Bandera de la Hispanidad en las Américas,
adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional
Americana de Montevideo
el 13 de diciembre de 1933.
Motiva este título la recordada
frase pronunciada por el iraquí Sadam Hussein ante sus seguidores cuando la
guerra se encontraba próxima en su país.
Ahora bien, cuando ésta llegó tuvieron que remover a dicho conductor del
pozo donde se había escondido.
Evidentemente no estuvo a la altura de las circunstancias, con excepción
de su notable mejora al enfrentar con suma dignidad su propia muerte por
ahorcamiento.
En nuestro propio país, con
motivo de la guerra del Atlántico Sur, también tuvimos un general Presidente
que no guardo relación entre el discurso y su posterior desempeño en la
guerra. Gozamos de una larga tradición
de huidas presidenciales sin siquiera existir estado de guerra.
El actual Presidente argentino,
que evidentemente no es un animal
político de la primera hora, ha manifestado con énfasis su voluntad de
llevar a cabo la “guerra contra el
narcotráfico”. Un gesto vital si
recordamos las palabras de Ortega y Gasset que al respecto dijo: “todo gesto vital, o es un gesto de dominio
o un gesto de servidumbre. Tertium nom
datur. El gesto de combate que parece
interpolarse entre ambos pertenece, en rigor, a uno u otro estilo. La guerra ofensiva va inspirada por la
seguridad de su victoria y anticipa el dominio.
La guerra defensiva suele emplear tácticas viles, porque en el fondo de
su alma el atacado estima más que a sí mismo al ofensor. Esta es la causa que decide uno y otro estilo
de actitud.”
El gesto sin lugar a dudas es de
servidumbre. El Imperio no tolera gestos de dominio en gerentes de países
semicoloniales. Se debe comprar todo enlatado, como el picadillo.
Históricamente, los gerentes argentinos a cargo de la política han gobernado
siempre así. Primero con los continuos golpes de estado. Luego con la
denominada guerra contra la subversión, que a más de cuarenta años sigue
brindado sus frutos imperiales, la tan redituable división entre los
argentinos. La guerra de Malvinas le permitió al Imperio la desarticulación
definitiva de las fuerzas armadas, contribuyendo, además, a romper la moral de
los uniformados y aumentando el desprestigio con sus conciudadanos. Ahora le
toca el turno a la guerra contra el narcotráfico. Es fundamental advertir que
la misma no busca desarrollarse en contra de las drogas. En Afganistán los
talibanes habían logrado reducir el 80% de los cultivos. La heroína necesaria
para que Occidente siga funcionando estaba faltando y su precio se había vuelto
excesivo. Por ende, se lo invadió y la misma volvió a circular con normalidad.
Colombia se encuentra combatiendo hace más de cincuenta años y así debe seguir.
Todo país que ha comprado el sistema enlatado de guerra contra el narcotráfico,
como México por citar otro ejemplo, tiene los resultados a la vista. Todo se
encuentra previsto, estudiado, calculado. Puede que surja alguna excepción,
pero definitivamente no a corto plazo. El argentino es un pueblo de empanadas y
vino, históricamente no apto para la violencia como sí se lo puede percibir en
otros pueblos de América.
Debe quedar bien en claro que la
droga es un bastión esencial del sistema capitalista. Su protagonismo es no
negociable. La guerra será solamente contra distribuidores que generan
competencias con otras organizaciones que son más confiables para el Imperio
consumidor. El dinero debe ir a los bancos designados, no a cualquier banco. Y
como los argentinos suelen tomarse del codo cuando se les da la mano, esta
oficialización de la “guerra” será para que les quede en claro algunas
cuestiones. Se demoró en dar a conocer esta decisión para poder conversar con
todos los sectores de la política nacional. Todos responden al sistema, sin
excepción. El peronismo que siempre ha ostentado ser la alternativa nacional,
se entregó hace más de cincuenta años. Se les permite algún discurso
antisistema, pero es solamente para sus seguidores. Puro folclore nacional, es
para ocultar el temor a ir presos por corruptos. Aprendieron bien de los grupos
de izquierda nativos.
