jueves, 8 de octubre de 2015

La batalla de Tucumán y la Virgen de las Mercedes. Por S.E. Cab Don Andrés Mendieta OCSSPSIL (periodista e historiador).




“¡Cuán difícil es el elogio para un guerrero, amado compatriotas, encontrarse victorioso y ser humilde al mismo tiempo…! ¡Ah! Nuestro General se confunde con la tierra para adorar al Dios de los ejércitos, y reconocerlo como único origen de sus triunfos, en los mismos momentos en que la fortuna halaga con sus caricias… Entonces es cuando, postrado ante las aras del altar, se despoja de sus insignias, las deposita en las manos de María, y la aclama por patrona y protectora de su ejército” 


Esta encantadora exaltación a la figura del general Manuel Belgrano fue encontrado en la obra “El clero argentino de l810 a 1830” del historiador Adolfo P. Carranza. 

Al referirnos a la batalla de Tucumán, librada el 24 de setiembre de 1812, no podemos desligar este triunfo de la patria alejando la táctica de combate esbozada por el estado mayor del ejército del Norte, dirigido por Manuel Belgrano, frente a las tropas realistas españolas, a las órdenes del general peruano Pío de Tristán. 

En esta ocasión intento honrar a la Virgen de las Mercedes o de la Merced acentuando que el creador de la bandera nacional antes de presentar batalla puso bajo la protección e intercesión de Ella a sus tropas y a quien había “jurado como Generala del ejército después en la gloriosa acción de Tucumán, entregándole en acto solemne y religioso el bastón de Generala”. Sobre esta advocación el mismo Belgrano aceptó al saberse triunfante su parte oficial del 26 de setiembre, y con términos inusual del modo militar, lo iniciaba así: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos”. 

El vencedor en el Campo de las Carreras dispuso el rezo de una novena en acción de gracia en honor a la Virgen de la Merced y al concluir la ofrenda se hizo- una procesión en el propio terreno donde se había librado la batalla, dejando a los pie de la imagen el bastón de mando y la proclama como Generala. Cuenta el historiador José Brunet O. de M. que: “al partir el ejército hacia Salta, en febrero de 1813, cada batallón o regimiento era conducido frente al templo de la Merced, en cuyo atrio donde se hallaba la Virgen Generala, recibían sus escapularios los jefes, oficiales y tropa, colocándolos sobre uniformes y divisas militares que a pesar de las cien leguas de marcha y de la lluvia, los escapularios eran vistos como una divisa de guerra”. También cuenta Brunet que “desde entonces, tanto Belgrano en sus proclamas, en sus oficios al gobierno como en sus cartas particulares y sus sucesores al frente del ejército como Eustaquio Díaz Vélez, Francisco Ortiz de Ocampo, Juan Antonio Álvarez de Arenales, José Rondeau, Gregorio Aráoz de Lamadrid, Martin Güemes, José María Paz y otros la reconocen como tal y le rinden sus homenajes”. Y a la llegada del ejército a los diversos pueblos del Alto Perú se festejaba con un novenario solemne y procesión, como sucedió en Potosí, Cochabamba y Sucre”. 

 LA BATALLA DE TUCUMÁN 

Para llegar al 24 de setiembre de 1812 haré una breve revisión después de la caída del régimen realista, el 25 de mayo de 1810 cuando no todos los vecinos de Buenos Aires ni del resto del Virreinato estaban afines con este tipo de cambio de autoridad. Algunos lo tomaron con apatía mientras que en otros como: Paraguay, Córdoba, Salta, Potosí y Charcas se revelaron como insurrectas. La primera Junta decidió mandar expediciones militares ya sea para divulgar las ideas liberales de Buenos Aires o para apagar los focos sediciosos que podrían aflorar. Córdoba traslucía un grave obstáculo en razón que pedía el auxilio del virrey del Perú y deseó ser restituida a ese dominio. Los cabecillas de la sedición, entre otro Santiago de Liniers, fueron fusilados por Antonio Gonzáles Balcarce y por Juan José Castelli cumpliendo una orden de Mariano Moreno. 

