El pasado martes 7 de agosto nos reunimos en la [familiaignaciana] en Cordoba nos encontramos Adrián Iribarren, José María Mattaldi, Marcos Alemán y Walter Obregón; párrocos de Salta, Mendoza, Santiago del Estero y Córdoba respectivamente. Con el deseo de ‘ensayar caminos nuevos, aventurarnos mar adentro, encontrar odres nuevos que den cauce a este novedad y gracia que nos viene con la creación de la nueva Provincia. (PCP, pag 9)
Después de un momento de oración comunitaria, compartimos nuestra realidad parroquial a partir de 3 preguntas: ¿Lo qué somos? ¿Lo que tenemos?, ¿lo qué podemos construir?
Siendo conscientes que el camino que esta misión nos presenta es superior a nuestras fuerzas y de ahí surgió la idea de reunirnos para compartir nuestras hambres y nuestros panes.
Veíamos que nos preocupa más no porque vienen a la parroquia, que espontáneamente se acercan por algún sacramento, por una bendición, por el aniversario del fallecimiento de un ser querido. Son muchos, son pocos, podrían acercarse más, son muchas las cuestiones que no quedan pendientes; pero preferimos fijarnos más en el estar atento que los que se acerquen SE QUEDEN en la COMUNIDAD PARROQUIAS. Para que se queden tenemos que tener bien claro qué PROYECTO COMUNITARIO estamos ofreciendo. Tenemos claro que podemos celebrar muchos bautismos, muchas primeras comuniones, muchas confirmaciones, etc. Pero toda esta valiosa vida sacramental no se sostiene si no hay una VIDA COMUNITARIA detrás.
Queremos crecer en el ‘vivir ignaciano’ de nuestras comunidades.
La espiritualidad que vivimos es la que transmitimos en nuestra pastoral y en la metodología que apliquemos.
Aprovechando que comienza el Año de la fe, nos propusimos poner el acento en la primera de las características de la Parroquia Jesuita en la América Latina de hoy, dado por la CEPAL:
La parroquia, comunidad de comunidades de fe en Jesucristo y su Reino.
Citamos algunos párrafos como para hacernos una idea de lo cómo entiende la CEPAL esta característica de la parroquia jesuita:
“Ante un mundo roto y deseoso de unidad es necesario proclamar con gozo y fe firme que Dios es comunión….” (n. 22)
“es voluntad de Dios el salvar y santificar a los hombres, no aisladamente sino constituyendo un Pueblo…” (n. 23)
“En el hoy, nuestras parroquias deben priorizar y distinguirse por su espiritualidad y la vida comunitaria y así ayudar al proceso de unir, por el Espíritu, a toda persona con Dios y su Pueblo” (n. 25)
“Promueva que somos pacientes pastorales, es decir, personas y comunidades necesitadas de evangelización y conversión permanente. Edifique a la parroquia como manantial y escuela de oración, donde se formen cristianos contemplativos en la acción. Eduque en el discernimiento de la Voluntad de Dios en las situaciones concretas, en el espíritu y tensión del ‘magis’. Contribuir a que las personas que trabajan con nosotros tengan una actitud de búsqueda de la voluntad de Dios y no se conformen con una ‘hacer cosas’. (n. 26)
La idea es bajarlo a nuestras comunidades y compartir lo mismo que vamos haciendo.
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