El país retrocede en forma
acelerada desde el advenimiento de la democracia que iba a ser la encargada de
curar todos nuestros males. Solo ha significado más de tres décadas gobernados
por hombres pequeños, enanos mentales, llenos de vicios y exentos de virtud
alguna. Miserables sombras de lo que debe ser un hombre. Repletos de miedos,
simuladores de los hombres de carácter, ignorantes de la realidad, pero
codiciosos de ilimitados bienes temporales. Ya, en este poco tiempo, la Historia
los devoró. No se acuerda de ellos prácticamente nadie. De vez en cuando la
máquina “cultural” del sistema da unos pantallazos de tv donde le rememora a la
gente algunos de esos mediocres.
Si se analiza el efecto de las
drogas sobre una población, diríamos que estamos siendo sometidos a una guerra
química, destruyendo así la salud de nuestra población, especialmente la
comprendida en edad militar, e incrementando los delitos con todas las
cantidades de problemas que acarrean en vidas, organización y costos. Nos
aumenta aún más la desintegración social que nos acarreó la falta de clase
dirigente. Multiplica la corrupción, en un país de por sí ya propenso a la
delincuencia como bien marca nuestra historia. Qué tiene a favor el enemigo:
dinero más que suficiente para corromper a funcionarios y ciudadanos de toda
clase social; puede financiar las necesidades de políticos al por mayor,
encubriéndolo como gastos para las campañas políticas. Al estar corrompidas las
cadenas de mandos les es muy fácil y barato reclutar hombres para toda su
organización, aun los mal llamados “soldados”. La droga ya está generando
zombis, mutantes, para utilizar términos conocidos por el cine. A los efectos
de la dominación política y social es sumamente funcional, solamente basta con
colocarles el voto en el bolsillo y garantizarles el circuito de la dosis. El
político, que cada vez es de más bajo nivel social e intelectual, prácticamente
ya no necesita ni siquiera tener condición alguna como orador para convencer.
La droga, bien sabido es que contribuye enormemente al sistema financiero
internacional, es un impuesto indirecto. Aun aumentando su precio no se
registran protestas ni piquetes sociales por parte de sus consumidores. Entre
estos, se hallan muchísimos de clase media y alta. La tilinguería del espectáculo promociona sus
vicios y adicciones a través de la televisión. La industria audiovisual
legitima como algo corriente su consumo y promociona a los violentos a través
de series de tv y películas. Miles y miles de argentinos de todas las
condiciones sociales tienen trabajo y, muy bien remunerado, en el rubro de las
drogas. Es una necesidad casi indispensable de estos tiempos modernos, vacíos
de contenido. Los héroes de los jóvenes son los débiles, los enfermos, los
vagos, los inútiles que se aprecian por tv todo el día. El ejemplo a seguir es
el funcionario corrupto, el charlatán de la política que con poco coeficiente
intelectual se ha convertido en un triunfador, digno así de imitar.
Se encuentra tan avanzado nuestro
estado de desintegración social y es tal la ausencia de clase dirigente apta
para revertir dicha situación que, si pudiéramos certificar que la propuesta de
“guerra” del presidente es verídica, entonces es un absoluto motivo de risa. No se puede ni siquiera emprender una guerra
contra el narcotráfico si no convencemos a los débiles mentales que dejen de
consumir. Mientras esté vigente este
sistema de vida el consumo de drogas no solamente no va a decaer, sino que
decididamente va a ir en aumento. Nos
encontramos en la era de la metafísica de la nada, el pensamiento cero, el
conocimiento inútil, todo aquello indispensable para el hombre light. El vacío espiritual es tan grande que los
milenarios hechiceros ya no pueden sostenerse con el discurso que tanto resultado
de dominación les dio. Se drogan hasta
los que poseen casi todo, no solamente los marginales. La administración argentina es cartón
pintado. El delito es
institucional. Sin “chapa” no existen ni
testículos ni ovarios para dedicarse al delito en el ámbito local. El gobierno con sus cerebros en funciones no
puede ordenar ni siquiera el tránsito.
Los tres poderes visibles del Estado se encuentran en la más baja
consideración del hombre de a pie. Otra
vez necesitaremos conocer qué organizaciones estatales y quiénes habrán de
conducirlas para saber si deberemos aumentar nuestras propias medidas de
seguridad debido que hemos sumado otro enemigo; o seguir tal como estamos y
colaborar con el Estado. Si tenemos en
cuenta lo conocido hasta el día de hoy en materia de altos funcionarios, el
gobierno debe actuar con emergencia para reemplazarlos antes que el Presidente
quede en ridículo inaugurando definitivamente la nueva guerra nacional. Si no tenemos justicia seguramente tendremos
más violencia. Por ahora será entre
pobres. Pero ¡cuidado!, porque una vez
inaugurada la violencia, es difícil luego “recular en chancletas”. Y quizás, al ir en aumento, contribuya
naturalmente al surgimiento de algunos líderes emergentes que comiencen a
pensar con eje en lo nacional.
