Nosotros, los argentinos,
nos encontraremos ante el desafío de elegir autoridades y, entre ellas,
a quien será el Presidente de la Nación. Todo acto eleccionario es
importante, pero este, adquiere un valor desacostumbrado, pues enfrenta
dos modelos culturales para el país,de cuya efectividad está el
destino de la Nación. Este tema se presenta en un mundo en crisis,con
los efectos propios del acercamiento que caracteriza el siglo actual que
si bien cambia la civilizacion intenta maneter las raíces culturales.Los
hechos de lugares alejados, aun en las antípodas,tienen reflejoslocales,
por la universalización resultante del proceso tecnológico de
globalización. Además, la Naturaleza, por efectos del calentamientoatssmosférico,
está produciendo situaciones que alarman,por estar fuera de control.
Hasta la guerra de naciones, ha dejadolugar a un tipo de enfrentamiento,
que une métodos que se asemejan más al bandolerismo mafioso.El
terrorismo sin ley, actua y se desarrolla fuera de control y con
agresividad crciente.
Nosotros, por lo tanto,
vivimos una tragedia, que no tan solo alcanza a nuestra generación, sino
que pone en peligroso riesgo el futuro de nuestra descendencia. Bajo tal
situación, nos vemos convocados a una elección, cuyo resultado, puede
llevarnos a un mañana incierto o darnos el apoyo que permita superar
problemas y alcanzar el éxito. Nos vemos ante una situación que trae a
la memoria la fabula de Esopo "La cigarra y la hormiga" que
enfrenta al goce actual con el esfuerzo para el futuro y, consecuentemente,
nos lleva a una moraleja similar.
La situación del país es
grave, pese a que algunos señalan avances. La pérdida del valor de la
moneda, que fue usada como medio de atender déficit fiscal, y no como un
elemento de apoyo, crea dudas en los mercados. Un pasado financiero, que
llevo al endeudamiento del Estado Argentino, obra el demérito de la
actividad privada. El olvido de las bases constitucionales,han conducido
a un centralismo creciente, que subordina a las provincias a la voluntad
nacional. El avance del delito de "guante blanco", perfora los
valores de la ética y la moral ciudadana. Sin dudas, nuestros mayores, que
fundaron el país y nos dieron sus esfuerzo con su sacrificio, se sentirían
desolados ante tanta desgracia.
¿Qué paso para que
nosotros, los herederos, se hayan equivocado tanto? La respuesta es tan
simple que aturde. Hemos depositado el manejo de la "cosa pública",
en algunos que no fueron o no pudieron dominar las cuestiones de estado.
La Historia Argentina, sin embargo, muestra momentos luminosos, que han
sido fruto de hombres ejemplares, que dieron tal calidad, que éramos la
magnífica sorpresa en un tiempo de cambios profundos en la civilización.
La Historia Argentina muestra que se debatió sobre la "forma de
gobierno" casi medio siglo y que acordaron las provincias autónomas,
herederas de las soberanías de las intendencias hispánicas, que ella seria
"representativa, republicana y federal". Esta fórmula es como un
conjunto indisoluble, por lo que, la caída de uno de sus bases, viciaría
al todo.
Eso es lo que sucedió,
alcanzando su pináculo en la "reforma constitucional" del año
1994, que, en lugar de perfeccionar lo actuado conforme los avances de
la vida de las naciones, creo un nuevo sistema que al, dejar sin efecto
el elemento "federal", destruyo el principio que constituía la
forma de gobierno pactada. Para colmo, al disminuir el tiempo de mandato
de la Presidencia de la Nación, que paso de 6 años a 4, y crear la
reelección, hizo que el país se rigiera por la cantidad de habitantes
de cada distrito y no por los derechos ancestrales que habían movido al pacto
en el año 1854. Llama la atención que la mencionada reforma fuera aprobada por los representantes provinciales
y ello solo se entiende, cuando se los observa como
"militantes políticos" y no "representantes provinciales".
La realidad es que buscaban solo la "reelección" o la "participación
minoritaria" en un "hábil" juego político. Es decir, los
firmantes del denominado "Pacto de Olivos", tenian mas razones
personales que institucionales, en su accionar y motivaron esta
variable en lel orden constitucional que hoy nos afecta tanto.
Ninguno de los candidatos
a ser elegidos como Presidente de la Nación, se han referido a esta
cuestión sustancial, o sea la vuelta perfeccionada a la forma de
gobierno que prescribe la Constitución Nacional en su artículo 1ro.,
Ello hace`pensar que seguirán el mismo sistema y, lógicamente,
ello llevara a las mismas consecuencias ya enumeradas. En una civilización,
como la actual, que aproxima a las gentes sus problemas, surge, al mismo
tiempo y con fuerza singular, la búsqueda de la identidad propia de cada
localidad. Nuestros abuelos tuvieron la habilidad de encontrarse y dejar
fuera a aquellos que querían tener su propio estado (tal como es el caso
de Uruguay y las provincias del Alto Perú), ello nos hizo fuertes y
poderosos. o lo olvidemos, pues allí está el real sentido de una
Patria que hemos formado.
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