Los atentados terroristas del pasado viernes 13 de noviembre fueron cometidos por tres comandos yihadistas, que actuaron de manera coordinada. Su objetivo era, directamente, sembrar el caos y la muerte en las calles de París. E, indirectamente, impulsar el horror que desde hace tiempo muestra el grupo terrorista Daesh. Es claro que se hace necesaria una respuesta, pero conviene advertir que dejarnos dominar por el terror nos puede conducir al error.
Concretamente, quiero señalar tres posibles errores concatenados, como los tres comandos del terror, en este caso referidos a cómo abordamos la cuestión de los refugiados.
- ERROR NÚMERO 1:
EN ORIGEN Cuando hemos sido golpeados tan brutal y directamente, los europeos podemos pensar que esto solo nos pasa a nosotros, o que se trata de un acto muy excepcional. Pero, desgraciadamente, no es así. Según datos del Global Terrorism Index 2015, publicado hace apenas unos días, el año pasado hubo más 32.000 muertes por terrorismo en todo el mundo, el 78% de las cuales se concentraron en cinco países: Iraq, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria. Sólo en este país hubo 232 ataques terroristas que causaron unos 1.700 muertos. Pues bien: no podemos olvidar que los refugiados sirios huyen de la misma barbarie que estos días estamos sintiendo tan cerca. Si nuestra rutina nos hace olvidar la brutalidad de Boko Haram secuestrando niñas en Nigeria o de Al Shabab matando universitarios en Kenia, que al menos los atentados de París nos hagan un poco más cercanos a quienes sufren las bombas de Daesh en Siria, Líbano o Egipto. Sería un error olvidar el horror que empuja a las personas a huir de un país en guerra.
- ERROR NÚMERO 2:
EN TRÁNSITO Durante las horas y los días que siguieron a los ataques terroristas del viernes hubo muchas informaciones inexactas, bastantes desmentidos, varios datos no contrastados e incluso algunos bulos. Una de las historias, aún no esclarecidas pero que ha recibido gran atención (quizá interesada), se refiere a la aparición en las inmediaciones del campo de fútbol de Saint Denis de un pasaporte sirio, supuestamente perteneciente a un refugiado que entró por Grecia. Ha bastado este dato, aún confuso, para que algunas voces hayan levantado alarmas, señalando que los yihadistas supuestamente entran en Europa camuflados de refugiados y reclamando un cierre de fronteras que bloquee la acogida a las personas que, huyendo de la guerra, solicitan protección internacional. Parece que el pasaporte en cuestión es falso, pero en todo caso bastaría uno entre 700.000 para poner en cuestión todo un sistema de asilo y refugio. Craso error, de nuevo motivado por el terror.
- ERROR NÚMERO 3:
EN DESTINO Si algo muestran los atentados de esta semana es que vivimos una confrontación entre civilización y barbarie. La civilización es, o quiere ser, un espacio de acogida e integración, de convivencia y de respeto, de pluralidad y de igualdad, de justicia y de paz. La barbarie pretende construir una sociedad totalitaria, homogénea, oprimida. Pues bien, en la medida en que nos dejamos llevar por el prejuicio y la discriminación, caemos del lado de la barbarie. Y ese es otro error, explícitamente buscado por el terror. Por ello, como ha declarado la portavoz de ACNUR, Melissa Fleming, “los refugiados no deben ser convertidos en chivos expiatorios ni en víctimas secundarias de esos trágicos eventos”. Una sociedad civilizada, por el contrario, debe apostar por la acogida y la integración plena de las personas refugiadas en su seno. He a los terroristas. Y es que, si el horror nubla nuestros ojos, podemos errar en la mirada y en la acción.
Por: Daniel Izuzquiza, SJ. Director de entreParéntesis y de la revista Razón y Fe. Fuente: Ediziones
Ante el terror, ¿muros o derechos?
Todos nos hemos sentido conmovidos por los brutales atentados de París del pasado viernes. Y los pasados en Líbano, y antes en Bali, en Afganistán, en Londres, en Irak... Pero si algo hemos aprendido en estos años es que el dolor y la rabia por las víctimas no pueden justificar medidas contrarias a los derechos humanos, que además se han demostrado claramente ineficaces. En ese sentido, resulta absolutamente inaceptable, y contrario al derecho internacional, las medidas anunciadas por algunos países de restringir el acceso de personas refugiadas tras los atentados de París.
Parece que algunos dirigentes que llevan meses regateando en sus obligaciones con los refugiados y retrasando posibles soluciones han encontrado una excusa, más que un motivo real, para cerrar sus fronteras y no cumplir con sus obligaciones internacionales. Además, para justificar estas medidas nos encontramos con numerosos discursos de líderes políticos y sociales que fomentan actitudes racistas y xenófobas contra la población migrante, refugiada o de otras creencias religiosas. Estos mensajes no solo son peligrosos para nuestra convivencia, además son falsos.
Vincular a las personas refugiadas que llegan a Europa con actos terroristas es además de injusto, irresponsable e irreal, particularmente cruel dado que miles de ellas precisamente huyen de esos grupos terroristas. De hecho, la inmensa mayoría de los actos terroristas los sufren población de países de mayoría musulmana. Así, para muchos de los que llegan a Europa, los actos terroristas no son una sorpresa que les sobresalta, sino que ha sido su rutina durante meses, o incluso años. Confiamos en que la sociedad europea no se deje manipular y rechace estos mensajes xenófobos y mantenga la actitud general de solidaridad y acogida hacia las personas refugiadas que ha mantenido en los últimos meses.
Ahora que parece que la tendencia tras los atentados es levantar muros en todas las fronteras de Europa en aras de una presunta seguridad, conviene señalar que la principal medida para salvar vidas de las personas que huyen los conflictos puede ser también una herramienta eficaz contra el terrorismo.
Si se habilitan vías legales y seguras para que se pueda solicitar asilo en los países de tránsito en el recorrido a Europa, se permitirá una mejor identificación y se minimizarían los riesgos, y sobre todo se desmontará gran parte del negocio de las mafias que trafican con personas ahora que sabemos que son otra de las vías de financiación de los grupos terroristas.
Es precisamente en estos momentos de consternación cuando con mayor fuerza hay que reclamar a los Estados que las respuestas ante esta situación se basen en el respeto de los derechos humanos y no se afecten vidas de población civil inocente.
Haber sufrido dentro de las fronteras europeas la barbarie terrorista nos debería reafirmar en nuestra solidaridad con los que la llevan sufriendo de forma constante y con los valores de derechos humanos. Si empezamos a cuestionarlos y a aplicar restricciones al derecho de asilo, el terror podrá decir que se ha anotado una victoria.
Por: Estrella Galán (secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado - CEAR) Fuente: Europa Press
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