sábado, 21 de abril de 2012

La Orden Militar de Caballería Ligera del Papa de San Ignacio de Loyola y Don Quijote de la Mancha

Orden Militar de Caballería Ligera del Papa
“San Ignacio de Loyola”
College Of Pontifical Honorees
.

En abril de 2002, el investigador Federico Ortés publicó un voluminoso texto (689 páginas), titulado El triunfo de Don Quijote. Cervantes y la Compañía de Jesús: un mensaje cifrado. En él se unía a las tesis de asociación entre Don Quijote y San Ignacio de Loyola (1491-1556) defendida, entre muchos otos, por Mayans, Cejador, Cautelar y Ripio, Bowle, Voltaire, Villegas, Miguel de Unamuno, Marco Corradini y muchos jesuitas.

En la Vida del P. Ignacio de Loyola, escrita por el jesuita Pedro Ribadeneyra, publicada en 1583, se nos cuenta que el joven Ignacio, aficionado a los libros de caballerías, fue herido en una batalla contra los franceses, sustituyó sus lecturas por las de las vidas de santos, y le influyeron tanto que renunció a su herencia, cambió de nombre, veló armas en el monasterio de Montserrat y se hizo caballero de Cristo para vagar por el mundo y ayudar a los necesitados. Hizo tres salidas de casa. La coincidencia con el hidalgo manchego es, cuando menos, curiosa. Por si esto fuera poco, hay un texto anterior, Autobiografía o Relato del peregrino, dictado por Loyola a un compañero (el P. Luis Gonçalves) en 1555, que fue secuestrado por la Compañía de Jesús y desaparecido desde 1565 a la segunda mitad del siglo XX: Según Ortés, “la clave de este misterio parece estar en el acuerdo secreto suscrito entre jesuitas y dominicos para que, tras la muerte de Loyola, la Compañía renunciara a sus aspectos más renovadores y se sumara al esfuerzo de la Inquisición. Sólo así cesaría la fuerte hostilidad que, especialmente en España, sufrían los jesuitas y se allanarían los obstáculos para la beatificación y canonización de Loyola”. Ignacio fue convertido en Santo en 1622 y durante las fiestas de beatificación de 1610 se representó en Salamanca “una máscara” llamada el triunfo de Don Quijote.

Federico Ortés ha encontrado en los primeros 14 Capítulos del El Quijote (157 páginas en a edición del Instituto Cervantes) nada menos que 550 coincidencias formales (mismas palabras, mismos giros) con la Vida y en el Relato, que detalla exhaustivamente. La coincidencia no es sólo literal, sino de estilo: El Relato (70 páginas, 8 Capítulos) es sencillo y directo; La Vida (más de 500 páginas) es plúmbea y reiterativa. Ortés escribe: “Frente a la sobriedad del Relato choca, desde el principio, su tono acaramelado (el de la Vida) y humildemente pretencioso, y sus falsos propósitos, pues desde la dedicatoria se promete que el libro será verdadero, breve y de peso. Tres promesas radicalmente incumplidas, tal como demuestra su prolijidad y otros detalles de literato engolado cuya retórica suena siempre vanidosa”. ¿Qué hace Cervantes? Emplea ambos textos. “Don Quijote, en su monomanía hace de la hipérbole y la acumulación de vocablos su modo de expresión normal, y especialmente si habla con supuestos enemigos y contarios, también hace lo propio con la repetición de los vocablos” (Helmut Hatzfeld). Pero lo más sorprendente son las coincidencias de contenido:

-Capítulo 1 de El Quijote: Del hidalgo (como en el Relato, de San Ignacio) no se conoce su pasado (“hasta los 26 años de edad fue hombre dado a las vanidades del mundo”). Loyola es hidalgo, con derecho a Don. Don Quijote es fiel cumplidor de los preceptos eclesiásticos, muy devoto. A Ambos les encantan los libros de caballerías. Loyola, tras ser herido, regresa a casa, donde le esperan su cuñada, cuarentona, y sus hijas (ama y sobrina). El Relato cumplía 50 años (la edad del hidalgo) cuando se publica El Quijote. El hidalgo se llama Quijana o Quesada, finalmente Quijana (Enero o Iñigo, finalmente Ignacio). Ambos se pasaban el día leyendo. De la excesiva lectura, Loyola termina queriendo imitar a San Francisco y Santo Domingo (El Quijote, al Cid y a Montalbán). Ambos coinciden en los altos ideales del humanismo cristiano y desean buscar aventuras. Los “quijotes” son las piezas que cubren los muslos, responsables de la herida sufrida por Loyola en Pamplona, esencial en su metamorfosis. La señora de sus pensamientos, Dulcinea del Tobos, ofrece un paralelismo con el amor idealizado de Loyola (Catalina de Austria, hermana de Carlos V). Ambos hacen voto de castidad, Y finalmente las pistas anagramáticas: el guía (Rocinante-Gonçalves: 9 letras), el héroe (Quijote-Ignacio: 7 letras), la localidad (Mancha-Loyola: 6 letras), la musa (Dulcinea del Toboso-Catalina de Austria: 17 letras)

-Capítulo 2 de El Quijote: Sale de casa, para “poner en efeto su pensamiento”. Ambos ocultan “sus propósitos e intentos”. Se “arman” (San Ignacio, con los sacramentos) y se dirigen a su destino: el de Loyola es el monasterio de Montserrat. Ambos van hablado consigo mismo. De noche llega el hidalgo a la venta, trasunto del monasterio. Loyola busca un confesor, don Quijote “al alcalde de la fortaleza”.

-Capítulo 3 de El Quijote: don Quijote llama al ventero, se hinca de rodillas (la confesión de Loyola) y vela armas. El ventero aconseja al hidalgo que tome escudero; Loyola, que tenga compañeros. San Ignacio después padece tentaciones y escrúpulos en los alrededores de Manresa; Don Quijote, en la venta.

-Capítulo 4 de El Quijote: Ambos salen “al alba” en camino. Don Quijote imita a los caballeros andantes y comete el error de Andrés y su amo. Loyola, a San Francisco. Ambos dejan a la cabalgadura la elección de camino y de porvenir. El hidalgo se pelea con los mercaderes toledanos, Loyola con un moro al que pretende acuchillar por negarse a aceptar el dogma de la Inmaculada Concepción.

-Capítulo 5 de El Quijote: El hidalgo, molido, vuelve a casa y le hacen “mil preguntas”, como las que le hará la Inquisición a Loyola tras su primera detención en Alcalá. Cervantes se salta los Capítulos III, IV y V del Relato (la peregrinación de Loyola a Jerusalén) para que los ocho Capítulos del Relato coincidan con los ocho primeros Capítulos de El Quijote.

-Capítulo 6 de El Quijote: En casa del hidalgo, cuatro censores (ama, sobrina, cura y barbero) queman la biblioteca de Don Quijote. En Alcalá, cuatro censores juzgan a Loyola. Los libros mencionados (El Tirante, el Amadís) tiene gran carga simbólica en San Ignacio.



GENERAL ORDEN DE CABALLERÍA LIGERA DEL PAPA DE
SAN IGNACIO DE LOYOLA
S.E. Prof Dr Don. Carlos Gustavo Lavado Ruíz y Roqué Lascano PhD

 
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