Diego de Pueyrredón, como jefe de armas de Jujuy, eligió al teniente Martín Miguel de Güemes quien, desde setiembre se halló guerreando en Humahuaca, Tarija y en una vasta zona de Jujuy y Salta, para evitar el ingreso de antirrevolucionarios y la fuga de los rebeldes de Córdoba, creando un cuerpo de milicianos entre salteños, jujeños y tarijeños. El ejército de la Junta llegó el 27 de octubre para sorprender a los realistas en Cotagaita siendo vencidos por el Mariscal Vicente Nieto. Los patriotas huyeron hacia el sur atosigados por José de Córdoba y Rojas, el segundo de Nieto. El 7 de noviembre de 1810 se logra en Suipacha la primera gloria de la Patria, a cortos cinco meses del primer grito de Libertad. La victoria de Suipacha debe al ataque de los milicianos de Güemes que marchaba a la retaguardia de Castelli, aunque éste lo ignora en su informe al gobierno central. Mientras el prócer salteño se retiraba con destino a su ciudad los porteños quedaron inactivos en el campamento por lo que cundió la indisciplina, creando el terror entre los vecinos, robos, violaciones y actos de profanación en las iglesias. Castelli, por su parte, escudriñaba negociaciones con Goyeneche hasta llegar firmar un armisticio, el 16 de mayo de 1811, conocido como del Desaguadero. 

El brigadier Goyeneche había apostado una poderosa fuerza en Huaqui (o Guaqui), sobre el río Desaguadero donde Castelli fue vencido el 20 de junio de 1811 y con este revés los realistas reconquistan el Alto Perú. Goyeneche avanza hacia el sur con dificultad por no contar con el apoyo de los indígenas que no querían pelear junto a los “godos” ni con los porteños “herejes” por su actitud antirreligiosa fomentada por Monteagudo. En Cochabamba se aspiraba aires revolucionarios y cuando Castelli y Balcarce llegan a Oruro el pueblo se subleva hasta querer matarlos al recibirlos como enemigos. Lo mismo que sucede en Potosí por un incidente entre soldados y gente del pueblo que llega a culminar en una lucha callejera que dura varios días siendo los “patricios” masacrados 

En setiembre de 1811 se crea el primer Triunvirato y después Juan Martín de Pueyrredón es nombrado jefe del Ejército del Norte y, Belgrano, al fortificarse en las barrancas del valle del Rosario crea las baterías “Libertad” e “Independencia”. El 27 de febrero de 1812 enarboló a modo de bandera una gran escarapela blanca y celeste recurre al gobierno para que sea reconocida como tal, argumentando que “siendo preciso, y no teniéndola”. Al gobierno le irritó el izamiento y, más aún, no haber en su discurso mencionado a Fernando VII. Belgrano fue nombrado jefe del ejército al Perú ante la renuncia de Pueyrredón, recibió el mando en Yatasto el 26 de marzo, ejército que estaba prácticamente desmantelado, sin alimentos, falto de medicamentos y frustrado espiritualmente. Pidió refuerzos a Buenos Aires y avanza hacia Jujuy donde para celebrar el segundo aniversario de la Revolución hizo oficiar un solemne te-deum en la iglesia matriz, bendecir una bandera y llevada al Cabildo para reemplazar al blasón real. Aquí causa un planteo similar por parte del Triunvirato desautorizándolo por la nueva bandera respondiendo que a partir de esos momentos al emblema la destruiría “para que no haya memoria de ella” 

Estando en Jujuy convergen hasta allí 3 mil realista al mando de Pío Tristán. No estaba en situación de ofrecer batalla y resolvió abandonar la ciudad y quemar los bienes que podrían servir a los invasores. Este hecho es conocido como el “Éxodo Jujeño”

El Triunvirato mandó a Belgrano retirarse hasta Córdoba. No obstante, éste desobedeció la orden y, con la ayuda de fuerzas del propio pueblo enfrentó a las tropas realistas en las cercanías de San Miguel de Tucumán, precisamente en el lugar conocido como Campo de las Carretas. Con este triunfo se alcanzó mantener el noroeste de la actual Argentina en manos de los independentistas y permitió disipar las perspectivas de los ejércitos españoles de recobrar el territorio que acabaría por conformar el Estado argentino. La posterior victoria de Belgrano en la batalla de Salta (20 de febrero de 1813) fortaleció la emancipación rioplatense. El afianzamiento de esta soberanía se pudo concretar con la guerra gaucha conducida por Martín Miguel de Güemes*.


*Lazos entre Don Carlos Gustavo Lavado Roqué, y el General Don "Martín Miguel de Güemes". i. ISAAC3 ROQUÉ GÜEMES, b. 1846, Córdoba, Córdoba, Argentina; d. 29 de marzo 1920, Córdoba, Córdoba, Argentina. 10. ii. ENRIQUETA ROQUÉ GÜEMES, b. 1847, Córdoba, Córdoba, Argentina. iii. CONSTANCIA ROQUÉ GÜEMES, b. 10 1849, Córdoba, Córdoba, Argentina; m. PABLO C BELISLE, 09 Jun 1892, Córdoba, Córdoba, 

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