2013 06:14 PM PDT Jeff Miller creció en Portland, Oregón, en un ambiente familiar donde la religión no tenía cabida en absoluto.

“La religión era una cosa privada de la que nunca se hablaba. Yo sabía que mis amigos del barrio iban a la iglesia con sus padres, pero nunca hablé sobre su iglesia o sobre ninguna cuestión religiosa. También sabía que mi familia era considerada extraña debido a que no asistíamos a la iglesia”, comienza a contar Jeff.

“Mi padre se considera agnóstico y mi madre, ya fallecida, entró en la Iglesia católica en mis años de instituto. El tema de la religión era tan privado en mi casa que yo ni siquiera me enteré de que mi madre se había convertido del metodismo a la Iglesia Católica hasta muchos años después”, reconoce.

Sin Dios, cantaba y comulgaba 

El primer contacto con la Iglesia católica lo tuvo precisamente a través de su madre, a la que acompañó para complacerla. Entró en el coro de la parroquia gracias a sus buenas dotes musicales: “Me hacía mucha gracia la ironía de ser ateo y estar cantando en la iglesia. Incluso comulgaba sin saber lo que estaba recibiendo”, reconoce.

Orgulloso ateo en la Marina 

 Los padres de Jeff se divorciaron y él abandonó de inmediato la misa dominical. “Pensaba que no tendría ningún efecto sobre mí. Mi madre quería el divorcio y yo animé a mi padre a concedérselo, haciéndole ver que no era ningún problema para mí. En ningún momento conecté mi declive moral y mis malas notas con lo que estaba sucediendo en mi casa”, continúa relatando.

Poco tiempo después Jeff entró en la Marina para estudiar el programa de electrónica avanzada y en su hoja de servicios quiso señalar específicamente que era ateo. No quería saber nada de la religión y estaba orgulloso de ello.

Casarse con una filipina 

Mientras se encontraba en el extranjero contrajo matrimonio con una filipina llamada Socorro. Ella era católica y se casaron en una iglesia católica. Durante los siguientes quince años sólo entró en una iglesia para los bautizos de sus hijos. “Me sentí incómodo durante la preparación bautismal y me parecía un fraude total hacer esto mientras continuaba siendo ateo”, admite. “Mi esposa continuó con sus devociones privadas gracias a algunos libros de oración que trajo con ella y con el rezo del rosario. Traté de convencerla de lo que yo pensaba sobre las supersticiones, pero ella me ignoró sabiamente”.


El egoísmo radical como la virtud mayor

 “En el momento en que me uní a la Marina, mis puntos de vista están estrechamente alineados con lo que es el liberalismo moderno: el Gobierno debía hacer todo lo posible para ayudar a las personas y mejorar sus vidas. Estaba en el apogeo de mi conservadurismo basado en el positivismo. Para mí, el egoísmo radical era la virtud más alta. El individualismo y el ser un hombre hecho a sí mismo eran mis ideales más altos”, explica.
 
Las sorprendentes vías de Santo Tomás 

Un día escuchando la radio, oyó hablar de las cinco vías para la demostración de la existencia de Dios que santo Tomás de Aquino detalla en la Summa Theologiae, y se sorprendió de lo bien expuestas que estaban en términos racionales. “Comencé a observar que muchas personas a las que respetaba creían en Dios y que, al mismo tiempo, no estaba de acuerdo con muchos de los que se llamaban a sí mismos no-religiosos”. Quizá fue porque vio tambalear su ateísmo, quizá fue por la necesidad de reforzar esta “fe atea”, pero lo cierto es que Jeff comenzó a leer compulsivamente libros sobre el ateísmo en busca de respuestas “para poder seguir siendo conservador y ateo”.


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