sábado, 6 de junio de 2015

Éxito, con sombras, de América Latina en reducción del hambre.

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Bandera de las Américas, adoptada como símbolo 
de las Américas por la séptima conferencia 
internacional Americana de Montevideo 
el 13 de diciembre de 1933.

América Latina y el Caribe es la primera región del mundo en alcanzar las dos metas internacionales de reducción del hambre, pero más de 34 millones de sus habitantes están ajenos a este éxito, por una situación muy desigual según el territorio. Estas cifras significan que la región ya cumplió con la meta de reducir a la mitad la proporción de personas que padecían hambre, incluida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), establecidos en 2000 y que vencen este año. Igualmente permiten completar lo acordado en el marco de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, realizada en 1996. Por Marianela Jarroud, IPS.



Distribución de alimentos en una localidad del estado mexicano de Tabasco, parte de uno de los muchos programas que se establecieron en América Latina los últimos 15 años para reducir el hambre. Crédito: Mauricio Ramos/IPS

SANTIAGO, 28 may 2015 (IPS) - América Latina y el Caribe es la primera región del mundo en alcanzar las dos metas internacionales de reducción del hambre, pero más de 34 millones de sus habitantes están ajenos a este éxito, por una situación muy desigual según el territorio.
”Esta es la región que mejor interpretó el problema del hambre, y es la región donde se ha puesto más énfasis a las políticas de atención a grupos vulnerables. Los resultados son acordes a esos énfasis”, afirmó en diálogo con IPS el representante regional de la FAO, Raúl Benítez.
El Panorama de la Inseguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe, dado a conocer este jueves 28 en Santiago de Chile, en la sede regional de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), estableció que la prevalencia del hambre afecta a 5,5 por ciento de su población, es decir, a 34,3 millones de personas.
Estas cifras significan que la región ya cumplió con la meta de reducir a la mitad la proporción de personas que padecían hambre, incluida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), establecidos en 2000 y que vencen este año. Igualmente permiten completar lo acordado en el marco de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, realizada en 1996.
Según el Panorama, actualmente vive en condición de pobreza 28 por ciento de la población de la región latinoamericana, estimada en unos 605 millones de personas, frente a 44 por ciento en 2002. Pero en contraste, la indigencia volvió a incrementarse desde hace dos años.
En cuanto a la erradicación del hambre, el informe indica que América del Sur obtuvo el mayor grado de avance entre los trienios 1990-1992 y 2012-2016, pero también es ahí donde hay aún mayor número de personas subalimentadas, en un área cuya población equivale a 65,9 por ciento del total regional.
América Central también logró en ese periodo reducir el hambre desde 12,6 millones a 11,4 millones de personas. Sin embargo algo negativo es que la caída se estancó desde 2013.
El área más rezagada es la del Caribe, donde actualmente 7,5 millones de personas sufren hambre. Esto se debe en gran parte a la situación de Haití, el país donde vive 75 por ciento de la población subalimentada del Caribe y enfrenta la situación más crítica de todo el subcontinente, señala el informe.
”Los problemas de Haití son muy profundos, históricos, de siglos, relacionados con el colonialismo, la distribución de tierras”, afirmó la representante regional adjunta de la FAO, Eve Crowley, durante el lanzamiento del informe.
”El problema reciente de la inestabilidad política es un factor muy importante que ha tenido impactos negativos en el crecimiento económico. Los problemas históricos llevan tiempo para resolverlos”, añadió.
Como contraste de esta realidad, más de 30 millones de personas han superado el hambre en América Latina y el Caribe en los últimos 20 años, generando ”un valioso repertorio de políticas públicas que pueden servir como base para otros contextos y regiones”.

Raúl Benítez, representante regional de la FAO, en su despacho en la sede del organismo en Santiago de Chile. Crédito: Marianela Jarroud/IPS

De acuerdo a la FAO, las mejoras en la seguridad alimentaria y nutricional en la región se sustentan, en buena medida, en la positiva situación macroeconómica durante la última década y el compromiso político de los países de América Latina y el Caribe con la erradicación del hambre.
La expresión más reciente, precisó Benítez a IPS, es la aprobación del Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre para 2025 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el principal órgano de concertación económica y política de la región.
El plan, pionero a nivel mundial, propone la erradicación definitiva del hambre hacia 2025, una meta que supone varios desafíos, como la mitigación de los efectos del cambio climático que afecta principalmente a la agricultura familiar campesina y a los grupos más vulnerables, que viven en ecosistemas más complejos, más frágiles, afirmó Benítez.
La tarea entonces es la adaptación al cambio climático para dar sostenibilidad a los sistemas alimentarios.
Los desafíos también suponen sortear con éxito la etapa de estancamiento o desaceleración económica que afecta no solo a la región.
”Los peligros de retroceder siempre están latentes”, advirtió el representante de la FAO. ”Tenemos que hacer conciencia de que esto sigue afectando a millones de mujeres, de hombres, millones de niños y niñas de la región que son próximos, son hermanos”, añadió.
”El hambre priva de educación, de salud, hasta de ciudadanía, pero priva principalmente la libertad y en esto nos priva a todos: priva al hambriento y también al satisfecho. No nos podemos permitir que exista una hermana, un hermano latinoamericano o caribeño padeciendo hambre en esta región”, enfatizó.
Benítez recordó que en América Latina y el Caribe el problema no es la falta de alimentos, sino que los más pobres no tienen los recursos para acceder a ellos.
”Es un problema de acceso, no de producción”, resaltó. ”El hambre es mucho más que un plato de comida sobre una mesa y sigue siendo un problema que nos aflige a todos. Lo hemos tomado como un problema regional y, por lo tanto, la solución también debe ser a nivel regional”, añadió.
Benítez puntualizó que ”si bien todos los países vienen mejorando los porcentajes de personas que han podido superar el problema del hambre, hay algunos que lo pudieron hacer más rápido que otros”.
”Entonces, los países con más experiencia o los primos más ricos de la región, tienen que salir en auxilio de los otros países, para que estos aceleren el proceso de erradicación del hambre”, señaló.
Francisca Quiroga, experta en políticas públicas de la Universidad de Chile, planteó a IPS que la nueva etapa debe estar encabezada por un cambio de modelo, desde el actual extractivismo a uno capaz de establecer la calidad en las políticas y repensar las formas adecuadas de desarrollo.
”Muchas políticas sociales que implementaron los países de la región con miras al cumplimiento de los ODM, fueron focalizadas para erradicar índices o reducir las brechas a través de cifras, pero no se hicieron cargo de temas tan relevantes para la región, como la desigualdad”, afirmó.
Han surgido además, nuevas carencias, como el impacto del cambio climático o el acceso al desarrollo de los recursos naturales o la mala calidad de los hábitos alimenticios, por lo que el nuevo modelo debe ser sustentable y sostenible, añadió la académica.
Justamente, a fines de año los ODM serán sustituidos por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde junto con el hambre aparecen otros desafíos alimentarios, como el peligroso avance de la obesidad, que amenaza con convertirse en un nuevo gran problema alimentario mundial, destacó Benítez.
”El problema de obesidad es algo que no podemos dejar de seguir analizando, porque impacta severamente en nuestras poblaciones”, dijo.
”Aún no es tan grave como el problema del hambre, pero amenaza con llegar a serlo”, concluyó.
Notas:
·         Editado por Estrella Gutiérrez
Fuente:

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