Santa Cruz de Tenerife, EFE El historiador del
arte Jesús Rodríguez Bravo explica en su libro "Los Jesuitas y las artes
en La Orotava" cómo los jesuitas que llegaron a la Villa en el siglo XVII
crearon una iglesia sobre la que, con el tiempo, tras quemarse, se construyó una
casa.
El libro, que será presentado hoy, trata el paso de los seguidores de la
compañía de Ignacio de Loyola por el municipio de La Orotava, en Tenerife,
donde permanecieron un total de 70 años desde finales del siglo XVII, y donde
crearon "una casa que esconde una Iglesia", tal y como la denomina el
autor.
Esta investigación trata de explicar la llegada de los jesuitas a La
Orotava, una de las ciudades con mayor esplendor social y cultural de la época,
donde llevaron a cabo la construcción de un edificio "muy significativo
desde el punto de vista de la historia del arte en Canarias", ya que
aplica modelos que nunca se habían aplicado en las islas.
Los jesuitas fueron expulsados de España en 1767, lo que hizo que su
edificio en La Orotava no fuera concluido, y así permaneció hasta el año 1841
cuando se convirtió en sede del Ayuntamiento del municipio tinerfeño.
Sin embargo, ese mismo año, la iglesia jesuita ardió en un incendio, por
el que acabó por desaparecer casi por completo, algo que trata Jesús Rodríguez
Bravo en su libro.
Con el paso del tiempo, ya en 1860, se construyó sobre los restos de la
iglesia una casa de estilo neoclásico que se denominó casa Díaz Flores, donde
residió el que fue alcalde de La Orotava, así como empresario y masón en el
municipio.
Esta nueva edificación se realizó, como demuestra el trabajo de Jesús
Rodríguez Bravo, gracias a los restos de la iglesia inacabada, por lo que se
respetaron sus muros y su estructura interna, lo que la convirtió, por tanto,
en "una casa que esconde una iglesia", según el autor.
La parte más novedosa de esta obra es que nunca antes se había
mencionado este hecho, ya que se creía que el edificio jesuita había sido
destruido por completo en el incendio, lo que hace de este hallazgo algo que
califican de "sorprendente" como es un esqueleto del siglo XVIII
encerrado en un edificio del XIX.
Rodríguez Bravo ha destacado que ésta "ha sido una labor complicada
porque no queda prácticamente nada del paso jesuita por La Orotava", a
pesar de lo cual han llevado a cabo un trabajo exhaustivo que comienza en el
siglo XVII hasta hoy para conocer la fundación jesuita.
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