En su libro El gran bastión de la Patria, el Ing. Guillermo Solá hace referencia al ascenso de Güemes, dado por José de San Martín en 1820; a las gestiones de Güemes ante el gobierno de Tucumán para obtener el apoyo necesario para marchar hacia el Alto Perú y al enfrentamiento que Güemes mantenía con
Bernabé Aráoz. Al respecto, Solá expresa:
Algunos
autores cuestionan las facultades
que tenía San
Martín para ascender a Güemes,
de coronel mayor a general
y para efectuar tamaña designación. Sin embargo, esos mismos
autores
concuerdan
en la legitimación del cargo del propio San
Martín, ratificada en Rancagua el 2 de
abril
de 1820: por más que hubiese
dejado de existir el gobierno y el
estado que
lo había designado,
no había cesado por
ello su
mando
porque “su origen, que es la
salud
del pueblo, es inmutable.” Así quedó asentado en el
Acta de Rancagua. Y así se
interpretó y continúa
haciéndolo: cuando
un mandato
conceptúa
una suprema
lex
(ley suprema), ese mandato no
termina aun
cuando
ya no exista el mandante. Ergo San Martín,
por las prerrogativas que
le confería el cargo, podía hacer los nombramientos que
juzgase necesarios
y convenientes, con total
validez y legitimación.
Pero además Güemes tuvo la precaución –que
no debieran ignorar los historiadores-
de solicitar
de todas
las provincias el reconocimiento
oficial al grado y
al cargo promovido por San
Martín desde Chile.
Todas, a excepción
de la proclamada “República
del Tucumán”
de Bernabé
Aráoz, manifestaron
su aprobación, de manera que
casi podría afirmarse que
nunca hubo un ascenso
militar durante
la Guerra
de la Independencia con más
avales
directos que
los
que tuvo el
General Martín Miguel de Güemes.
En
la misma fecha en que San Martín
designaba a Güemes
a cargo del Ejército de Observación, haciéndose además responsable pagador de los créditos
que tomara Güemes
con tal objeto, también el Director Supremo
de Chile, don
Bernardo de O´Higgins en oficio
separado, entre otros temas,
redoblaba la garantía: “Sólo me falta agregar que
el gobierno
de Chile
sale garante
a V.
S. del modo más solemne de que serán religiosamente cumplidas cuantas promesas hubiere
hecho
o hiciere
a V.
S. el excelentísimo señor general don José de San Martín”. Este aval,
como así también la posterior
correspondencia mantenida entre el Director
de Chile y
Güemes, son más
que irrefutables pruebas del
plan combinado del general salteño
con el Libertador,
hasta con el
auspicio del propio Gobierno de Chile.
El Cabildo
de Salta, durante la segunda mitad de ese año 1820 dirigió
oficios, en demanda
de ayudas, a todas
las provincias y gobiernos, como
así
también a los habitantes de Salta, pueblo y campaña. El propio Güemes solicitaba los auxilios, primero por
cartas
y luego
por
emisarios
que enviaba a todos
los
destinos
a explicar
en forma personal y directa cuál era la situación
y qué era lo que se necesitaba. Don Lorenzo Villegas fue a Córdoba a entrevistar a
Bustos.
Gerónimo Puch a Catamarca, La Rioja
y Mendoza.
El coronel Uriondo fue
a Santa Fe
y Buenos
Aires.
Se trataba
nada
menos que
de ingresar al Alto Perú con un Ejército
de Observación grande
y fuerte, potente,
capaz de vencer a los
españoles y desalojarlos
del territorio, y operar coordinado con San Martín sobre
Lima para terminar
de una
sola vez con el dominio español.
En
Tucumán, Bernabé Aráoz
había decidido ser el
centro
de todas
las
trabas, negativas, mentiras y maquinaciones en contra de Güemes y de
la campaña al Alto
Perú.
Su inquina contra
el salteño no
era nueva. También había
sido
igual
con el
general Belgrano. Sus
actitudes
ladinas, originadas
en una medular envidia, lo empujaban
a ejecutar, arteramente, todo
lo contrario a lo que estaban empeñados los
libertadores. Por
eso
también
su inclinación
a favor del
enemigo.
