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Más conocida como "Amalita", María Amalia Sara Lacroze Reyes Oribe de Fortabat Pourtale murió esta madrugada en la ciudad de Buenos Aires. Aunque su protagonismo estuvo marcado por su rol como empresaria, dedicó buena parte de sus 90 años al arte. Mantuvo una vida intensa. Durante décadas fue una de las mujeres más poderosas de la Argentina y ocupó un lugar privilegiado en los medios de comunicación como personalidad destacada. Sus relaciones políticas, sus matrimonios y algunas excéntricas decisiones también despertaron la atención pública. Su rol filantrópico también cobró protagonismo en las últimas décadas de su vida.
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Amalia Fortabat fue la primera de tres hermanos nacidos del matrimonio entre el médico Alberto Daniel Lacroze Gowland (1895-1972) y Amalia Reyes Oribe (1892-1980). Fue nieta de Federico Lacroze, quien estableció la primera línea de tranvías a fines del siglo XIX. Nació en Buenos Aires el 15 de agosto de 1921, pero apenas cumplió un año su familia se trasladó a París. Su primer idioma fue el francés; luego vendría el inglés y por último el castellano.
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Se casó en septiembre de 1942 con el abogado Hernán de Lafuente Sáenz Valiente, antes de concebir a su única hija: María Inés. Algunos años después se enamoró de Alfredo Fortabat, un hombre 27 años más grande que ella. El romance entre ambos comenzó pese a sus respectivas relaciones maritales. Su separación fue uno de los escándalos más importantes de la época: en ese entonces no estaba permitido el divorcio. Finalmente se casó en segundas nupcias en 1947, en Uruguay.
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Luego de la muerte de su marido, en 1976, Amalia Fortabat debió hacerse cargo de un verdadero imperio económico. Bajo su mando, el grupo registró el mayor crecimiento económico. Mantuvo buenas relaciones con el Estado, tanto con el gobierno militar, como con el menemismo y los radicales. Buena parte de su facturación estuvo ligada a obras públicas.
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Luego del acelerado crecimiento económico, Fortabat fue destacada por la revista Forbes como la mujer más rica de la Argentina, con un patrimonio estimado que superaba ampliamente los US$ 1500 millones. Mientras tanto, su reconocimiento social aumentaba con el mismo ritmo que su exposición mediática. Las portadas de las revistas más importantes comparaban su fama y su poder con el de algunos personajes televisivos como Mirtha Legrand.
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En los 70 creó la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat, una institución que donó millones de dólares a organizaciones de caridad en todo el país. Brindó subsidios a hogares infantiles, escuelas, centros culturales, fundaciones de carácter benéfico y damnificados por inundaciones. Además, la entidad realiza aportes económicos a comedores de las zonas más carenciadas del conurbano bonaerense. En 1988, la labor de la fundación fue premiada con el Konex de Brillante.
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Con el gobierno menemista mantuvo estrechos vínculos: el ex presidente Carlos Menem la nombró "embajadora itinerante y plenipotenciaria".
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Su gusto por el arte se materializó por esos años. En 1992 fue designada presidenta del Fondo Nacional de las Bellas Artes. Desde ese lugar se vio envuelta en una polémica con el escritor Federico Andahazi. La institución le entregó un premio por el libro El Anatomista, pero a Fortabat no le agradó que un trabajo sobre sexo haya sido premiado.
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Por esos años, su fortuna seguía vigente: otra vez, la revista Forbes la citó como la tercera persona más rica de la Argentina, con una fortuna de US$ 1600, precedida por Gregorio Pérez Companc y Roberto Rocca.
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Ese mismo año marcó otro récord: luego de leer un artículo sobre una niña albanesa que había perdido un brazo en una mina, realizó la mayor donación privada de la historia del Programa Mundial de Alimentación de la ONU con US$ 500.000 para los refugiados y para financiar la operación de la joven.
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En 2000, delegó la mayor parte de las funciones de sus empresas a Alejandro Bengolea, su nieto. Las deudas millonarias y problemas financieros se hicieron habituales en los últimos años, motivo por el cual tuvo que subastar cuadros por sumas millonarias. Finalmente, a sus 84 años vendió la cementera Loma Negra, empresa ícono en la Argentina, al grupo brasileño Camargo Correa.
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Desde mediados de la década pasada orientó su actividad a la filantropía y el arte. A partir de entonces se dedicó a reflotar su colección de arte, con la apertura de su propia galería: el Museo Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, en Puerto Madero.
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Su relación con los Kirchner fue distante. El ex presidente fue el encargado de revocar su condición de "embajadora plenipotenciaria" que le había otorgado Menem. Además, en 2009, la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal ordenó investigarla por supuesta evasión del IVA por sus honorarios percibidos como presidenta de Loma Negra en 1999, con un reclamo que ascendía a $ 6,8 millones.
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En agosto de 2008, debió ser internada debido a un problema respiratorio en el Instituto Fleni de Belgrano. Dos años después, debió ser ingresada de nuevo por nuevas molestias. En el último tiempo sólo en ocasiones excepcionales tenía apariciones públicas.
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