LONDRES,
14 Abr. 15 / 07:55 am (ACI/EWTN Noticias).- El
P. Thomas Byle entregó su vida a bordo del transatlántico Titanic,
consolando y acompañando en la oración a quienes habrían de morir tras el
naufragio del barco que muchos en la época consideraron “insumergible”.
Tras chocar con un
témpano de hielo, el Titanic se hundió en el Océano Atlántico en la madrugada
del 15 de abril de 1912 a unos 600 kilómetros de la isla canadiense de
Newfoundland, cuando se dirigía de Southampton (Reino Unido) a Nueva York
(Estados Unidos). El estimado de muertes superó las 1,500.
El P. Thomas Byle
viajaba en el Titanic para presidir la Misa de matrimonio de su hermano William en Nueva York.
El sacerdote británico se había ordenado en Roma diez años antes y era párroco
de la parroquia de St. Helen en Essex (Reino Unido) desde 1905.
Al momento de su muerte,
el P. Byle tenía 42 años. Poco más de 100 años después, el actual párroco de
St. Helen está promoviendo la apertura de su causa de canonización.
En declaraciones
recogidas por la cadena británica BBC, el P. Graham Smith, actual párroco de
St. Helen, anunció el inicio del proceso para buscar la canonización de su
predecesor, a quien considera “un
hombre extraordinario que dio la vida por otros”.
El P. Smith aseguró que
en su comunidad “estamos esperando y rezando para que (al P. Byle) se le
reconozca como uno de los santos dentro de nuestro canon”.
En el camino hacia la
canonización se deben primero aprobar las virtudes heroicas. Esto es, que
aquella persona vivió las virtudes cristianas en un grado heroico. Luego, de
probarse un milagro debido a su intercesión, el P. Byle podría ser proclamado
beato.
Una vez beato, si se
prueba un nuevo milagro debido a su intercesión el sacerdote fallecido a bordo
del Titanic sería elevado a los altares.
El P. Graham Smith
señaló que “esperamos que la gente en todo el mundo rece por su intercesión si
están en necesidad y, si ocurre un milagro, entonces la beatificación y luego
la canonización puedan avanzar”.
En el sitio web www.fatherbyles.com se recogen diversos testimonios sobre
la vida y los últimos instantes del P. Byle a bordo del Titanic.
Helen Mary Mocklare,
pasajera de tercera clase sobreviviente del Titanic citada en el sitio web,
recordó que “cuando el golpe (con el témpano de hielo) llegó, fuimos arrojados
de nuestras literas. Ligeramente vestidos, nos preparamos para averiguar qué
había sucedido. Vimos ante nosotros, viniendo por el pasillo, con su mano
levantada, al P. Byles”.
“Lo conocíamos porque
nos había visitado varias veces a bordo, y celebraba la Misa para nosotros cada
mañana”, recordó. “’Estén calmados, sean buenas personas’, dijo, y luego fue a
la tercera clase a dar la absolución y bendiciones”.
“Algunos de nosotros nos
emocionamos mucho, y ahí pasó que el sacerdote otra vez levantó su mano e
instantáneamente estaban todos calmados de nuevo. Los pasajeros estábamos muy
impresionados por el absoluto autocontrol del sacerdote”.
Helen Mary Mocklare
recordó además que “un marinero advirtió al sacerdote de su peligro, y le rogó
que suba a un bote. El P. Byles se rehusó. El mismo hombre de mar le habló de
nuevo y se veía ansioso por ayudarlo, pero él se rehusó de nuevo”.
“El P. Byles podía haber
sido salvado, pero él no se iría mientras aún quedara alguien, y los ruegos del
marinero no fueron escuchados. Luego de que me subí al bote, que fue el último
en partir, y estábamos alejándonos lentamente del barco, podía escuchar
claramente la voz del sacerdote y las respuestas a sus oraciones. Luego se
volvieron más y más débiles, hasta que solo podía escuchar los acordes de ‘Más
cerca, oh Dios, de Ti’, y los gritos de las personas que se quedaban atrás”,
señaló.
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