Entre algunos episodios históricos de Salta hay uno que es un muy poco conocido y más teniendo en cuenta que, por su gravedad, se lo trató de ocultar tanto por sus protagonistas como por su desenlace.
A fines de diciembre de 1861 la población de “esta muy noble ciudad” se convulsionó al saber de “buenas tintas” que las tropas de Tucumán habían usurpado una vasta zona del territorio provincial saqueando las localidades y apoderándose de la ganadería.
Por entonces era gobernador de Salta Cnl DJosé María Todd, un salteño nacido en 1809, quien a los quince años se había enrolado al ejército que partió desde aquí a la guerra con el Brasil al mando de José María Paz, a quien, en su calidad de ayudante le colaboraron en la redacción de las célebres “Memorias”.
En el fragor del combate el valiente José María Todd recibió una herida en una de sus piernas que lo dejó inválido. No obstante este impedimento físico se hizo acreedor de la responsabilidad de comandar el Batallón de “Cazadores Argentinos” y, sumándose a las fuerzas dirigidas por Juan Lavalle, se enfrentó con Manuel Dorrego. También cabe destacar que Todd luchó en Ituzaingó. Tras la muerte de Lavalle emigró a Bolivia donde se afincó hasta después de la batalla de Caseros.
De regreso a Salta militó activamente en política ocupando una banca como diputado y en dos oportunidades como gobernador provisional. La primera por renuncia del general Rudecindo Alvarado y, posteriormente, en 1860, en su carácter de presidente de la Legislatura asumió transitoriamente el mando y en 1862 fue gobernador titular.
En esta ocasión debió afrontar el conflicto originado por Tucumán convocando al patriotismo de los salteños permitiéndole así que en el lapso de ocho días llegara a reclutar a cuatro mil hombres, incluyendo a ochocientos infantes.
El Cristo gobernador
Según una carta que le escribió a Antonio Zinni le cuenta que al no encontrar en Salta a quien debía asumir el mando se reunió con el gobernador eclesiástico, monseñor Buenaventura Rizo Patrón, para solemnizar la marcha con el oficio de una santa misa con exposición de las sagradas imágenes del Señor y de la Virgen del Milagro.
Al oficio concurrió Todd con sus soldados y, al concluir éste se aproximó al altar, elevó su bastón de mando para colocarlo a los pies del Cristo Crucificado, lo delegó en sus funciones mientras dure su ausencia como gobernador de la provincia, y responsabilizándolo de lo que en ella ocurriera.
¿Qué podía ocurrir de anormal ante un pueblo sumamente creyente y respetuoso, y la devoción ante la sagrada imagen que estaba excesivamente arraigada y verdadera?
Concluida la ceremonia el gobernador José María Todd se dirigió a la muchedumbre que se había congregado al frente de la antigua Iglesia Matriz expresándole lo siguiente:
“Señores, en estos momentos solemnes, no es la insignia “del poder, sino su acción lo que se necesita. Este bastón “(de mando) que me es útil en la campaña, yo lo deposito a “los pies del eterno protector de Salta”.
Con pasos firme y ante la mirada de la concurrencia mostró el bastón en las andas de la imagen venerada. Todos aplaudieron frenéticamente, pero los adversarios políticos, con el fin de burlarse de esta acción, “inventaron –al decir Todd- de que yo había delegado el mando en el Señor del Milagro”.
Durante la ausencia del Cnl D José María Todd nadie se atrevió a inquietar el episodio y que, cuando retornó de su triunfante cruzada, el bastón que significaba poder estaba donde él le había encomendado.
Su esposa, Doña Manuela González de Todd, supo decir que mientras su esposo estuvo ausente “Salta vivió en aquel tiempo, días de orden y quietud tal, que en las comisarías no hubo ni siquiera ebrios” .
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