MADRID, 03 May. 15 /
08:15 pm (ACI/EWTN
Noticias).- Serge Abad-Gallardo fue miembro de la masonería
durante más de 25 años, llegó a ser maestro grado 14. Tras una peregrinación a
Lourdes todo cambió e inició su proceso de conversión que lo llevó luego a
escribir un libro. En entrevista con ACI Prensa
explica además la relación que existe entre el demonio y la organización.
“Me fui de la masonería
y pensé que tenía que escribirlo primero para entenderme a mí mismo y después
para contarlo a la gente. Cada uno es libre de hacer lo que quiera pero en
la masonería no se habla francamente”, asegura el autor del
libro “Por qué dejé de ser masón”.
“Con mi libro quiero
demostrar que el catolicismo y la masonería no pueden ir juntos”, subraya.
Serge es arquitecto y
entró en la logia masónica por un amigo, intentando encontrar en ella las
respuestas a las preguntas más profundas del hombre. “Yo no pensaba dejar la
masonería. Tuve algunos problemas serios en mi vida y
me preguntaba qué respuesta podía darme la masonería a ellos y no encontré
ninguna. Sin embargo en el camino con Cristo sí las he
encontrado”, precisa.
Abad-Gallardo cuenta que
el camino para dejar la masonería fue difícil: “durante un año o año y medio
estuve convencido de que había encontrado la fe y no sabía si tenía que
quedarme en la masonería, ése podía ser mi sitio en donde hablarles a los masones
del Evangelio. Pero hablando con un sacerdote me hizo entender de que nada
serviría hablarles si ellos no estaban dispuesto a escuchar”.
Ante los repetidos
comentarios anticlericales de varios altos grados de la logia, Serge no podía
callarse y defendía a la Iglesia. Pero además de
las críticas a la Iglesia y al Papa descubrió que en el ritual
del inicio del año masónico "se le daba gloria a Lucifer".
“Ellos no dicen que se trata del diablo, sino que toman la etimología de la
palabra y dicen que es ‘el portador de luz’”, explica a ACI Prensa.
Algo similar también
sucedió cuando vio que entre los altos grados de la masonería se alaba a la
serpiente de la que se habla en el Génesis, por la que Adán y Eva cayeron en el
pecado original. “Dicen que ella trajo la luz y el conocimiento al hombre que
Dios no quería dárselo. Esto es una perversión muy grave”, declara.
Según afirma, entre la
masonería y el demonio "hay una relación pero no es tan directa. La
mayoría de los masones ni se dan cuenta de la influencia del demonio en los
rituales masónicos. Ellos piensan, con todo la intención posible que están
trabajando por la 'Felicidad de la Humanidad' o por el 'Progreso de la
Humanidad'". Es decir, “no
hay un culto al diablo abiertamente, pero se decora con palabras y uno debe darse cuenta de lo
peligroso que es para un católico estar dentro de una sociedad así”, insiste.
El exmasón cree que
"puede que haya algunos, aunque pocos, que tengan clara esta relación con
el demonio y que cumplen estos ritos sabiendo perfectamente lo que están
haciendo. Pero, según mi experiencia, la mayoría de ellos no se dan ni
cuenta", "no hay que olvidar que el demonio es el
'padre de la mentira'".
Según explica esta
relación indirecta con el demonio se manifiesta de muchas maneras, pero todas
confluyen en apartar a la persona que entra en masonería de la fe y
especialmente de la Iglesia Católica. "La masonería
intenta de convencer que la fe y la Iglesia son supersticiones y oscurantismo",
apunta.
En ese sentido
Abad-Gallardo también explica que "el ritual masónico influye en la mente,
en el subconsciente y en el alma de las personas. El ya iniciado, el que es ya
masón mira hacia los símbolos y los rituales masónicos como si estos fueran
verdades profundas y esotéricas".
Insiste luego en que a
pesar de que "la masonería no tiene ritos
directamente satánicos, éstos sí constituyen una puerta de entrada para el
demonio".
Una de las palabras
secretas y sagradas de los maestros masones, según explica Serge, es
“Tubalcaïn”, que se traduce como “descendiente directo de Caín”. "Ya se
sabe qué hizo, mató a su hermano por celos e inspirado por el demonio. Y éste es
el modelo para los maestros masones", afirma.
"Los rituales no
han cambiado, solo han tenido pequeñas modificaciones. De hecho en los Altos
Grados, donde se encuentran las referencias las más esotéricas y ocultas se
precisaron en los años 1800, unos 70 años después de que naciera en 1717 la
masonería", afirma.
En esa relación entre
masonería y satanismo, Serge indica a ACI Prensa que "la mayoría de los
masones están engañados por palabras altruistas y mentirosas y por eso no se
dan cuenta".
De hecho precisa que en
una de las planchas masónicas, es decir, un trabajo escrito y presentado por un
masón, que tiene en su poder, se explica que "el que fundó
el satanismo moderno es el americano Anton Szantor Lavey, un hermano (masón) que fundó en 1966 la Iglesia de Satán
que es hoy la principal organización satánica y de referencia para las
demás".
"La masonería aleja
de Cristo. Porque aunque se trata de Jesucristo en el grado 18 de los Altos
Grados masónicos, éste no tiene nada que ver con el Jesucristo de la Iglesia
Católica ya que se refiere a cualquier sabio o filósofo"; insiste.
Además precisa que
"hay masones que van todavía más lejos en esta blasfemia ya que quitan
toda forma de divinidad a Cristo y dicen que él fue el primer masón,
un hombre iniciado. Se apoyan en el hecho de que José y Jesús fueron
carpinteros. Y que la palabra 'carpintero' es la etimología de 'architecto' y
todos los masones, sobre todo en los Altos Grados son Gran Arquitecto".
En esta idea insiste en
que "en masonería creen en el 'Gran arquitecto del Universo', que quieren
hacer pasar por el Dios del catolicismo, pero que no es así. A veces consiguen
engañar a los católicos diciendo que ser masón y católico es compatible por
esta referencia a Cristo".
Hace tan solo dos años
que dejó la masonería de manera total, pero asegura que el control que ésta
tiene sobre la sociedad en Francia es creciente. “En mi primer trabajo el
alcalde no lo decía pero era masón, el director de su gabinete también, el
encargado de urbanismo y yo también, así como otro de los arquitectos del
ayuntamiento en el que trabajaba”, recuerda.
“Cuando se trató de
aprobar la última ley sobre la eutanasia, hay un párrafo
que se refiere a la ‘sedación profunda’ que es la misma expresión que aparece
en una plancha masónica de 2004 en donde se trata este tema. Es decir, que las leyes
actuales en Francia están hechas en las logias masónicas, diez o quince años
antes de que sean votadas”, afirma a ACI Prensa.
En ese sentido afirma
que “en masonería no hay fraternidad ni amistad, porque son redes. Todos
quieren el poder político, social y económico”.
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