viernes, 16 de octubre de 2015

La Cortesía. “La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo”.




El Gran Diccionario de la Lengua Española define la Cortesía, como el “conjunto de actos y expresiones con el que se manifiesta atención, consideración, educación y respeto en el trato social”. 

Sus objetivos son múltiples y no consiste solamente en ser amable con el prójimo; ella implica aprecio por el ser humano y un altruismo atento, que se patentiza en la actitud de escuchar a los demás. Es el arte de vivir en armonía con los semejantes y se basa en el mutuo respeto, la deferencia, la delicadeza y el buen humor, sin importar edad, religión o nacionalidad. 

La cortesía es una herramienta muy importante en las relaciones humanas, que ayuda en la comunicación y por ende en las relaciones entre la gente, mejorando concretamente su calidad de vida individual y social. 

Las actitudes corteses son testimonios de una estima general hacia los otros, lo que no significa asumir una situación de inferioridad, sino todo lo contrario. Quien carece de cortesía, evidencia ignorancia y debilidad interior; quien la brinda, transmite integridad y fortaleza. 

El trato cortés facilita la convivencia, por ello es parte fundamental de la educación de todos, sin importar clases sociales, estudios, ni posición económica. Y, como en todo acto educativo, las cosas comienzan por casa. Es allí donde las personas deben iniciarse en el respeto por la tranquilidad de los otros y su entorno, sea éste auditivo, visual, ecológico o higiénico. 

La cortesía se inspira en un principio cívico que establece que la libertad de cada uno se detiene en donde comienza la libertad del otro; su esencia es muy sencilla: reconocer la existencia de los demás y prestarles la debida atención. Tomando en cuenta estos simples puntos de referencia, el comportamiento humano mejora notablemente, exteriorizándose a través de ejemplos tradicionales como ceder el paso, el asiento, la palabra, saludar, esperar el turno, sofrenar la voracidad extrema y la agresividad; respecto a estas últimas capacidades de autocontrol, una de las grandes diferencias entre algunos ciudadanos y el resto de los animales es, justamente, el poder resistir al primer impulso, que es también una de las principales leyes de la cortesía. 

Amado Nervo, poeta y diplomático mexicano que vivió entre 1870 y 1919, la definió de manera admirable: “La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo”

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