priorato general de argentina
virgen del lujan
El historiador y escritor Carlos
María Martínez resaltó en Gualeguaychú las
condiciones de militar y político de Justo José de Urquiza, a 160 años de su jura como primer presidente constitucional de la
Argentina.
Marcelo Lorenzo
La historia oficial parece haber resuelto pasar por alto que la
Organización Nacional es obra de un entrerriano. Y esto acaso se deba a que
Justo José de Urquiza asumió como primer presidente constitucional del país, en
1854, sin la anuencia de Buenos Aires.
El caudillo entrerriano había desafiado antes el poder omnímodo
del gobernador bonaerense, Juan Manual de Rosas, a quien acusaba de gobernar
unitariamente el país (monopolizando la renta de la aduana porteña) y de
retrasar la sanción de una Constitución Nacional.
Tras el triunfo de Caseros (3 de febrero 1852), se llevó a cabo el
Acuerdo de San Nicolás (Santa Fe), donde representantes de treces provincias
argentinas firmaron un pacto preconstitucional expresando la voluntad de
construir un país federal.
Pero Buenos Aires no mandó representantes a ese cónclave, rompiendo
lanzas con la Confederación Argentina, y haciendo caso omiso a la
consigna urquicista de “ni vencedores ni
vencidos”.
Sin la participación bonaerense, y con el propósito de sentar las bases
de la organización nacional de Argentina, en Santa Fe un congreso constituyente
sancionó la Constitución en 1853.
De esta manera Urquiza, en representación de Entre Ríos, se transformó
en el verdadero padre de la Organización Nacional bajo el sistema democrático,
republicano y federal.
Luego de sancionada la Constitución, el congreso constituyente, a través
de un escrutinio, proclamó primer presidente constitucional a Justo José de
Urquiza, y a Salvador María del Carril, como vicepresidente.
Estos últimos, luego del juramento de rigor, tomaron posesión del cargo
el 5 de marzo de 1854. Pero en el acto tampoco estuvo presente Buenos Aires,
provincia que quedará desgajada del resto del país, y se enfrentará en lo
sucesivo a la Confederación Argentina, que llegará a tener su capital en
Paraná.
Al cumplirse 160 años de la asunción presidencial del vencedor de
Caseros, el titular del Instituto Urquiza de Estudios Históricos, Carlos María
Martínez, dio una charla en el Club Social Recreo de Gualeguaychú, el 10 de
octubre pasado.
Franqueado por el miembro de la entidad local, Germán Duboscq, el
disertante destacó los perfiles militar y político del caudillo entrerriano,
ante un nutrido público reunido para la ocasión.
Martínez, que es miembro de la Academia Nacional de Historia y
presidente del Instituto Histórico ‘Brigadier General Tomás de Iriarte’, tiene
varios trabajos historiográficos sobre la participación entrerriana en
los eventos políticos y militares del Siglo XIX.
Ha escrito, por ejemplo: “Urquiza en el Uruguay -Los orientales en
Caseros-”; “Juan Francisco Seguí en el Congreso Constituyente de 1853”; “Los
lomonegros. El sisma del Partido Federal. 1832-1833”.
Militar y político
Martínez sostuvo que Urquiza demostró en varias batallas su condición de
avezado militar, liderando la imbatible caballería entrerriana. Pero sus
mayores virtudes bélicas las hizo visibles en su victoria sobre Rosas, en los
campos de Caseros.
Luego de desactivar el frente oriental -al levantar el sitio que Manuel
Oribe imponía a Montevideo- lideró el Ejercito Grande, con 28.000 hombres entre
soldados y maestranzas (la mayoría argentinos, pero también miles de uruguayos
y brasileños), y más de 50.000 caballos.
Tras reunir y adiestrar sus fuerzas en Gualeguaychú, el Ejército Grande
se concentró en Diamante, puerto de Punta Gorda. Desde allí, las tropas fueron
cruzando el Paraná el 23 de diciembre de 1852.
“Hombres y animales a nado cruzan un río de una milla de ancho y una
profundidad que permitía el paso de vapores y buques de gran calado. A partir
de allí, al llegar hasta cerca de Santos Lugares, y después de
varias escaramuzas llega la vanguardia de Urquiza hasta cerca de los campos de
Caseros”, relató el disertante.
