jueves, 15 de enero de 2009

CRISIS DE LA EDUCACIÓN EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO.

Por Jorge R. Enríquez

Inmersos en lo cotidiano, atentos a los diversos asuntos que día a día cobran circunstancialmente mayor repercusión pública, nos olvidamos que la educación sigue siendo, para usar las palabras de Ortega y Gasset, “el tema de nuestro tiempo”.

Y lo será cada vez más, porque vivimos, como siempre se dice, en la era del conocimiento. Por eso nunca será suficiente lo que se machaque sobre la necesidad de promover la educación, en el más amplio sentido del término.

Hace algún tiempo, el Cardenal Bergoglio, con palabras que tienen permanente vigencia, pidió construir entre todos un país educativo.

Decía el Arzobispo de Buenos Aires que “la educación es uno de los pilares principales para la reconstrucción de la comunidad. Muchas instituciones promueven la formación de lobos, más que de hermanos; educan para la competencia y el éxito a costa de los otros. En muchas aulas se premia al fuerte y rápido y se desprecia al débil y lento, se aliena a ser el número uno en resultados y no en compasión.”

“Tenemos que construir sobre roca y gestar en las escuelas otra forma de seres humanos, otra cultura, otra sociedad. Debemos optar por la lógica del Evangelio, la lógica de la gratuidad con eficiencia, superando la destructiva ética de la competencia del todo contra todos.”

“Cualquier proyecto que no ponga la educación en un lugar prioritario será más de lo mismo.”
No parece ser esta, sin embargo, la tendencia en la Argentina. Si bien todos se llenan la boca con la importancia de la educación, nuestros jóvenes tienen cada día menos conocimientos. Esta esa una realidad incuestionable que es imprescindible revertir.


No es mi intención distribuir responsabilidades sobre partidos políticos o funcionarios en particular, porque creo que se trata, antes que nada, de un problema social. Es la propia sociedad la que debe tomar conciencia de este flagelo, para actuar en consecuencia.


Es famosa la frase de Bertrand Russell en las primeras páginas de su autobiografía, cuando señala que a los seis años interrumpió su educación para ir a la escuela.


Los argentinos estamos haciendo esfuerzos denodados para que la humorada de Russell se convierta en una penosa realidad.


En este breve análisis creo que es necesario destacar algunos rasgos que aparecen como serios obstáculos para alcanzar la educación de excelencia que necesitamos, pero, a la vez, proponiendo las soluciones concretas para revertir esta frustrante situación.


1) CALIDAD NO SÓLO CANTIDAD.


A todos nos preocupa erradicar de nuestra sociedad el analfabetismo, así como también todos deseamos que los jóvenes completen todo el ciclo educativo, y que cada día haya menos deserción escolar hasta llegar a su erradicación.


Pero es muy importante que no nos olvidemos que además debemos fomentar una educación de mejor calidad, en sus contenidos y exigencias. El arribo de los alumnos a la Universidad nos muestra, claramente, el estado en que los jóvenes llegan a cursar un estudio superior.


Es que luego de evaluar los exámenes de ingreso, se advierte permanentemente que los alumnos no tienen hábitos ni técnicas de estudio, que tienen dificultades para expresar los conceptos por escrito, para seguir consignas o para identificar el tema central del texto.


Otra señal clara del descenso que se ha ido operando en el campo educativo la brinda el hecho no menor, por cierto, que los gremios docentes insistan en denominar 'trabajadores de la educación' a quienes históricamente eran llamados maestros o profesores.


2) TIEMPO Y ESFUERZO, NO FACILISMO.


Se ha instalado en nuestra sociedad, como otras tantas modas pseudo-progresistas, que todo esfuerzo sea visto como sospechoso, autoritario, fascista. No se debe exigir demasiado porque los pobres chicos pueden tensionarse, sufrir stress y otras enfermedades.


Las cosas deben ser fáciles, amenas, divertidas. La escuela debe ser una especie de programa de entretenimientos, para que los chicos no se aburran.


En su vista, la escuela es o debiera ser pura diversión, lo cual es un grave error por las consecuencias que esa concepción genera. Todos sabemos que el proceso de aprendizaje requiere de tiempo y esfuerzo, lo cual además es fundamental como modelo para la vida de los alumnos, porque todo lo que se propongan a lo largo de ella requerirá de mucho trabajo y voluntad.


Para ilustrar esta idea, a mi juicio basal, en el camino de la superación de la crisis en la que estamos inmersos, viene al caso el relato de una anécdota que tuvo como protagonista a Ernesto Sábato. Como todos sabemos el eximio escritor argentino, antes de dedicarse a la literatura, fue un destacado físico, que incluso trabajó en el célebre laboratorio Curie en París. Una vez un amigo le pidió que le explicara la teoría de la relatividad. Sábato lo hizo con gran entusiasmo, llenando un pizarrón de complejas fórmulas matemáticas. El amigo le dijo que no había entendido.

Entonces Sábato eliminó algunas fórmulas y simplificó algunos conceptos. El amigo tampoco entendió. Al cabo de cuatro o cinco explicaciones en las que se fueron simplificando al máximo todos los conceptos, el amigo le dijo que al final la entendía. Entonces Sábato le contestó: “Pero esto ya no es la teoría de la relatividad”. Es que hay cuestiones que se resisten a una excesiva simplificación.


En esta tarea, los docentes deben motivar adecuadamente a los educandos para que se interesen, para que se den cuenta que ellos son los verdaderos protagonistas del proceso educativo y así aprovechen al máximo todo lo que la escuela les brinda.


