lunes, 5 de diciembre de 2011

IGLESIA BASÍLICA CATEDRAL DE MERCEDES - 25 años de la Ordenación Sacerdotal. Mons Mario Rodolfo Bonabotta Mario Rodolfo Bonabotta. Capellán Mayor del Ejército Argentino.


25 años de la Ordenación Sacerdotal.

A Uds, mi antigua comunidad parroquial, que en otro tiempo han sido tan pacientes conmigo y ahora me invitan a dar gracias por 25 años de sacerdocio con los que Dios nos bendijo, les pido que en este 25º aniversario de mi ordenación sacerdotal recen conmigo el salmo 115, es el que mejor expresa los sentimientos de mi corazón.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo;
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén

Este salmo es un Himno litúrgico cantado al ofrecer alabanzas y sacrificios en el templo. La tradición cristiana ha leído, orado e interpretado el texto en diversos contextos. Cuando la Iglesia alcanzó la paz, este salmo se transformó cada vez más en texto eucarístico, por la referencia al «Cáliz de la Salvación». Ahora, muestra que la mejor acción de gracias es la celebración del Sacrificio Eucarístico, como Cáliz de la Nueva Alianza en la sangre de Jesús».

En este camino del adviento en el que estamos llamados a renovar la esperanza, y al cumplir los 25 años de sacerdote, quiero dar testimonio del amor que Dios tiene por su pueblo y por cada uno de nosotros, para que sirva de estímulo a creer y amar al Señor :

Hoy, entre Uds. y por todos, elevo el Cáliz de Salvación. Porque “habiéndonos aceptado como sus siervos, hijos de su esclava”, como dice el salmista, es decir: llamado por el bautismo a ser “de los de su casa”, “hijos en el Hijo” como sabemos por nuestra fe en Dios hecho carne; me ha sumado al número de los que elevan el Cáliz de la Salvación; de los que ofrecen la Acción de Gracias porque El obra la salvación de su pueblo. Me ha llamado a pertenecer al número de los elegidos para distribuir sus misterios, para alimentar a sus fieles, para que ellos tengan vida y en abundancia.

No es la humanidad del sacerdote la que salva, sino Jesucristo que habiéndolo incorporado a sí y asociado a su ministerio, le toma como instrumento de salvación para sus hermanos y para gloria suya. El sacerdocio no es un adorno para quien ha sido consagrado, es un inestimable don de Dios para el que expropia un hombre en favor de sus fieles y para la humanidad entera, pues todos los hombres están llamados a la salvación, a la santidad y a poseer desde ya, el adelanto de los dones que esperamos.

El sacerdote, hecho uno con Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, en su Persona y asociado a su ministerio, ofrece cada día el pan de vida eterna y el cáliz de salvación que se derrama por muchos. ¡Quien podría realizar un portento mayor ? ¡Quién, por mucha fe y virtudes que tuviera, sino fuera por el Espíritu Santo que lo consagró el día de su ordenación sacerdotal podría arrogarse esta dignidad?

Por ello, el sacerdote está, ante todo y sobre todo, para la Eucaristía, de la cuál vive la Iglesia (ECCLESIA DE EUCHARISTIA); El sacerdote que ha respondido libremente al llamado del Señor a seguirle, que se ha comprometido y consagrado, no oye en ese llamado un reconocimiento de sus virtudes, sino un prodigio del amor de Dios a su pueblo y a cuyo servicio ha sido puesto. El es de la Iglesia, no se pertenece, sino que es de Cristo para siempre, para la gloria de Dios y en favor de sus hermanos. “Un hombre tomado por Dios entre los hombres y puesto al servicio de ellos en lo que hace a la fe”, dice la Carta a los Hebreos.

Por la invitación de esta querida comunidad de Catedral, en la que ofrecí las primicias de mi sacerdocio, en la que aprendí a ser sacerdote cuando llegué con 29 años de edad y tres meses de ordenado, alzo otra vez el Cáliz de Salvación en presencia de su Pueblo.

En medio de mis limitaciones, he tratado de servir los 6 años que la Providencia me puso en esta Catedral como Vicario y luego diez como párroco. ¡Fueron tantos los trabajos compartidos con Uds., los lugares frecuentados, los amigos cosechados, los desafíos, los proyectos, los momentos de dificultad que nos sorprendieron!, pero nunca solo. Siempre estaba el Señor, siempre la madre, siempre alguno de Uds. y al que jamás olvidaré.

Sólo intenté servirles. Como supe. Como pude con la gracia de Dios. A cambio recogí el cariño de muchos y una fe y vocación que se fueron acendrando día a día, aún cuando muchas veces no pude disimular mis limitaciones. Dios no se deja ganar en generosidad y ya recibí el ciento por uno prometido. Los momentos ingratos se olvidan. Creo y espero la vida eterna.

En tanto, ¡como agradecer a Dios por tanto bien!. Tantas personas queridas, tantos amigos, tantos conocidos, tantos lugares… Mis primeros días en esta casa, allá en 1987, nadie me era conocido pero las puertas de algunos hogares se abrieron rápidamente para el “padre nuevo”. Luego, el encargo de atender la capilla Santa Teresita en Villa Ruiz, los años de Instituto Unzué y los de Capellán de la Unidad Penitenciaria 5, las clases, primero en la Escuela Normal, luego en Nacional, en el Instituto de Perfeccionamiento Docente Nº 7, el Colegio Misericordia y más adelante en la Universidad del Salvador. Un corto y muy intenso tiempo como Administrador de la Parroquia San Luis Gonzaga de Jáuregui y cantidad de amigos cosechados allí. Luego, los años, como capellán primero y después como representante legal y profesor en la Escuela e Instituto P. Ansaldo. El Regimiento 6 de Infantería hasta que fue trasladado a La Pampa, la construcción de las capillas, Cristo Rey, María Auxiliadora en el Barrio San Martín y la querida Capilla Sagrado Corazón. Caritas Catedral, que iniciamos con el P Saverio en un cuartito de la parroquia y continuamos en la Casita de la Virgen en la calle 20. Después, con la ayuda de más amigos de otras ciudades de la diócesis, Caritas Diocesana.

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