”Es interesante notar que dentro de todas las regiones del mundo,
América Latina, de hecho, es la que observó mayores progresos... El avance
latinoamericano no fue tanto por las políticas económicas, al contrario, sino
por las políticas sociales, que aunque no necesariamente tenían como objetivo
promover a la mujer específicamente, terminaron beneficiándola mucho, directa e
indirectamente”, sostuvo Carvalho en entrevista con IPS, durante la Conferencia
Internacional ”Las mujeres y la inclusión social: de Beijing a Post 2015”,
realizada en la capital argentina entre el miércoles 6 y el viernes 8 de mayo. Por Fabiana Frayssinet, IPS.
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
BUENOS AIRES, 7 may 2015 (IPS) - No se dirigieron específicamente a las mujeres, pero políticas
sociales como subsidios familiares y pensiones contribuyeron a mejorar su vida
en América Latina, la región que más avances registró este siglo en materia de
género, pese a que todavía persisten enormes deudas.
La brasileña Luiza Carvalho, directora
regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, aseguró que esa
realidad se constata en cada uno de los informes de la organización que
promueve la igualdad de género en el mundo.
”Es interesante notar que dentro de
todas las regiones del mundo, América Latina, de hecho, es la que observó
mayores progresos”, sostuvo Carvalho en entrevista con IPS, durante la Conferencia Internacional ”Las mujeres y la inclusión
social: de Beijing a Post 2015”, realizada en la capital argentina
entre el miércoles 6 y el viernes 8.
El avance latinoamericano, detalló Carvalho, ”no fue tanto por las políticas económicas, al contrario, sino
por las políticas sociales, que aunque no necesariamente tenían como objetivo
promover a la mujer específicamente, terminaron beneficiándola mucho, directa e
indirectamente”.
Entre esos programas de transferencia de renta destacan el brasileño de
la Beca Familia, el argentino de la Asignación Universal por Hijo, el
ecuatoriano del Bono de Desarrollo Humano o el mexicano de Prospera.
También influyeron positivamente medidas como la mejora del salario
mínimo, que no incluyó una perspectiva de género, pero que benefició a las
mujeres que están entre los que mayoritariamente lo perciben. Ello aumentó su
poder de compra y, en consecuencia, su capacidad de decisión y ”de control sobre algunos asuntos domésticos”, dijo.
Lo mismo sucedió con iniciativas de protección del trabajador informal y
con la creación de pensiones no contributivas, entre las que Carvalho mencionó
las de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica y México.
Como medida de los diferentes planes de transferencia de renta, ”no hay duda que hubo una disminución de la pobreza extrema en
toda América Latina. Con la mejoría del poder adquisitivo, del salario mínimo y
la extensión de las pensiones no contributivas también hubo una modificación
significativa en la desigualdad de género”, subrayó.
Sin embargo, recalcó, esos programas tienen el hándicap de que hacen
hincapié en la responsabilidad de la mujer como madre.
”Sus condicionalidades son para la
mujer. La mujer tiene que ayudar a los niños a permanecer en la escuela, la
mujer tiene que darle vacunas. Y esas condicionalidades no refuerzan un papel
más responsable del hombre en la crianza de los hijos”, opinó.
”Si queremos ir más allá de esos
logros, las políticas deben ser focalizadas”, reafirmó Jessica Faieta, directora regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), al
referirse a lo que denominó como ”la
segunda generación de políticas sociales”.
”Deben ser políticas dirigidas
directamente a incluir a las mujeres en estos logros del desarrollo que no han
llegado a todos”, puntualizó a IPS. Entre esos ”grupos
excluidos”, destacan las mujeres, especialmente las campesinas, los indígenas y
los afrodescendientes.
Faieta destacó que la inclusión social femenina tiene un impacto
positivo en la eliminación de la pobreza, mientras que Carvalho lo definió como
un ”círculo virtuoso” para el
desarrollo.
”Está probado que incluir mujeres
tiene un rédito más amplio. Emplear más mujeres, darles un pago más equitativo,
tiene un alcance que va más allá de ellas mismas, va a la familia”, puntualizó
Faieta.
”América Latina tiene eso muy claro.
