sábado, 19 de noviembre de 2016

NUESTRA FRONTERA. LOS MALONES Y EL PROBLEMA CHILENO. "ZANJA DE ALSINA".




Bandera de la Hispanidad en las Américas, 
adoptada como símbolo de las Américas 
por la séptima conferencia internacional 
Americana de Montevideo 
el 13 de diciembre de 1933.



El informe previo a la construcción de la histórica “Zanja de Alsina” emitido por el mayor Melchert en septiembre de 1875 fue primordial para determinar el pensamiento y la conducta posterior del Ministro de Guerra, Adolfo Alsina.



Dicho informe explicaba que Carhué estaba ocupado por los indios y que los indios estaban concentrados en Salinas Grandes. Agregaba también que los deseos de paz de Namuncurá no eran sinceros y que pensaba oponerse a todo trabajo efectuado en carhué.


Hacia mención al comercio ilegal con chile de haciendas robadas que fue una de las causas de la existencia de los malones en nuestras pampas.

En virtud de ello, se especulaba que la zanja de Alsina de casi 400 km, les dificultaría a los saqueadores su retirada con el ganado robado, dando tiempo a los soldados a recuperar los animales, además de evitar los malones grandes.


El francés Alfred Ébelot, encargado de construir la zanja, tras explicar detalladamente los conflictos limítrofes que la Argentina sostenía con Chile por aquella época y esgrimir con acierto que el asentamiento de tropas y la población de las fronteras ejercería una marcada influencia práctica en la política exterior argentina nos dice el 15-12 1877:
…Chile es un país montañoso y agrícola; produce poco ganado, pero consume mucho, gracias a los robos de los indios, de los cuales se aprovecha solapadamente. Es allá donde han ido a parar los centenares de miles de animales vacunos desaparecidos de las llanuras argentinas veinte años atrás. La parte de la pampa abandonada a los salvajes es recorrida sin tregua por los traficantes chilenos que van de tribu en tribu formando a bajo costo sus rebaños de vacunos. Estos pocos escrupulosos especuladores acompañan una que otra vez las invasiones y reciben en la propia estancia donde los animales han nacido, las remesas de vacas pagadas por adelantado a los ladrones…
La existencia de este organizado tráfico clandestino de cabezas de ganado hacía revivir el malón una y otra vez ante la pasividad del gobierno chileno que estaba al tanto de todo lo que ocurría.

Los indios nómades que ocupaban las pampas y que eran los mas agresivos, necesitaban hacerse de caballos mediante el pillaje porque no solamente amaban la carne de yegua sino porque les servía como medio de traslado.

El coronel Olascoaga, que vivió en chile fue uno de los tantos que dijo que en las estancias chilenas se veía ganado con las marcas de importantes hacendados de Buenos Aires

Las estancias se encontraban en estado de alerta permanente, aguardando el ataque de miles de lanzas, las que no resultaba sencillo perseguir después por el desierto.

Se instalaba entonces la nueva guerra del malón, con pequeños asaltos sorpresivos, pero demoledores. El objetivo era la captura de ganado vacuno y caballar que se hallaba en las estancias, como así también la toma como prisioneros a mujeres y niños que residían en los pueblos de las fronteras.

El robo de ganado para luego arrear hacia chile y venderlo a los comerciantes chilenos fue moneda corriente, aunque también había compradores inescrupulosos en nuestro territorio para las reses robadas.

Este infame e irregular negocio, abrigaba a todo tipo de personajes oscuros. Estaban los que se dedicaban a pactar con las tribus de la cordillera y daban regalos a cambio de poder pasar y encontrarse en chile con los compradores del mercado negro. 

Había blancos que llegaban al extremo de ser verdaderos cuatreros que robaban ganado incluso a los mismos indios y traficaban con tranquilidad gracias a sus donativos a las autoridades de frontera. 

Un comisario de los indios y ex capitan de nombre José Antonio Zuñiga, monopolizó por mucho tiempo el negocio del ganado robado pasado por el sur de Mendoza. Mas al sur de la cordillera el negocio lo dirigía el comandante de frontera chileno Domingo Salvo “El brujo de la cordillera”.

La fama de Zuñiga fue tan grande que pasó los límites de Chile y llegó a las pampas argentinas.

Los malones se lanzaban sobre las estancias gozando siempre del factor sorpresa para hacerse con el botín y comenzar con el tráfico ilegal. Estos ataques contaban siempre con un informe previo de los indios bomberos/vigías y a veces también de algún desertor o traidor de los cristianos.

Lo cierto es que los habitantes de las fronteras vivían siempre con “la espada de Damocles” sobre sus cabezas, esperando el malón devastador y la toma de sus mujeres como cautivas.

Alsina cada vez fue mas conciente de este problema al punto de destacarlo en su memoria especial presentada al Congreso en el año 1877:
“…He dicho antes que los indios solo roban para comer o saciar la codicia de los negociadores chilenos. Según nos hace saber el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores en su Memoria dispuso que nuestro encargado de Negocios en Chile se dirigiese al Gobierno de ese país demostrándole el deber en que estaba de suprimir el tráfico que hacen públicamente con ganados robados en esta República, individuos establecidos en la parte sur de Chile….”

Si examinamos superficialmente las consecuencias del comercio con Chile de haciendas robadas, solo veremos una pérdida de riqueza, pero si estudiamos con atención la influencia de ese hecho sobre cuestión fronteras, forzoso será reconocer que es funesta y decisiva.”

Si los indios solo invadiesen para comer, el robo, no sucedería ciertamente, lo que hoy sucede. Ahora si consiguen arrebatar mil cabezas, consumen quinientas y el resto lo transportan a las cordilleras para venderlo por un precio casi nominal; y esto cuando los mismos comerciantes no son los que vienen a los toldos de nuestra pampa a llevarse los ganados en cambio de chucherías de lanzas y de carabinas con que se arma la barbarie para repetir el estrago
Por el contrario, si los indios no contasen con un mercado seguro para sus robos, solo invadirían para satisfacer el hambre y con el tiempo conservando las haciendas podrían vivir de los aumentos.

Es pues, indudable para mi que si los indios invaden con frecuencia es porque en Chile se consume el robo, y como consecuencia necesaria, que si se queman poblaciones, se hacen tantas víctimas y se cautivan tantas mujeres, es por la misma causa…

Y no se diga Sres. Senadores y Diputados que en Chile se hace misterio de ese comercio con ganados robados de la Repúbica Argentina. Todo lo contrario. En un libro, edición de año ppdo., publicación oficial, titulado la “Patria Chilena" se leen estas palabras textuales hablando de las tribus Araucanas: “Los Arribanos, establecidos sobre la falda de la cordillera de los Andes, tienen un carácter mas guerrero y mas feroz que el resto de los indios.Viven del robo de ganados y de las depredaciones que cometen en la República Argentina, de lo que sacan un botín abundante que cambian por otros objetos con las tribus vecinas o con las gentes civilizadas…” 
Semejante declaración propugnó un inevitable conflicto diplomático con Chile a quien se conminó a adoptar serias medidas sobre el contrabando de ganado aludido, a lo que el país andino no hizo lugar desconociendo dicho tráfico ilegal.

La zanja de Alsina no cubrió quizás todas las expectativas, pero desempeñaría al menos una función defensiva complicando el acceso a los campos y a las aguadas, además de evitar o dificultar en extremo los arreos del ganado sustraído. 

Esto posibilitó en muchos casos el recupero de la hacienda por los soldados de la frontera. De esta manera, el indio podía ingresar pero no le resultaba sencillo huir con el ganado robado.


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