En Tucumán
había quedado
todo
el parque que perteneciese al ex Ejército del Norte, una cierta cantidad importante de armas, municiones, artillería y otros enseres,
que
debieron haber sido
puestos de inmediato a disposición del Ejército
de Observación. Aráoz,
no sólo
se negó
a entregarlas a Güemes, sino que también trancó el paso, en
Santiago del Estero, de algunas ayudas enviadas
desde Buenos Aires, y de los auxilios que la misma provincia de
Santiago trataba de
hacer llegar. Ninguno
de estos auxilios
llegó
a Güemes. No
al menos
hasta su muerte.
El
gobernante que más colaboró,
justo es reconocer, y que además se interesó vivamente en la causa, apelando ante
otros gobiernos para
concientizarlos y
unirlos en el gran objetivo
común,
fue el cordobés Juan Bautista Bustos.
De los demás, no
obtuvo ningún resultado, pero
Córdoba ya había
mandado,
tiempo
atrás, un cuerpo de húsares y otro
de dragones,
unos quinientos
hombres en total, bien montados
y disciplinados,
al mando del
coronel
Alejandro Heredia.
La situación con Aráoz
se volvía
cada vez
más insostenible. En un extenso oficio
que envía
Güemes a San Martín, el 17 de
agosto, le expresa:
…Desde el momento que recibí el citado oficio de V.E. (excesivamente retardado en las estafetas del tránsito) me dediqué a la organización del Ejército de Observación, y proclamé mi provincia a tan importante objeto… el decidido empeño con que se me ofrecieron estos valerosos habitantes a marchar a una empresa calificada por los superiores conocimientos de V. E. No debo omitir que han puesto a mi disposición los cortos restos que les queda de resultas de la constante defensa del país. …Cuento con dos mil hombres de línea y gauchos escogidos, los más valientes, subordinados y honrados, fuera de las tropas y gauchos que mantengo en la Vanguardia, todos armados y la mayor parte municionados. A estos deben agregarse los escuadrones de caballería del coronel don Alejandro Heredia… Armamentos, vestuarios, algún dinero, municiones, y demás útiles de guerra, son los artículos de primera necesidad que faltan. V. E. sabe la gran distancia que media del puro estado de defensa al de ofensa… Créame V. E. que si estuvieran mis provincianos en aptitud lo hubiera yo facilitado todo… Por éstos y los innumerables motivos que intervienen me dirigí a la provincia del Tucumán… por medio de una comisión que despaché al efecto… ya por repetidos oficios… haciéndole ver que a nuestro estado actual… será consiguiente la total e inevitable ruina de ésta y de las demás provincias. Nada ha sido excelentísimo señor suficiente para persuadir a este fenómeno de la ambición, del egoísmo, y acaso de la perfidia. Falaz en sus promesas, tibio en sus resoluciones, criminal en su manejo; él se ha propuesto anular el proyecto minándolo en sus fundamentos… Apoderado en once de noviembre de 1819 por la revolución de ese día de cuantos útiles pertenecían al ejército en cuantiosas proporciones; quiere a la faz del mundo con el mayor descaro y avilantez ser el dispensador absoluto de ellos, él sin conocer ni remotamente el riesgo, ha sido un farsante de los gravísimos peligros que ha corrido mi provincia…
…Desde el momento que recibí el citado oficio de V.E. (excesivamente retardado en las estafetas del tránsito) me dediqué a la organización del Ejército de Observación, y proclamé mi provincia a tan importante objeto… el decidido empeño con que se me ofrecieron estos valerosos habitantes a marchar a una empresa calificada por los superiores conocimientos de V. E. No debo omitir que han puesto a mi disposición los cortos restos que les queda de resultas de la constante defensa del país. …Cuento con dos mil hombres de línea y gauchos escogidos, los más valientes, subordinados y honrados, fuera de las tropas y gauchos que mantengo en la Vanguardia, todos armados y la mayor parte municionados. A estos deben agregarse los escuadrones de caballería del coronel don Alejandro Heredia… Armamentos, vestuarios, algún dinero, municiones, y demás útiles de guerra, son los artículos de primera necesidad que faltan. V. E. sabe la gran distancia que media del puro estado de defensa al de ofensa… Créame V. E. que si estuvieran mis provincianos en aptitud lo hubiera yo