Para muchos, el concepto de caballería alcanza casi una categoría moral. Y probablemente su juicio es verdadero. La orden de caballería ha sido históricamente, al igual que hoy día, una institución de carácter militar y religioso que se orienta expresamente desde su origen, en palabras de Raimundo Lulio, a defender a la Iglesia, a honrar a los pobres y a proteger a los desvalidos. Las variadas manifestaciones de la orden de caballería, materializadas a lo largo de la historia en diferentes corporaciones, hermandades y órdenes de variopintos nombres, han inculcado y exigido a sus miembros un grado ejemplar en el cumplimiento de las virtudes propias del cristianismo. La orden de caballería es en consecuencia una institución propia de la cristiandad. Institución que ha influido notablemente en las diferentes sociedades con las que ha coexistido a lo largo de la historia. Institución que mantiene su vigencia a través del testimonio de la propia vida de los actuales caballeros. Institución que, en la sociedad del siglo XXI, hacen presente todas aquellas corporaciones que reconocen en los valores propios de la caballería su origen y su motor vital.
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