VETERANOS DE LA FRONTERA
11 de febrero de 2017.
Hoy hablamos de Francisco de Orellana, recordando ese 11 de febrero de 1542, cuando se encontró con el Amazonas. Fue el primero en navegar este río desde el Ecuador hasta el Atlántico, y también en conocer a las famosas guerreras Amazonas, de donde sacó el nombre para el río.
Nació en Extremadura, en 1511, y a los 16 años cruzó el Atlántico para unirse a los Pizarro, familiares suyos, en el Perú, durante el conflicto entre Pizarro y Almagro. Participó en el asedio de Cuzco (1536), en la batalla de Las Salinas, conquista de Lima, fundó Santiago de Guayaquil... Tanta batalla con los indios hizo que perdiera un ojo en una de ellas.
Cuando Francisco Pizarro pone al mando de Quito a su hermano Gonzalo (1540), éste decide organizar una expedición al sur de Ecuador. El objetivo es conquistar el supuesto País de la Canela, extensa tierra con un árbol, el ishpingo, que tiene un fruto similar a la pimienta dulce. Además, cercana a esa localización se suponía que se encontraba el mítico Eldorado, el país del oro.
Hombre con hambre de gloria y fama, Orellana acepta la invitación de Gonzalo de participar en la expedición, y cuando Pizarro se interna en la región junto con 220 españoles y 4000 indios, se une junto con 23 hombres y algunos caballos.
La travesía duró cerca de un año, cruzando los Andes, la selva, con breves escaramuzas con algunos indios, y poco a poco las enfermedades y los heridos empiezan a hacer mella en la expedición. Deciden construir un bergantín, el San Pedro, para llevar a los heridos y las provisiones, siguiendo primero el río Coca y después el Napo, hasta que confluyen con al Aguarico y el Curaray. Sin víveres, apenas quedan 100 de los 240 españoles que partieron. De los 4000 indios, solo quedan 1000.
Ante esta situación desesperada, Gonzalo y Orellana deciden separarse. Gonzalo irá por tierra, y Orellana, con 50 hombres, río abajo para buscar provisiones. Pero cuando trata de remontar el curso de la corriente, se encuentra con que no puede, con lo que manda a 3 hombres con un mensaje para Pizarro. Pero éste, cansado de esperar, ha vuelto a Quito con sus 80 supervivientes.
Así que Orellana decide montar un nuevo barco (Victoria) y descender río abajo, peleando arduamente con los indios omaguas, observando como el río cada vez recibe afluentes más grandes (río de la Trinidad, río Negro, el Madeira, el Tapajós...) hasta que, a finales de junio, llega al señorío de las Amazonas.
Así lo relataba fray Gaspar de Carvajal, misionero dominico, que las designaba como “Estas mujeres son muy altas y blancas y tienen el cabello muy largo y entrenzado y revuelto a la cabeza: son muy membrudas, andaban desnudas en cueros y tapadas sus vergüenzas; con sus arcos y flechas, armaban tanta guerra como 10 indios”. El mismo fray Gaspar recibió una flecha en un costado y otra en un ojo, con lo que no es de extrañar que el recuerdo de estas guerreras sirviera para designar al famoso río.
Finalmente, el 26 de agosto de 1542 la Victoria llegó al Atlántico, después de 4800 kilómetros por tierras vírgenes, y designando un nuevo río: el Río Grande de las Amazonas.
En cuanto pudo volvió a España para pedir la gobernación de las nuevas tierras, la Nueva Andalucía, como las designó. Lo consiguió, pero con dificultades, ya que primero tuvo que demostrar que no abandonó a Gonzalo Pizarro como se le acusaba.
Así, el 11 de marzo de 1545 zarpaba de vuelta a su Nueva Andalucía, desde Sanlúcar de Barrameda, con 4 barcos y su reciente mujer, Ana de Ayala.
Después de perder dos barcos por el camino, llega para Navidad de 1545 a la desembocadura del Amazonas, y trató de navegar el río corriente arriba, para establecer una vía fluvial que conectase Pacífico y Atlántico. Pero pronto aparecen el hambre y las enfermedades. Los hombres caen por doquier, así que Orellana parte en un bote a buscar provisiones. Para cuando regresa, encuentra el campamento vacío. Los hombres, cansados de esperar y dándolo por perdido, han vuelto río abajo. Hostigado por los indios caribes y sus flechas venenosas, Francisco aguanta hasta noviembre de 1546, cuando muere en algún lugar de la selva amazónica, besando el agua de su río, el de las Amazonas.
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