Y agregó: “Históricamente no
existe en nuestro país, y creemos que en América, la presencia de 16 divisiones
de caballería en el campo de batalla con un total de 14.000 hombres. Hace un
tiempo les di una charla a los alumnos cadetes de cuarto año del Colegio
Militar de la Nación sobre la Batalla de Caseros. Les dije entonces que
cerraran los ojos por un momento y pensaran en esos 14.000 hombres a caballo
ingresando en los campos de Caseros. Y lo impresionante que significaban esas
16 divisiones”.
Según Martínez, los éxitos militares de Urquiza no se entienden sin la
caballería entrerriana. Esta última “por su excelente
organización, por el cuidado de sus caballos, por el valor y la resistencia de
las tropas con la rapidez de sus marchas y maniobras con la
impetuosidad incontenible y sus ataques a sable y a lanza, han pasado a la
historia siendo la clave del éxito militar del general Urquiza”.
Además, “la fe
ciega en el líder siempre al frente de sus hombres, querido y respetado
hasta el temor, crea una mística que desbordaba el simple cumplimiento de una
orden militar para convertirse en un mandato supremo”.
Urquiza y Rosas concentraron en los campos de Santos Lugares casi 47.000
soldados. La batalla duró 6 horas y se desarrolló en la estancia de la familia
Caseros, situada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires.
Lo llamativo de este enfrentamiento es que habiendo chocado ejércitos
tan numerosos, las bajas fueron reducidas. “Caseros fue sin
dudas una de las batallas menos cruenta de nuestra guerra civil”, explicó Martínez
Según su opinión, esto se debió al hecho de que “estratégica y políticamente el encuentro militar estaba terminado antes
de llevarse a cabo. Ya estaba definido a favor de los aliados”.
“Rosas había llegado sin un plan concreto y no quiso escuchar las
sugerencias y consejos de sus mejores hombres como Martiniano Chilavert”, precisó Martínez para quien “la campaña, el
ejército y la Batalla de Caseros es el más considerable hecho de armas que
puede honrar un general”.
Según el disertante, Caseros no se ha valorizado militar ni
políticamente en nuestra historia.“Desconocer su trascendencia política es
difícil de aceptar”, indicó al explicar que tras esta batalla se sustituyó
un régimen autoritario “por un sistema
democrático regulado por el derecho y la vigencia de las leyes”.
Y explicó: “Urquiza llega a
Caseros no como suponían muchos hombres de Buenos Aires y la mayoría de
los exiliados para derrocar a Rosas y constituirse en un continuador de sus
políticas. Llega con un proyecto de país, que es la antítesis de lo que
sostenía Buenos Aires. Quería una Confederación de pueblos que de distintas
características conformaran una Nación en base a una Constitución”
Al hacer un balance de la actuación política de Urquiza, Martínez
señaló: “Como político
rescato fundamentalmente el renacimiento de la libertad y de los principios de
la Revolución Mayo, por los que su espada fue en Caseros la luz libertadora”.
Los otros méritos son “el acuerdo de San
Nicolás y el encolumnamiento por primera vez en la historia de los pueblos del
interior tras el objetivo de la convocatoria a una asamblea constituyente. La
Constitución de la que se le considera el padre, ya que bajo su inspiración fue
dictada. A su decisión política y al poder de su ejército se le debe esa obra
que será base de nuestra Organización Nacional. Esa es su gloria”.
Y agregó el historiador: “Durante su
gobierno se va a estructurar el andamiaje jurídico del país al constituirse el
primer Congreso Nacional que ha de sancionar más de 300 leyes trascendentales
en la vía de la organización jurídica. La libertad de navegación posibilitando
así el comercio entre todas las naciones. Su gobierno sentó las bases de una
Nación aún inexistente que salió del letargo para poner en marcha los proyectos
destinados a desarrollar su economía y restablecer los derechos
individuales. Se ha dicho que la gloria de los hombres representativos la
rubrica el sacrificio y la consagra la historia. Sin dudas Justo José de
Urquiza está en nuestra historia por mérito propio y para siempre”.
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