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oRDEN DE LOS CABALLEROS DE
SU SANTIDAD EL PAPA
"SAN IGNACIO DE LOYOLA"
NOTICIAS CPAL
”Un gran amigo Xaveriano, padre Luciano Mazzocchi, me
escribió diciendo que ellas (las Hermanas Xaverianas asesinadas en Burundi)
vivían en la barriada más miserable de la capital Bujumbura, lugar de violentos
conflictos entre Hutus e Tutsis, donde promovían la conciliación entre las dos
etnias. Abrieron laboratorios comunes para jóvenes de las dos etnias,
favoreciendo la armonía social. Fue probablemente esa actuación, en general
realizada por mujeres, la que desencadenó la reacción atávica que las llevó a
la muerte”, narra Vito Mancuso, teólogo y escritor italiano, en un artículo
publicado por el periódico La
Repubblica , 09-09-2014. Trad. de Roberto Jaramillo SJ.
Ahora mismo, en el momento en que escribo este artículo, aún
no se tiene noticia de la identidad del homicida de las Hermanas italianas
misioneras en Burundi. Sólo se sabe que la hermana Bernardetta Bogianni, la
hermana Lucia Pulici y la hermana Olga Raschietti fueron asesinadas de una
forma extremamente violenta.
Que se trata de una muerte tal como la que el cristianismo
acostumbra llamar ”martirio” (es decir ”como testigo” – mártir en griego quiere
decir ”testimonio”) no hay dudas. Pero, ¿de qué martirio? Hay un martirio que
defino como ‘institucional’ y otro que llamo ‘existencial’.
En el primer caso, se muere simplemente por ser cristiano,
como sucedió recientemente en Irak por causa de los milicianos del Califato, o
en Nigeria por causa de los terroristas islámicos de Boko Haram, o también en
Siria, o en Paquistán, o en Egipto y otros países de mayorías musulmanas; y
hasta en la India
por causa de fanáticos hinduistas.
Esta situación no se refiere solamente a los cristianos
porque hay muertos también porque son yazidis, como en el norte de Irak, o
porque son judíos, como ocurría durante el régimen nazista y en ciertos
períodos de la Edad Media ,
y como ocurre todavía hoy. En este y en otros casos se muere prescindiendo del
nivel del testimonio personal, por el simple hecho de pertenecer a una
determinada religión o a un determinado pueblo.
Es imposible, no obstante, no señalar que desde hace algunos
años, en diversas zonas del mundo la fe cristiana está cada día más y más en la
mira de los extremistas. Según el Instituto de investigaciones americano Open
Doors International, del 1º de noviembre de 2012 al 31 de marzo de 2014 se
registraron 5479 cristianos muertos por su fe, una media de 322 muertos por mes
y algo más de 10 por día.
¿Qué significa eso? ¿Qué hay en el cristianismo
contemporáneo que irrita tanto a los fanáticos o a los extremistas? En el caso
del martirio existencial se muere, al contrario, precisamente por causa del
testimonio personal, en el sentido de que a peculiaridad de la acción realizada
es tal que genera una reacción violenta en quienes tienen otras ideas, y
perciben la acción del ”testigo” como una peligrosa amenaza para sus ideales.
Ese fue el caso del primer mártir cristiano, San Esteban, de
Ipazia de Alexandria (filósofa pagana muerta por monjes cristianos), y antes de
él fue el caso de Sócrates y de Jesús, y en nuestros días es el caso de Padre
Diana y de Padre Puglisi en nuestra casa.
En este momento no nos es posible saber si las tres hermanas
Xaverianas fueron asesinadas por odio al cristianismo, es decir, como martirio
institucional, o por causa de su acción específica en el territorio; pero
siendo Burundi el país que es (es decir: con una grande mayoría cristiana, y
ausente de la lista de países más peligrosos para los cristianos), es más
probable que su martirio tenga que ver con su acción específica entre el pueblo
al que servían, y no tanto que sea un episodio más de la persecución
institucional contra los cristianos en el mundo.
Si mi análisis es verdadero, las tres hermanas italianas no
fueron asesinadas simplemente porque fueron cristianas, sino porque actuaron
como cristianas. En los micrófonos de Radio Vaticana el Padre Mario Pulcini,
superior de los Xaverianos en Burundi y quien convivió muchos años con las
hermanas declaró que Lucía Pulici trabajaba en el campo médico donde había
curado a miles de enfermos, que Olga Raschietti era muy activa en el campo de
la enseñanza, en cuanto que Bernadetta Bogianni se dedicaba principalmente a la
promoción de la jóvenes a las cuales les daba cursos de corte y costura.
Otro mártir Cristiano, el matemático, teólogo y sacerdote
ortodoxo Padre Pavel Florenski (muerto el 8 de diciembre de 1937 en Leningrado
bajo el régimen comunista) escribía a su mujer Anna el 13 de febrero de 1937:
”sí, nuestra vida nos es dada de manera que se le puede dar algo al mundo
pagando después la fianza con sufrimientos y persecuciones. En tanto en cuanto
el don de sí es más desinteresado, más crueles son las persecuciones y duros
los sufrimientos. Tal es la ley de la vida, es su axioma de base”.
Lucia, Olga y Bernadetta, tres mujeres libres seguidoras del
ideal de Cristo, son testimonio claro de la trágica suerte que el bien radical
sufre en este mundo.
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