A su turno, ésta debe trabajar para concientizar a nuestros jóvenes de la importancia de ellos en la sociedad, del compromiso que de ellos se espera, cada uno según su vocación y en el ámbito en que le toque actuar y trabajar, porque es el camino más adecuado para generar una sociedad cuyos miembros sean partícipes en serio de la “res- pública”

.
3) DEBILITAMIENTO DE LA AUTORIDAD DE LOS EDUCADORES.


Como manifestación particular de un fenómeno más general, la escuela asiste a la pérdida de autoridad de maestros y profesores.


Todo ejercicio de la autoridad es tildado de autoritario. El educador teme que cualquier corrección a un alumno le signifique una denuncia, un sumario, cuando no es víctima lisa y llana de las vías de hecho que ahora utilizan los padres o los propios alumnos.


Más aún, se considera que el educador es un “par” de los alumnos, que no tiene ningún ascendiente sobre ellos.


4) UTILITARISMO

.
Se desdeña la formación básica, general. Se menosprecia el enciclopedismo, lo abstracto, todo aquello que no tenga una aplicación inmediata.


Lo que no “sirve” en términos utilitarios es – en el lenguaje de los jóvenes y de los no tan jóvenes, de sus padres - “verso”.


A la cabeza de las preferencias está el inglés y la computación. Son estas dos materias las que definen las opciones educativas de los padres, quienes sospechan que el manejo de la lengua de Shakespeare y de la PC abren las puertas del futuro por sí solas.


El inglés es, desde luego, importante, pero la computación es una herramienta, útil si se la emplea como tal y no se pretende que sustituya a los conceptos fundamentales en matemática, lengua, historia, filosofía, biología, etc.


Hay, en consecuencia, una sobrevaloracion de la técnica. Abundan los establecimientos educativos que parecen extasiados con las innovaciones tecnológicas, siendo que éstas deben utilizarse como medios y no como fines de la educación, cuya base sigue siendo un ser humano llamado maestro o profesor.


Las versiones de Windows pasan; el teorema de Pitágoras permanece inmutable, a través de los siglos.


5) TEORIAS PEDAGÓGICAS DE LABORATORIO.


Varios de estos dislates están respaldados por sesudas teorías pedagógicas, que hasta cambian el lenguaje para enfatizar sus postulados.


De acuerdo a ellas, el conocimiento no se transmite sino que se “construye”, y en virtud de esta construcción social no hay rangos jerárquicos. Todo vale. Todo es legítimo. En palabras de Discépolo, “lo mismo un burro que un gran profesor”.


Quizás el fondo teórico de estas doctrinas no carezca de fundamento, pero su aplicación práctica es desastrosa. Hasta se les impide a los maestros corregir la ortografía de los alumnos, los que, ya terminada la primaria, escriben de un modo tan horrendo que cuesta comprender.


.6) LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN Y EL PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Desconocer la importancia de los medios de comunicación sería necio, pero debemos aceptar que algunos de ellos son verdaderos aliados de la ignorancia.


La televisión, en particular, ejerce una influencia nociva en los jóvenes, a los que estupidiza de mil formas y les impide mantener el necesario ensimismamiento que da la lectura, base de cualquier reflexión y elaboración de ideas, del estímulo del pensamiento y de una mejora sustancial dela oratoria y la ortografía.


La cultura del video clip fomenta el ahorro de palabras, de frases complejas. Todo debe ser rápido, superficial, liviano, “light”

.
Giovanni Sartori ha explicado magistralmente este fenómeno en su libro “Homo videns”, al marcar con contundencia que en el mundo actual todos los conceptos se reducen a la imagen y al sonido.


7) LOS PROGRAMAS SOCIALES.


Para disminuir la deserción escolar y la permanencia de los chicos en la escuela, se debería trabajar en el desrrollo social, condicionando los planes trabajar, etc., a la escolaridad de los chicos, a su vez, con asistentes sociales que ayuden de modo concreto con las necesidades de cada familia.


8) LA PROMOCION DE LOS VALORES.


La vuelta a los valores es fundamental, porque todos sabemos que en la vida no da lo mismo actuar de un modo u otro, cada opción libre tiene sus consecuencias y éstas son o positivas o negativas para la vida de las personas. Por eso debemos trabajar para que nuestros hijos no reciban una educación donde todo da igual, sin límites ni discernimiento entre la verdad y el error, el bien y el mal, según la realidad misma, fuera de todo dogmatismo o fundamentalismo.


Fomentar una mayor participación e involucramiento de los padres a lo largo de todo el proceso educativo, esto es vital para los alumnos, porque ellos necesitan que los acompañen, ayuden y estimulen en el crecimiento de todas las dimensiones de la persona.


Por suerte, para la mayoría de nuestra generación, otro fue el escenario de nuestra educación. Tenemos que agradecerles a nuestros padres que no hayan optado por el facilismo, sino que nos hayan dado la oportunidad de una educación de excelencia, con grandes profesores y fomento del esfuerzo y el rigor intelectual.


Era otra Argentina, la del gran proyecto sarmientino. Pero es nuestro deber luchar para que esos grandes cauces vuelvan a ser transitados por las nuevas generaciones.

El autor es abogado y periodista
Viernes 9 de enero de 2009



Dr. Jorge R. Enríquez
jrenriquez2000@gmail.com


+S.A. Don Carlos Gustavo Lavado Ruíz y Roqué Lascano
Coman†dante (S.O.C.M.H.S.I.L.) MAESTRE GENERAL

No hay comentarios:

Ad Majorem Dei Gloriam

Ad Majorem Dei Gloriam
San Ignacio de Loyola

Archivo del blog