El
régimen sirio está intentado regresar a la vieja estrategia colonial fancesa
para mantenerse en el poder. Tal programa, como lo hizo Francia en su tiempo, avanza
sobre el control de distintas regiones del país aun contra la voluntad y los
deseos de la mayoría de su gente.
Esta metodología fue utilizada por el poder
colonial en directa intención de balcanizar la Gran Siria mediante la
política del “divide y vencerás”, y se basa en promesas de entregar
mini-estados a las minorías religiosas. El hecho de que el presidente francés
de aquellos años,Alexandre Millerand, era un
socialista, o que Francia fuera un Estado laico, no fue un obstáculo. El
presidente Bachar al-Assad piensa que -hoy- tampoco lo será para él.
¿Y qué fue lo que la Francia colonial empleó
como estrategia en su accionar?
El elemento primordial que conformó su
estrategia fue que la administración colonial concentró sus recursos en el
control de lo que se denomino la “Syrie utile”, es decir, la
“Siria útil”. El concepto excluía gran parte del territorio sirio,
principalmente la parte desértica escasamente poblada. En su lugar, se hacía
hincapié en el valor de la franja costera entre Damasco y el Mediterráneo más
Alepo -la ciudad más poblada del país- y dos carreteras principales que
conectan a Siria con Líbano en el sur y con Turquía al noreste. A lo largo de
la lucha nacional por la independencia de Siria, los franceses siguieron esa
receta con mucho celo. Sin embargo, al final, no pudieron aplicar tal programa
en el resultado que perseguían. Ellos fracasaron en su cometido.
Hoy en día, el régimen de Assad está tratando
de caminar los mismos pasos que los colonialistas franceses. El presidente
sirio ordenó a sus fuerzas militares retirarse de grandes porciones de
territorio para concentrar sus recursos en “la Siria útil”. El vacío que esto ha creado ha favorecido la aparición de una
docena de grupos yihadistas armados que dominan territorio sirio desde el
suroeste hacia el noreste.
De acuerdo con las
estimaciones más optimistas, el régimen de Assad tiene el control de alrededor
del 30 por ciento del territorio sirio. El porcentaje de la población que vive
en este segmento sigue siendo un tema de especulación, las estimaciones varían
entre el 30 y el 50 por ciento. Parte de la discrepancia se debe al hecho de
que muchos sirios registrados como refugiados en Líbano, Jordania y Turquía,
pasan gran parte del tiempo cerca de sus antiguos hogares produciendo un
reflujo, por lo que el efecto de esa marea humana hace que sea difícil estimar
el número de personas presentes en una localidad u otra en un momento dado.
La estrategia colonial
francesa incluía también una táctica importante, y ello fue el reclutamiento de
policías y militares entre las minorías religiosas y étnicas, empleando una
serie de programas engañosos.
Aunque con el alarde
de su identidad “laica y republicana”, la Francia colonial se arrogó el papel de
“protectora de los cristianos en el Levante”. El Estado francés financió el envío
de decenas de misioneros cristianos a Siria; así, animo la enseñanza del
cristianismo en muchas escuelas. Algo curioso pues ello estaba prohibido en la
propia Francia.
Los franceses cortejaron a la comunidad nusairi, más
tarde rebautizada alauita -y
que no debe confundirse con los alevitas de
Turquía- con la promesa de un mini-Estado en una franja de la costa a lo largo
del Mediterráneo. Algunos nusairis, incluyendo el abuelo de Bashar Al-Assad,
creyeron en el engaño francés sin entender que estaban siendo estafados y se
convirtieron en fervientes defensores de la dominación francesa como
colaboradores de los colonialistas. Cuando todo el engaño salió a la luz, en
Beirut se hizo famoso aquel dicho libanés que sostiene:“Cree en una bandada de pájaros aunque no sepas de donde vienen en
su vuelo, ellos alegrarán tu día con sus trinos. Pero jamás creas en una
patrulla francesa o en un ejército que venga de París, ellos solo amargarán tu
vida con su brutalidad e ignorancia”.
Los franceses también cortejaron a los kurdos, una
importante minoría étnica en el noreste de Siria. Para ello crearon un
instituto que supuestamente estimularía el estudio de su cultura y les
permitieron libre circulación a través de las fronteras de Turquía e Irak.
