EL MONUMENTO A CRISTO REDENTOR
El Obispo de Cuyo Mons. Marcelino Benavente, dio a conocer su hermosa idea de erigir una estatua a Cristo Redentor en los Andes, por medio de su carta pastoral sobre la “Era Cristiana”, de fecha 1 de noviembre de 1900, cuyos párrafos relativos a dicha estatua dicen :
“La forma que hemos determinado para manifestar la fe y la gratitud, es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor. Pobre homenaje es cierto, pero de gran significado. Ese bronce hablará perpetuamente de nuestro reconocimiento a su soberanía, y recordará a las generaciones futuras, como al viajero que cruce los Andes , el gran Civilizador de los pueblos, el insigne Libertador de las naciones, el Salvador del mundo…”
“Este acto solemne que pensamos realizar, significa también una súplica perenne al Dios de la paz, pidiendo la unión y concordia entre todas las naciones del continente americano, máxime entre aquellas cuyas vinculaciones de origen y de fe, ligan más íntimamente nuestro afecto, y entre éstas, aquellas con quienes unida la Argentina, mezcló su sangre en los memorables días de la independencia nacional, unión que dio por resultado la libertad de medio continente, unión que de estrecharse más y más por la comunidad de sangre, de idioma, de religión y de intereses; que tienda su mirada misericordiosa y derrame sus bendiciones sobre la Iglesia y su Vicario, sobre todo el universo y el siglo que comienza” ------
----Habiendo sobrevenido la paz, el Obispo de Cuyo y los delegados chilenos de la paz, convinieron en que el monumento fuera costeado por las dos repúblicas y que se levantase en la línea divisoria de ambos países. Los gobiernos respectivos aceptaron la estatua como monumento de la paz internacional, acordando asistir a la inauguración del mismo.”---
---Al pie de la estatua se arregló un elegante altar. El arzobispo de Buenos Aires Mons. Mariano Antonio Espinosa rezó las preces litúrgicas de la bendición del monumento, después de descorrido el lienzo que lo cubría, por los ministros de Relaciones Exteriores de la Argentina y de Chile. De nuevo se oyeron dianas, las tropas presentaron las armas, la artillería hizo salvas y la concurrencia prorrumpió en prolongados aplausos. Celebró luego la Misa el arzobispo Mons. Espinosa; y una vez terminada, pronunciaron elocuentes discursos Mons. Ramón Jara, obispo de Ancud (Chile) y el Pbro,. Dr. Pablo Cabrera, (Argentina), cura de la parroquia del Pilar, en la ciudad de Córdoba.----
---El Exmo. Sr. Arzobispo dirigió a su Su Santidad el Papa Pío X el siguiente telegrama:
“Cumpliendo el programa de Vuestra Santidad en su primer Encíclica
“Instaurare Omnia in Christo”, acabamos de bendecir en la cumbre de la Cordillera de los Andes, la estatua colosal de Cristo Redentor, monumento internacional de paz entre Chile y la Argentina, con representación de Gobiernos, Obispos y concurrencia de ambos países. Bendíganos.”—
“ Fue contestado en la siguiente forma :
“Roma. Marzo 16 de 1904 – Deseando que inauguración estatua colosal Cristo Redentor sobre cumbre Cordillera Andes asegure paz entre Chile y Argentina. Su Santidad bendice autoridades, clero y fieles que han asistido al acto solemne. – Card. Merry del Val”—
Extraído de “Historia Eclesiástica de Cuyo” del Pbro. José Aníbal VERDAGUER .
(negritas y subrayados son míos) Lo resaltado en gris muestra a las claras que el monumento ya estaba destinado a la Paz y dónde ubicarlo, sin intervención de otras personas ajenas).
CRISTO REDENTOR- Aclaración de una falsa historia. Ángela Oliveira Cézar de Costa.
En el diario de Mendoza UNO del 12.3.2004 leemos: ..”los verdaderos protagonistas (en la instalación del Cristo) fueron un obispo, un escultor y una dama de sociedad con alma de pacifista”. ¡NO! Los protagonistas ¡SÍ! fueron el Obispo de Cuyo F. Marcolino Benavente y la feligresía de Mendoza y de otras provincias y el Escultor Mateo Alonso.
La dama de sociedad, aunque de confesión católica, se prestó para deslucir el cumplimiento de la Iglesia en cuanto a los deseos manifestados por el Papa León XIII. Mala feligresa, a pesar de las fotos que publicó rodeada de tules, con ojos mirando al cielo, queriendo trasmitir una imagen celestial que sus acciones desmintieron.
En la carta del Obispo Benavente a Mons. Pablo Cabrera (adjunta) que dice:”…que no escapará a su fino criterio, desde que la Estatua pasó a manos del Gobierno, tomando carácter oficial y llegando a ser monumento internacional: no tengo ingerencia en el asunto y he quedado a recibir lo que me den, el Gobierno dispone de todo.” Falsamente dice otro escritor: “...que la dama argentina, consiguió que el obispo Benavente CEDIERA el monumento para instalarlo en la cumbre de los Andes… (¡Cediera?!
