martes, 20 de octubre de 2015

Contener el delito es posible, falta decisión. Por S.E. Cab GC Dr D Martín Etchegoyen Lynch OCSSPSIL.


El abordaje del preocupante fenómeno de la inseguridad se puede subdividir en dos. Como problema político, la inseguridad debe resolverse con fuerte decisión política, la que, en la práctica, conlleva alejarse de la tentación de las “cajas recaudatorias” ilegales, mayormente provenientes del crimen organizado. No se puede enfrentar desde el Gobierno a quien permanentemente provee dinero ilegal.
Como problema técnico, ya en el primer nivel de mando –Ministro o Secretario de seguridad- debe haber especialistas. En seguridad no se necesitan amigos del poder: se necesitan expertos con alta especialización y experiencia en seguridad pública, que conozcan los programas apropiados para luchar contra el delito prevaleciente.
La creencia en ámbitos políticos que dice que la injusticia social y la pobreza generan delito, es andar por el camino equivocado. Sobran los ejemplos de países o regiones ricas con alta delincuencia y viceversa. EEUU tuvo su pico delictual a principios de los 90, en su mejor etapa económica. Y muchos países pobres y/o desiguales mantienen una tasa de criminalidad aceptable.
Actualmente el delito violento -el que más preocupa- no proviene de la pobreza, sino mayormente del narcotráfico. Del 30 % al 70% del delito violento tiene raíz narco por tres razones. Por los homicidios que ocurren entre bandas por la distribución territorial del negocio (en los que en ocasiones son victimizados terceros inocentes). Por el delito cometido por el adicto que necesita dinero para la compra de tóxicos, y por el delito de la persona bajo influencia de tóxicos, de todo tipo, desde graves hechos de tránsito hasta ataques sexuales. Sabiendo esto, y apostando a la represión del narcotraficante y la prevención -y el tratamiento del adicto-, ya estaremos en el buen camino.
La Criminología como ciencia de la etiología del crimen (contracara de la seguridad pública que pretende erradicarlo o minimizarlo), enseña que el delito es multicausal (con causas biológicas, sociales, geográfico-culturales, etc.) pero la Seguridad Pública es más práctica. Nos dice que inseguridad tiene una sóla causa: la cantidad de delincuentes en libertad que tiene cada país, provincia o región. Este es un concepto básico que el gobernante argentino de las jurisdicciones más afectadas parece no aceptar.
La tasa de encarcelados de Argentina cada 100.000 habitantes es muy baja comparada con países de similar producción de criminalidad, y aún con la de países vecinos como Chile y Uruguay.
La situación de Argentina es delicada, y se debe actuar ya con medidas concretas en los tres actores principales del sistema criminal: sistema policial, judicial penal y penitenciario, partiendo de una legislación criminal acorde a estos tiempos.
Así, la Política Criminal debe prever metas a mediano y largo plazo para evitar el ingreso de actores al sistema penal, con medidas tendientes al rescate y cuidado de menores en riesgo.
El Plan de Seguridad, en cambio, debe contener medidas concretas para la solución rápida del problema de la delincuencia urbana, es decir apuntada solamente a separar del seno social a quien agrede a sus integrantes. La gente necesita soluciones ya. Muchos planes que esporádicamente se muestran en Argentina como exitosos, no lo son. Un plan eficiente debe mostrar al menos una baja sostenida en la tasa de criminalidad del 10% al 20% anual.
Los pasos de todo plan de seguridad son los siguientes: Auditoría de performance del sistema de seguridad para saber conocer la estadística criminal, y de la estructura de RR.HH y tecnologías para combatir el flagelo. Formar o rediseñar una Unidad de Análisis Criminal, para saber adónde y cómo se produce el delito, para delinearlas estrategias con las que enfrentaremos el crimen, prevención y represión.
En centros urbanos, tal como fueron diseñados por Bill Bratton, quien implementara los programas de reducción criminal conocidos como de Tolerancia Cero en New York y Los Ángeles, las normas básicas se reúnen en seis grandes grupos:
Narcotráfico : establecida su incidencia y sus derivaciones en el crimen urbano, se impondría la creación, de una agencia de lucha contra el crimen organizado -específicamente contra narcotráfico, trata de personas, lavado de dinero y secuestros-, a más de reforzar la red sanitaria para desintoxicación de adictos, y ampliarla a las cárceles. Esta debe articular con agencias provinciales e internacionales. Atacar sólo la demanda, o sólo la oferta no sirve.
Iniciadores de violencia : Debe prestarse atención a la violencia doméstica. En ello el sistema policial-judicial debe ser duro, se debe arrestar al agresor al primer delito, no esperando hasta que llega el homicidio o las lesiones graves.
Buscados: Cuando un fiscal o juez anota la captura de un delincuente, normalmente éste aparece cuando es detenido por un posterior delito. La nueva policía a través de la División Buscados debe salir a buscar y detener a estos criminales antes que cometan uno nuevo. A la vez deben crearse o actualizarse cuerpos dedicados al control de las condiciones impuestas a liberados, tanto procesados como condenados en libertad condicional, al estilo de los Probation y Parole officers.
Asuntos Internos : Se forma una división operativa armada, “policía de policías”, muy distinta de los departamentos de sumarios burocratizados locales. La Tolerancia Cero debe empezar por casa.
Calidad de vida: Con leyes de tránsito y contravencionales se recupera la vía pública apropiada, entre otros, por limpiavidrios, cuida autos y prostitución callejera.
Programas comunitarios: Menores en riesgo, Anti-drogas preventivos en escuelas, Policía voluntaria ciudadana, Enlaces con comunidades religiosas y étnicas. A la vez, también deberemos, -dada la anacrónica ideología abolicionista dispersa en los últimos años en nuestros tribunales, suministrar a los magistrados herramientas penales y procesales acotadas en cuanto a excarcelación de imputados de hechos graves, libertad condicional, salidas transitorias de presos.
Se deberá reformular el sistema penitenciario argentino, carente de infraestructura, instrucción adecuada y con bolsones de corrupción. Así se podrá cerrar el círculo de factores involucrados en el sistema de seguridad pública.
 (*) El autor es Doctor en Ciencias Penales, ex Fiscal de San Isidro y Miembro Honorario de Usina de Justicia, Caballero Gran Cruz de la Orden de los Caballeros  de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola".

CEO Crime Down Consulting

 

CENTINELA DEL DESARROLLO NUCLEAR ARGENTINO


D Carlos Gustavo Lavado Ruíz y Roqué- Lascano 
 SOBERANA Compañía de LoyOLA
FUNDADOR 1ER "GENERAL"

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