Otras minorías, incluidos los drusos y
los turcomanos,
también fueron seducidos por Paris cayendo en la trampa de distintas maneras,
principalmente con las invitaciones a sus líderes para visitar Francia y enviar
allí a sus hijos para educarlos en las escuelas francesas de gran reputación en
ese momento. Todo esto sucedió con la advertencia francesa que, a menos que
cooperaran con el gobierno colonial, las minorías sirias se enfrentarían al
exterminio a mano de la mayoría musulmana sunita. Para asegurarse que el
mensaje se había extendido en todo el territorio, los franceses sobornaron a
varios líderes de distintas comunidades y exigieron que los hombres jóvenes de
las minorías se incorporaran como voluntarios para servir a Francia. Aunque en
la práctica, muchos de estos jóvenes eran detenidos por patrullas francesas de
reclutamiento y obligados, por la fuerza, a unirse a la policía y el ejército
colonial.
En documentos
desclasificados en 2007 sobre la ocupación Siria bajo el mandato de Francia se
documenta la violencia que el poder colonialista francés utilizo para mantener
el control político con la ayuda de reclutas de las minorías colaboracionistas.
Hoy en día, el régimen de Assad está
utilizando una estrategia similar tratando de promover una“coalición de minorías” mediante el temor hacia el Estado
Islámico de Irak y Siria (ISIS) -Daesh en árabe-, exactamente igual a como
los franceses lo hicieron antes generando miedo hacia la mayoría sunita. El
hecho de que el Daesh haya asesinado a más musulmanes sunitas y destruido
muchos pueblos musulmanes sunitas está convenientemente ocultado y olvidado por
el régimen sirio. Por lo tanto, somos testigos de un extraño espectáculo en el que
ISIS y Assad son socios en una “paix
de la mort”.
Cristianos, drusos y
turcomanos están denunciando en la comunidad internacional que las patrullas de
reclutamiento del régimen incluyen hombres armados del Hezbollah libanés e
instructores militares iraníes que están forzando a algunos jóvenes a unirse a
la maquinaria militar represiva de Assad, quien todavía se mantiene respaldado
por Moscú y Teherán.
En realidad, el uso de las minorías como
soldados de infantería de gobiernos imperiales no es nada nuevo. El ejército de
Jerjes -que saqueó Atenas- incluyó muchos reclutas de las minorías del Imperio
Persa. En Roma, Escipión utilizó soldados de Hispania y África en su exitosa campaña contra los
cartagineses dirigidos por Aníbal. Desde el reinado del emperador Augusto en
adelante más de la mitad de las legiones romanas estaban formadas por reclutas
de las minorías conquistadas. Más recientemente, el Imperio Británico en la India dependía en gran
medida de los reclutas de minorías musulmanas y sikhs, por no hablar de los nepaleses“gurkhas” (en
árabe: hacedores de tumbas). El gobierno francés creó la Legión Extranjera
para reclutar en todo el mundo criminales y delincuentes despiadados, mientras
que Leopoldo, el rey belga, construyó su imperio africano con un ejército de
asesinos y mercenarios procedentes de 30 nacionalidades diferentes.
Sin embargo, una de las lecciones que la
historia nos enseña, es que incluso los ejércitos mejor entrenados, si se constituyen en gran parte de minorías, no pueden evitar la
desaparición de un sistema impuesto en contra de los deseos de la mayoría. Y el irrefutable ejemplo de
ello, ha sido que a pesar de disponer del monopolio de las armas más modernas
en su tiempo, los británicos finalmente fueron forzados a abandonar su imperio
en la India. Del
mismo modo el imperialismo francés no pudo controlar Siria ni Líbano y, más
tarde, debió realizar masacres masivas para mantener temporalmente el control
de Argelia a pesar del reclutamiento masivo de los sanguinarios harkis. Por lo
mismo, es improbable que el presidente Assad y sus socios de Teherán y Moscú
puedan lograr su cometido en Siria.
No obstante, al jugar
el siniestro juego de enfrentar diferentes comunidades unas contra otras,
podrían producir un nuevo marco de resentimiento, venganzas y odio tribal de
cara al futuro de Siria, si es que los sirios tuvieran finalmente la
posibilidad de librarse de Assad. Y ello haría muy difícil restañar las heridas
entre las comunidades, al menos en la primera fase de su reordenamiento
nacional de una era post Assad.
Lo cierto es que la guerra en Siria no es
entre comunidades mayoritarias y minoritarias. Es
una guerra de todos los sirios que desean vivir en libertad y dignidad contra
un régimen de la minoría que dice ser socialista, pan-árabe y secular. Sin
embargo, ese mismo régimen está jugando un juego -por excelencia- colonialista
y represivo a imagen y semejanza de sus antiguos amos extranjeros.
• The Prof. George Chaya serves as Advisor in the Commission of International Relations of the Argentine Congress, is academic advisor in Iberoamerica-Spain Foundation in Arabs Islamic affairs, is a University prof. in Masters Courses on middle East, has authored several books, and has appeared in a variety of national and intl. broadcast and print media.
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