facilitado todo… Por éstos y los innumerables motivos que intervienen me dirigí a la provincia del Tucumán… por medio de una comisión que despaché al efecto… ya por repetidos oficios… haciéndole ver que a nuestro estado actual… será consiguiente la total e inevitable ruina de ésta y de las demás provincias. Nada ha sido excelentísimo señor suficiente para persuadir a este fenómeno de la ambición, del egoísmo, y acaso de la perfidia. Falaz en sus promesas, tibio en sus resoluciones, criminal en su manejo; él se ha propuesto anular el proyecto minándolo en sus fundamentos… Apoderado en once de noviembre de 1819 por la revolución de ese día de cuantos útiles pertenecían al ejército en cuantiosas proporciones; quiere a la faz del mundo con el mayor descaro y avilantez ser el dispensador absoluto de ellos, él sin conocer ni remotamente el riesgo, ha sido un farsante de los gravísimos peligros que ha corrido mi provincia…
Y
a continuación Güemes
anuncia que ha decidido realizar esta última gestión
pacífica, aunque
previene que
si ésta
llegara
a fracasar:
A pesar del conocimiento que me asiste de una repulsa, mi natural inclinación a la unión animado por los inminentes peligros que nos rodean, me ha estimulado a tomar por última resolución el arbitrio pacífico de comisionar al canónigo don Pedro Ignacio Castro [Castro Barros] y al doctor don Facundo Zuviría, sujetos de acreditadas luces… No es de esperar que este paso surta mejor efecto que los anteriores… En este estado defraudaría a los superiores encargos de V. E., a las esperanzas de las Provincias Unidas y a mis primeros deberes, si me manifestara indiferente a las medidas que sugieren la razón, la justicia y la política. Remover los obstáculos de tan alta empresa, proporcionar todos los recursos para realizarla, son los dos objetos que en este momento consagro a la Patria; toda será obra de los días que impenda en mis marchas a esa ciudad, y los precisos de mi regreso. Un golpe de mano dura y pronto me tendrá expedito… este mismo [golpe] cortará un ramo robusto del árbol de la fatal disidencia que con gravísimos fundamentos se cree alimentado en los terrenos de Tucumán por las comunicaciones de Carrera y Alvear. Dios guarde… Martín Güemes.
A pesar del conocimiento que me asiste de una repulsa, mi natural inclinación a la unión animado por los inminentes peligros que nos rodean, me ha estimulado a tomar por última resolución el arbitrio pacífico de comisionar al canónigo don Pedro Ignacio Castro [Castro Barros] y al doctor don Facundo Zuviría, sujetos de acreditadas luces… No es de esperar que este paso surta mejor efecto que los anteriores… En este estado defraudaría a los superiores encargos de V. E., a las esperanzas de las Provincias Unidas y a mis primeros deberes, si me manifestara indiferente a las medidas que sugieren la razón, la justicia y la política. Remover los obstáculos de tan alta empresa, proporcionar todos los recursos para realizarla, son los dos objetos que en este momento consagro a la Patria; toda será obra de los días que impenda en mis marchas a esa ciudad, y los precisos de mi regreso. Un golpe de mano dura y pronto me tendrá expedito… este mismo [golpe] cortará un ramo robusto del árbol de la fatal disidencia que con gravísimos fundamentos se cree alimentado en los terrenos de Tucumán por las comunicaciones de Carrera y Alvear. Dios guarde… Martín Güemes.
Luego de esta
exposición, Solá expresa que muchos historiadores y autores han descalificado a Güemes por su enfrentamiento con
Aráoz –no con
Tucumán o el pueblo tucumano- por desconocer documentos como el transcripto.
Sea el texto una recordación de la unión de ideales de San Martín y Güemes, en un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad del general correntino.
Lazos entre Don Carlos Gustavo Lavado Roqué, y el General Don "Martín Miguel de Güemes". i. ISAAC3 ROQUÉ GÜEMES, b. 1846, Córdoba, Córdoba, Argentina; d. 29 de marzo 1920, Córdoba, Córdoba, Argentina. 10. ii. ENRIQUETA ROQUÉ GÜEMES, b. 1847, Córdoba, Córdoba, Argentina. iii. CONSTANCIA ROQUÉ GÜEMES, b. 10 1849, Córdoba, Córdoba, Argentina; m. PABLO C BELISLE, 09 Jun 1892, Córdoba, Córdoba,
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