¿Qué hay de común entre la
señora Hillary Clinton y las persecuciones anticatólicas, de ayer como de hoy?
La
pregunta podrá extrañar a muchos. Sucede que, en la guerra cultural que hoy divide a los Estados Unidos
–principalmente en temas de moral y familia–, Hillary se sitúa resueltamente
del lado revolucionario. Y, aunque ella no es Nerón, ni Hitler, ni Stalin,
parece compartir con éstos una especial aversión a la religión cristiana y la
intención de usar el poder político para combatirla.
La
ex primera dama y Secretaria de Estado norteamericana, actual precandidata
presidencial por el Partido Demócrata, dejó al descubierto ese propósito al
pronunciar su discurso en la sexta cumbre anual Women of the World realizada el 24 de abril en el Lincoln Center de Manhattan.
En
ese congreso feminista Hillary expuso sin disimulo sus objetivos: “Los códigos
culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y los sesgos estructurales han
de modificarse” –afirmó–
en la medida en que sean un obstáculo para el acceso de las mujeres a la “salud
reproductiva” (eufemismo por aborto libre).
“Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para
redefinir los dogmas religiosos tradicionales”, agregó. O sea, ¡que el Estado
imponga a la fuerza al pueblo cuáles “dogmas” deben creerse y cuáles no!... Y
esos “dogmas” políticamente correctos serán, por cierto, la versión actualizada
del antiguo paganismo hedonista: por ejemplo, la “ideología de género” a la que
Hillary adhiere abiertamente.
Sus
palabras apuntan, de hecho, a los objetivos amorales y totalitarios de dicha
ideología, como imponer el aborto legal y la homosexualidad. Por eso ella
criticó las acciones emprendidas por sectores conservadores para cortar el
financiamiento oficial al gigante abortista Planned Parenthood. Y al mismo tiempo elogió los pasos
“hacia adelante” rumbo a la aceptación de “los homosexuales y las mujeres
transexuales como nuestras colegas y amigas”.
Ya
anteriormente, siendo Secretaria de Estado, la señora Clinton había afirmado
que uno de los mayores problemas sociales de hoy es que se invoquen
convicciones religiosas para “limitar los derechos humanos del colectivo
LGTB”.
Ahora,
su mal disimulada intención de crear una dictadura anti-religiosa le ha valido
una andanada de críticas desde todo el país, resumidas en las palabras de Bill
Donohue, dirigente de la Catholic League: “Nunca antes se vio a un aspirante a la
presidencia de Estados Unidos atacar directamente las enseñanzas de la Iglesia
Católica”.
La amenaza de una
persecución anticristiana en la mayor democracia del mundo se configura, así, a
partir de las propuestas de Hillary Clinton. ¿La veremos sumarse al triste
cortejo histórico de mujeres que desde el poder buscaron oprimir la religión y
la libertad de conciencia, como Jezabel en Israel, Herodías en Galilea o Isabel
I en Inglaterra?
Cabe esperar que el pueblo
norteamericano, debidamente advertido por sus líderes religiosos y políticos
más esclarecidos, frustre las pretensiones de la precandidata y aparte así del
horizonte esa perspectiva de pesadilla.
FUENTES:
1.http://www.catholicleague.org/hillary-church-change-abortion/
2.http://www.aleteia.org/es/politica/articulo/podria-ser-el-futuro-de-los-estados-unidos-una-dictadura-5844534223175680
1.http://www.catholicleague.org/hillary-church-change-abortion/
2.http://www.aleteia.org/es/politica/articulo/podria-ser-el-futuro-de-los-estados-unidos-una-dictadura-5844534223175680
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