De comenzar la “guerra contra el narcotráfico” con
estos ministros y jefes, sea cual fuere su color de gorra, pobre de los que
vayan a combatir. Serán muertos todos por la espalda. El enemigo está
fuertemente instalado en los ministerios y comandos de las Fuerzas. Ya no se
trata de si la retaguardia se encuentra comprometida, ésta fue subastada hace
muchos años. Entiendo que en las guerras modernas lo fundamental ya no es el
resultado final de la misma, sino que lo único que debe motivar al combatiente
es el hecho de combatir. Ésta es una gran mentira, una “guerra” inútil que ya
está tipificada en el código penal. Hace falta aplicarlo. No va a haber
desfiles, condecoraciones públicas, ni honor. Solo muertes, traición,
desengaños, dinero sin control en los procedimientos, y todas las gamas de
rapiña, que además de ser lo habitual en las guerras, para nosotros los
argentinos constituye nuestro adn, aquel que denominamos “viveza criolla”.
Somos tan brillantes que, aún sin guerras en nuestro territorio nacional,
perdimos en un siglo nuestra soberanía y por ende nuestro futuro. Hemos votado
y legitimado en Plaza de Mayo a nuestros verdugos. Es entendible, bajo el punto
de vista estrictamente humano, que muchos argentinos busquen participación en
esta nueva guerra porque para unos cuantos será la última que vean.
Las organizaciones
internacionales que manejan el negocio de las drogas tienen reclutados a
hombres sumamente violentos, con códigos muy especiales y de cumplimiento
efectivo a cualquier precio. Son organizaciones con escasa burocracia, no hay
demasiados contratos escritos, ni libros de contabilidad, es una maravilla. De
la orden a la ejecución suelen ser bastante expeditivos. El resultado es cien
por ciento, no hay comas en los números estadísticos. La muerte. Pareciera que
tienen siempre presentes a Propercio cuando dijo: “es inútil que os cubráis de hierro y bronce; la muerte os atajará bajo
vuestra armadura.” Pero estos
muchachos son implacables y feroces con los traidores. Tienen la capacidad, en
materia de dinero, de sacar de “canillita
a campeón” a cualquier persona que acceda a sus requerimientos. Dichas
estructuras mantienen como asalariados a muchísimos personajes de la política,
la justicia, la burocracia, sindicalistas, empresarios, banqueros, las Fuerzas,
los hechiceros, en fin, todo aquel que se desenvuelva como actor de poder en el
lugar donde se desarrolle su actividad. ¿Si el gobierno oficializa la “guerra”
no será ésta considerada como traición por no haber contribuido dichos personajes
a detener el avance de esa decisión?
Si llegaran a concluir que fueron
traicionados, no van a confiar sus encargos en la mano de obra violenta local.
Seguramente enviaran a sus hombres. Los mariachis, con todos los instrumentos.
Son las motosierras las que componen la música de la muerte. Si los blancos
elegidos son los que la población conoce, aunque carezcan de pruebas de valor
judicial, actuando a puro instinto humano que aún las leyes no han prohibido,
estos extranjeros pueden llegar a realizar un importante servicio a la nación
argentina. La violencia va transformado rápidamente a los hombres y aún los
mansos pueden sorprender. Estos últimos no saben cuánto pueden dar en dichas
circunstancias, porque jamás tuvieron oportunidades de medirse. Quizás
contribuya y mucho. Con el correr del tiempo y la acción incrementándose los
débiles comenzarán a descomponerse. El colesterol a mil, la gastroenterocolitis
a full, el acv a la orden del día, lo más liviano habrá de ser la caída del
pelo. Se llamarán a silencio; el miedo suele producir lo que se denomina “pánico mudo” y terminarán refugiándose
en sus viviendas. El terreno principal de la confrontación será en las grandes
ciudades y, el secundario, en el interior del país, en zonas rurales y
fronterizas de los narco-estados provinciales. Proliferarán los perros de la
guerra, de ambos bandos; se desarrollará el carácter y, por supuesto, la
supervivencia del más apto. De a poco se comenzará a rajar el techo mental,
reinará la realidad, no la ilusión ni la esperanza. Se terminarán los cuentos
conocidos; la presencia de la muerte separa y clasifica muy bien a los hombres.
