Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Mateo 5:3.
El que no reciba el reino de Dios como un niño,
no entrará en él.
Marcos 10:15.
Bienaventurados los Pobres en Espíritu
¿Cuál es el sentido de este pasaje del evangelio? A veces se oye decir, en un tono algo irónico, que los humildes (o pobres) en espíritu son personas con poca inteligencia, y que como son inconscientes de los peligros y de las dificultades, viven más tranquilos y felices. A veces incluso se dice que es necesario ser muy ignorante para tener fe, y que a menudo quienes la tienen son los pobres de espíritu.
Sin embargo, el versículo de Mateo 5 citado en el encabezamiento no quiere decir eso. Los pobres en espíritu pueden ser personas muy inteligentes, pero son conscientes de la pobreza de sus conocimientos, así que ni se les ocurre discutir con Dios. Reconocen cuáles son sus limitaciones, por ello no se fían de sus capacidades para comprender la verdad. Ante la profundidad de lo que Dios revela en la Biblia, simplemente aceptan lo que él les dice.
En el segundo versículo de hoy Jesús expuso un pensamiento muy similar: la única forma para acercarse a Dios es hacer como un niño pequeño, que sin razonar cree lo que sus padres le dicen, sencillamente porque no tiene la capacidad para comprenderlo todo, y sobre todo porque tiene confianza en ellos.
Sepamos ser esos pobres en espíritu, sin ilusión ni pretensión. Anhelemos asir por la fe lo que Dios desea revelarnos: el acceso al “reino de los cielos”, ese ámbito espiritual en el que Jesús es el Salvador y Señor.
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