Otra patraña. “Así saludó Mons. Jara ( Obispo de Ancud, Chile) a quién había sido la ideóloga!? E inspiradora ¡? de elevar el Cristo de los Andes : doña Ángela Oliveira Cézar.” Mons. Jara nunca le hizo un saludo tan especial.
En cuanto a la famosa medalla que también por ahí dicen “que se la entregó el Papa” no es así: la misma le fue enviada: leemos en el Movimiento de la Curia de la Revista Eclesiástica de Bs.As., Marzo 1º de 1904. “Se recibe una nota del Exmo. Sr. Internuncio Apostólico adjuntando una medalla de plata que S.S. Pío X acuerda a la Sra. Ángela Oliveira César de Costa” (Cómo será el “acomodo” que antes de la inauguración ya recibe su medalla, intrigas palaciegas digo yo.) Y el 2.3.1904:… “El Excmo. Sr. Arzobispo ha designado el día 5 del corriente a las 2 p.m. para hacerle entrega de ella, en este Palacio Arzobispal.”… Manuel Elzaurdía, Canónigo secretario.
Con esto confirmamos que los “manejos” ya habían comenzado mucho antes del 13.3.1904, que dio como resultado la “leyenda” de la dama de sociedad. (observo que si cambio o por u queda tal cual…)
Repitamos lo ya expuesto, pero conviene para fijarlo bien en la memoria honesta de la gente.
El Monumento a Cristo Redentor en la Cordillera de los Andes.
El Obispo de Cuyo Mons. Marcolino del Carmelo Benavente, dio a conocer su hermosa idea de erigir una estatua a Cristo Redentor en Los Andes, por medio de su carta pastoral sobre la “Era Cristiana” de fecha 1º de noviembre de 1900, cuyos párrafos relativos a dicha estatua dicen; “La forma que hemos determinado para manifestar la fe y la gratitud, es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor. Pobre homenaje es cierto, pero de gran significado. Ese bronce hablará perpetuamente de nuestro reconocimiento a su soberanía, y recordará a las generaciones futuras, como al viajero que cruce los Andes, el Gran Civilizador de los pueblos, el insigne Libertador de las naciones, el Salvador del mundo…” “Este acto solemne que pensamos realizar, significa también una súplica perenne al Dios de la Paz, pidiendo la unión y concordia entre todas las naciones del continente americano, máxime entre aquellas cuyas vinculaciones de origen y de fe, ligan más íntimamente nuestro afecto..”(Hist. Ecles. De Cuyo del P. Verdaguer)
Entonces desde 1900 estaba definida la idea de la PAZ, del MONUMENTO y de la CIMA DE LOS ANDES.
Lo que se le puede reconocer a Ángela son los trámites para donar una réplica del Cristo para el Palacio de la Paz que se erigió en La Haya. El logro no es muy laudable pues como condición para aceptar lo propuesto, la réplica tendría que ser esculpida por un escultor extranjero (es decir no argentino); a lo que la dama “argentina” y católica no titubeó en aceptar y pasarle el trapo a Alonso! En realidad el extranjero plagió la obra de Mateo Alonso, pues aunque de dimensiones menores es una copia de la de éste
Ángela Oliveira Cézar de Costa olvidó “el primero en la tierra, el último en el cielo”, prefirió ultrajar, humillar al gran artista argentino Alonso. Triste logro el de esta dama.
Justa ROQUÉ
de PADILLA viuda de Absalón, Luis PADILLA madre de Armando PADILLA
casada con Arturo CABRERA, padres de Amanda, Delia y Arturo CABRERA PADILLA
ROQUÉ. David CABRERA ROJO, Paulo CABRERA ROJO, Guillermina CABRERA ROJO.
Monseñor Pablo Cabrera ―1857-1936― fue un sacerdote- historiador que
tuvo gran influencia en los estudios sobre el pasado colonial en
Argentina―sobre todo de la región de Córdoba― y que fue considerado en su época
un intelectual de relevancia. Su filiación con la Iglesia Católica―se ordena
como presbítero en el Seminario Conciliar de Loreto de Córdoba en 1883― le dio
a sus estudios un tinte reivindicativo religioso. Lo más llamativo de Cabrera
fue su capacidad de conjugar su aspecto religioso con su participación en el
espacio público, su reconocimiento a nivel nacional e incluso internacional y
su estudio de lo local. Cabrera empezó a ser reconocido en el espacio público a
partir de la cátedra sagrada, a fines del siglo XIX. Sin embargo, pronto
comenzó a interesarse por la investigación histórica. Esto le permitió
convertirse en un intelectual de renombre y con los años se formó un grupo de
discípulos a su alrededor que continuaron su obra desde lo temático, teórico y
conceptual, hasta lo metodológico; en el Instituto de Estudios Americanistas.
Por todo lo antes dicho este Trabajo final periodizará toda la trayectoria de
Cabrera. Esta periodización se subdivide en cuatro etapas: una primera de
formación (1857-1883), una segunda sobre su accionar social (1883-1908), una
tercera sobre su vida intelectual (1908-1928) y una última sobre sus años
finales (1928-1936). También se incluyó un breve capítulo sobre los
reconocimientos post mortem de los que fue objeto.
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