Quizás algunos hombres curtidos en la violencia y desengañados en cuanto al fin
puede que comiencen a adquirir conciencia política y ese, quizás podría ser el
principio del fin para esta “clase dirigente” corrupta y antinacional que ha
gobernado la Argentina en el último siglo.
Los hombres más destacados de la
historia militar universal, siempre le han brindado una atención personalizada
al tema de la moral de combate. Todos sabemos que hoy no se encuentra a la
vista, pero tampoco se debe prejuzgar. No sabemos quiénes serán los
conductores, quizás sean extranjeros. Lo que sí, parece que la “guerra” ya está
decidida. Por ahí, quién dice, entre tanta confusión se modele un hombre de
excepción, que son aquellos que poseen lo que la Naturaleza niega a la mayoría
de los humanos: inteligencia y valor. Cuando surgen estos hombres en la vida de
una nación nos recuerdan al sol. Hay vida de vuelta, hay otra vida y como todo
cambio siempre implica dolor, pero siempre vale la pena vivir. La muerte
constituye una parte de la vida. Estas reglas políticas, económicas, sociales y
religiosas, con todos sus esbirros de turno y colores partidarios nos llevaron
a esto. Nos robaron los mejores años de nuestras vidas y empeñaron la de
nuestros hijos. Nos robaron hasta la expectativa de vida, y de allí proviene el
alto consumo de drogas, entre otras desgracias. Son para llenar el vacío
espiritual. La violencia destapa y quedarán al descubierto los patrones de los
pobres; no podrán robar más con la memoria histórica. Si los nuevos combatientes, que forman parte
de una generación sin ningún tipo de expectativa, llegaran a tener dirigentes
esclarecidos podrán contribuir entonces a batir los blancos rentables.
También es posible que con la
onda juvenil, colorida y light que caracteriza a este gobierno, lo dicho en
campaña haya sido una broma. De ser así podrán respirar tranquilos los adictos;
no habrá exámenes de rinoscopia y no aumentará el producto más allá de lo que
corresponde a la inflación de turno. Los hombres que comandan las Fuerzas
podrán descansar a la noche en los countries. Y como siempre, quien domine la
noche ganará la guerra. Toda la cadena parasitaria estatal de la corrupción
continuará con sus ingresos extras, fundamentalmente, aquellos personajes que
tienen puestos importantes en la estructura y que son subsidiados mensualmente
para (al contrario de Lenin) el “no
hacer.”
La excusa imperial de la guerra
contra el narcotráfico, el terrorismo y trata de personas es solamente una
cubierta para el desembarco formal en nuestro territorio, logrando así
presencia política, militar y técnica en el país. A corto plazo, instalarán las
bases militares anticipándose a cualquier otro actor internacional. Los chinos
ya están instalados en el sur argentino, atraídos por los peronistas y
confirmados por el actual gobierno. En países vecinos, se encuentran los rusos
y los iraníes; las encuestas indican que un porcentaje los ve con buenos ojos y
como una especie de contrapeso a futuro. Seguramente jueguen su papel apostando
a actores locales que puedan complicar al gobierno e intereses regionales
norteamericanos. En síntesis, considero que, por primera vez, se están sentando
las bases para una internacionalización del conflicto argentino. Por supuesto
que la ocupación imperial no dejará de prestar atención al tema militar
nacional. Al volver éstos al ruedo político, con la excusa de las drogas,
habrán de preguntarse cuánto tiempo pasará antes que surja un iluminado que
quiera encabezar un proyecto “nacional y
popular”.
No nos engañemos, la madre de
todas las batallas argentinas es la lucha contra la corrupción, contra la
impunidad y el logro definitivo de la consolidación de una identidad nacional.
El resto es distracción, velo y engaño para no ocuparse del verdadero enemigo.
“Será una era de guerras crueles en que los nuevos Cesares pasarán a
primer plano, y una élite de hombres de acero, que no buscan el beneficio ni la
felicidad personal, sino el cumplimiento de los deberes para con la comunidad,
sustituirán a los demócratas y a los humanitarios”.OswaldSpengler
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