Tanto que estamos viendo la expansión de esos programas en África y en su
introducción en Asia, que están replicando sus experiencias positivas”, explicó
Carvalho. Para apuntalar este proceso, el PNUD y el brasileño Instituto de
Investigación Económica Aplicada buscan actualmente sistematizar las
iniciativas regionales.
”Hay una posibilidad de cooperación
Sur-Sur muy importante”, enfatizó Faieta.
En la jornada inaugural del encuentro internacional de Buenos Aires En
el encuentro participaron la directora ejecutiva de ONU Mujeres, la sudafricana Phumzile
Mlambo-Ngcuka, y la administradora mundial del PNUD, la neozelandesa Helen Clark.
En la reunión, convocada por esas dos agencias de la ONU y el gobierno
argentino, han participado delegadas de las diferentes regiones del mundo, con
el objetivo de evaluar los desafíos que persisten para la población femenina 20
años de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing en 1995.
A nivel regional, Carvalho mencionó entre esos retos los altos
indicadores de mortalidad materna, la violencia contra la mujer y su expresión
más grave: los feminicidios.
”De los 28 países de mayor índice de
feminicidios en el mundo, ¡14 están en nuestra región!”, lamentó.
Un fenómeno que atribuyó tanto a ”una
ausencia del Estado, que responda con medidas de prevención” como a ”una cultura machista muy entronizada, en una visión de la
mujer como una propiedad, como parte de una colección particular de un hombre”, así como a ”cuestiones legales que impiden que tenga acceso a tierra o a
crédito”.
El ”empoderamiento económico de
las mujeres”, es otra deuda latinoamericana, añadió Faieta. Pese a los avances
regionales, ”todavía es la mujer la que
sufre mayor desempleo. El pago por igual trabajo, sigue siendo menor para las
mujeres”, ejemplificó.
Pese a ello, el informe ”El progreso de las mujeres
en el mundo 2015-2016: transformar las economías para realizar los derechos”, lanzado por ONU
Mujeres el 27 de abril, registra ese avance al indicar que entre 1990 y 2013,
el mayor aumento mundial en la participación femenina laboral se dio en América
Latina. Durante ese periodo, esa participación pasó de 40 por ciento a 54 por ciento,
aunque lejos de la masculina, de 80 por ciento.
El informe añade que la brecha de género persiste en las remuneraciones
latinoamericanas, que es de 19 por ciento, pero es más limitada del promedio
mundial, de 24 por ciento.
Asimismo, en todos los países latinoamericanos con encuestas sobre el
uso horario, las mujeres dedican entre el doble de tiempo y cinco veces que los
hombres al trabajo no remunerado.
También hubo logros como la inclusión política de las mujeres, en la
región del mundo con el mayor número de jefas de Estado y de gobierno.
Once países aprobaron leyes de cuotas políticas, en los parlamentos,
26,4 por ciento son mujeres y en los gobiernos hay en promedio 22,4 por ciento
de ministras, la mayor proporción mundial, aunque todavía no lo deseable para
una democracia inclusiva, según Faieta.
”Está claro que la transferencia
condicionada de renta, no va a resolver todo. Por eso también tienen que
implementarse otras políticas”, aclaró Carvalho.
Políticas específicas de género pero además macroeconómicas, fiscales y
monetarias.
Carvalho criticó el recorte de programas sociales, que ”afectan a la sociedad como un todo pero prioritariamente a la
mujer” porque disminuyen las políticas de educación y salud, y otras que ”aumentarán más su carga doméstica”.
”La mujer depende de un articulado
conjunto de políticas sociales y económicas… Todas las políticas, en sus
diferentes niveles, influencian a la mujer y pueden mejorar o empeorar la
desigualdad de género”, sintetizó.
”No puede haber igualdad de género
sin justicia, inclusión, crecimiento y desarrollo social”, reafirmó la
ministra argentina de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, durante la
inauguración de la conferencia.
Por eso según Clark, del PNUD, en la global Agenda de Desarrollo Post
2015, que se definirá en septiembre, es crucial garantizar que todas las
políticas tengan una ”perspectiva de género”.
Notas:
· Editado por Estrella Gutiérrez
· Foto en la portada: La Conferencia Internacional ”Las mujeres y la inclusión social: de Beijing a Post 2015”, durante su
jornada inaugural, el miércoles 6 de mayo, en el Palacio San Martín, sede de la
cancillería de Argentina. Crédito: Fabiana Frayssinet/IP
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